Creo que a estas alturas y vecinos como están mis días finales, yo también podría suscribir aquellas palabras que Lutero -¿tengo en verdad una cierta obsesión con este hombre?- escribió el año pasado a su amigo Spalatino: Tu sabes que si los bienes del hombre en el mundo deberían ser destruidos, son los que pertenecen a los príncipes. Ser príncipe y ser ladrón es lo mismo y el príncipe es mayor ladrón, en la medida que es un gran príncipe.
Así monologa Johannes Reuchlin, el maestro de hebreo de Martín Lutero, el gran revolucionario del Renacimiento, tal como lo plasmó Atanasio Alegre en su novela histórica El crepúsculo del hebraísta, literatura que va más allá de una saga de ficción donde la fe, la corrupción, la intolerancia y la ambigüedad del ser humano se disputan el reino de la tierra.
Se trata de un culto y severo discurso crítico del autor que recrea vidas que él no ha podido vivir. Es espejo para el camino o peculiar metáfora para los entendidos. Y en estos tiempos y en esta sociedad y en este aquí y ahora, eso es muy necesario, porque eso ocurría y se decía hace casi 500 años y ahora se puede escribir lo mismo porque tal sociedad aún existe y tiene diferentes ropajes, reitera el escritor, quien con esas 304 páginas, publicadas por Alfa Ediciones, completa su primera docena de libros, los cuales van desde ensayos hasta cuentos, pasando por narraciones largas. ¡Intelectual a tiempo completo!
Escribe sobre Reuchlin porque con su novela histórica plantea una reflexión sobre lo que hubiera podido suceder si este no aparece. Novelizar a este personaje es aludir al descubrimiento de la imprenta, porque sin ella no se hubiese dado la Reforma Protestante, ya que le permitió a Lutero, el mismo que predicaba que había que divinizar al hombre y humanizar a Dios, publicar 600 mil copias de sus escritos y escindir para siempre a la Iglesia Católica Romana. Y para eso aprendió el hebreo, lo cual permitió leer los manuscritos antiguos y así la Biblia fue mejor comprendida y popularizada gracias al gran invento de Gutemberg, que aparece hacia 1450.
Con su novela da una visión sobre el poder y la corrupción, algo que esta muy de moda en estos tiempos, pero no es una pieza biográfica. Pululan las intrigas, las persecuciones de la Inquisición y otros crímenes. Es uno de los incubadores del Renacimiento, etapa del pensamiento europeo que desemboca en la Ilustración y esta en las revoluciones que terminan por cambiar el mundo. Pero ahora se va hacia otro Renacimiento y de ahí el valor metafórico de este texto.
-¿Cómo es ese Renacimiento?
-No soy profeta. Solamente recuerdo que H.G. Wells habla de “the shape of things to come”, es decir, de la singularidad de las cosas por venir. Lo que terminó con la Edad Media fue la irrupción de la cultura oriental que trajeron a Occidente quienes huían de Bizancio en manos de los turcos. Fue la cultura pitagórica y el interés por los idiomas antiguos, sobre todo el griego y el dominio del latín. Sobre lo que influye esa nueva cultura, ese Renacimiento, es sobre el concepto de autoridad. La autoridad no viene de Dios, sino del hombre mismo. Y de aquí van a nacer los movimientos revolucionarios. Hoy la influencia viene del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y de Asia en general. Esta influencia significa una nueva gestión del mundo a través de la globalización. Entonces la pregunta sería: ¿la comunidad atlántica y los países industrializados tienen la fuerza económica, laboral y cultural para hace frente a esta nueva irrupción? Occidente pierde influencia, sus sistemas de valores y la axiología están cambiando y van a tener que adaptarse. No de trata de un choque de civilizaciones, sino más bien de un choque dentro de las civilizaciones. Y estos son ingredientes para un nuevo Renacimiento, si se quiere mirar al futuro o la singularidad de lo porvenir de que habla Wells. Y este ya comenzó.
Filósofo y psicólogo
Así monologa Johannes Reuchlin, el maestro de hebreo de Martín Lutero, el gran revolucionario del Renacimiento, tal como lo plasmó Atanasio Alegre en su novela histórica El crepúsculo del hebraísta, literatura que va más allá de una saga de ficción donde la fe, la corrupción, la intolerancia y la ambigüedad del ser humano se disputan el reino de la tierra.
Se trata de un culto y severo discurso crítico del autor que recrea vidas que él no ha podido vivir. Es espejo para el camino o peculiar metáfora para los entendidos. Y en estos tiempos y en esta sociedad y en este aquí y ahora, eso es muy necesario, porque eso ocurría y se decía hace casi 500 años y ahora se puede escribir lo mismo porque tal sociedad aún existe y tiene diferentes ropajes, reitera el escritor, quien con esas 304 páginas, publicadas por Alfa Ediciones, completa su primera docena de libros, los cuales van desde ensayos hasta cuentos, pasando por narraciones largas. ¡Intelectual a tiempo completo!
Escribe sobre Reuchlin porque con su novela histórica plantea una reflexión sobre lo que hubiera podido suceder si este no aparece. Novelizar a este personaje es aludir al descubrimiento de la imprenta, porque sin ella no se hubiese dado la Reforma Protestante, ya que le permitió a Lutero, el mismo que predicaba que había que divinizar al hombre y humanizar a Dios, publicar 600 mil copias de sus escritos y escindir para siempre a la Iglesia Católica Romana. Y para eso aprendió el hebreo, lo cual permitió leer los manuscritos antiguos y así la Biblia fue mejor comprendida y popularizada gracias al gran invento de Gutemberg, que aparece hacia 1450.
Con su novela da una visión sobre el poder y la corrupción, algo que esta muy de moda en estos tiempos, pero no es una pieza biográfica. Pululan las intrigas, las persecuciones de la Inquisición y otros crímenes. Es uno de los incubadores del Renacimiento, etapa del pensamiento europeo que desemboca en la Ilustración y esta en las revoluciones que terminan por cambiar el mundo. Pero ahora se va hacia otro Renacimiento y de ahí el valor metafórico de este texto.
-¿Cómo es ese Renacimiento?
-No soy profeta. Solamente recuerdo que H.G. Wells habla de “the shape of things to come”, es decir, de la singularidad de las cosas por venir. Lo que terminó con la Edad Media fue la irrupción de la cultura oriental que trajeron a Occidente quienes huían de Bizancio en manos de los turcos. Fue la cultura pitagórica y el interés por los idiomas antiguos, sobre todo el griego y el dominio del latín. Sobre lo que influye esa nueva cultura, ese Renacimiento, es sobre el concepto de autoridad. La autoridad no viene de Dios, sino del hombre mismo. Y de aquí van a nacer los movimientos revolucionarios. Hoy la influencia viene del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y de Asia en general. Esta influencia significa una nueva gestión del mundo a través de la globalización. Entonces la pregunta sería: ¿la comunidad atlántica y los países industrializados tienen la fuerza económica, laboral y cultural para hace frente a esta nueva irrupción? Occidente pierde influencia, sus sistemas de valores y la axiología están cambiando y van a tener que adaptarse. No de trata de un choque de civilizaciones, sino más bien de un choque dentro de las civilizaciones. Y estos son ingredientes para un nuevo Renacimiento, si se quiere mirar al futuro o la singularidad de lo porvenir de que habla Wells. Y este ya comenzó.
Filósofo y psicólogo
Era un filosofo de 28 años cuando llegó a Caracas en 1958. Vino de León, España, y egresó de la UCAB, hacia 1963, Summa Cum laude como psicólogo social. Con su única esposa procrearon tres hembras y un varón. Ingresa a la docencia en la UCV y en 1991 lo jubilan, pero en 1994 lo llaman para ocupar la dirección de Cultura, donde permanece hasta finales de 1996. Admite que la vida como profesor si se quiere estar al dia es enriquecedora y estimulante, sobre todo si se desarrolla una labor como conferenciante, asistente a congresos como ponente y además se entrega a la publicación dentro del campo de su especialidad. Esa fue su experiencia. Cree que sus cuatro libros de ensayos lo llevaron primero a la novela: El mercado de los gansos, sobre la vida de Telemann en Hamburgo, y luego a la trilogía sobre el acontecer venezolano. Alguien dijo que sus narraciones participaban de ambos géneros: eran novelas ensayísticas. Pero tanto el ensayo, como la novela requieren de investigación y de metodología, para lo que sirvió su pasantía por Alemania.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario