Cristóbal y Roberto, meritorios actores venezolanos que pasaron la barrera de los 30 años, ahora visten sendos overalls anaranjados en una cárcel de Florida, Estados Unidos. La policía los detuvo y los hizo enjuiciar, tras un rutinario cateo selectivo en el Aeropuerto Internacional de Miami, porque los obligaron a expulsar, desde sus intestinos, no menos de 200 dediles repletos de cocaína. Ellos hacen parte de una siniestra estadística de nos menos de cuatro mil criollos (según datos oficiales hasta el 2005) capturados allende las fronteras por idénticos o similares delitos de narcotráfico. Y mientras cumplen sus condenas, pergeñan lo que puede llegar a ser un guión cinematográfico o un texto teatral para contar sus peripecias en Caracas y el por qué aceptaron ser portadores de esas cargas letales: pretendían escapar de la frustración profesional en que habían caído, del desempleo y además creyeron el cuentito del American Dream, el cual sólo es una referencia en las piezas de Arthur Miller.
Dentro de cinco años, Cristóbal y Roberto regresarán a Caracas, si no tienen mayores contratiempos con sus regimenes carcelarios, para reanudar sus truncadas profesiones y hasta, posiblemente, ofrecerle al Centro de Directores para el Nuevo Teatro (CDNT) un espectáculo donde contarán sus experiencias como frustradas “mulas” del negocio de transportar estupefacientes, a sabiendas que podían ser descubiertos, lo cual ocurrió por una extraña delación, o morir si se les estallaba una sola de esas improvisadas capsulas de látex, las cuales engulleron para entregarlas a una organización a cambio de cinco mil dólares. Irrisoria suma que destinarían para su sobrevivencia en Hollywood, donde finalmente probarían suerte en los estudios cinematográficos, pero mientras esperaban el turno para los respetivos casting, lavarían carros, pasearían perros ajenos o trabajarían como mesoneros en hoteles, restaurantes o cafeterías. ¡Todo eso fue vana ilusión!
Ahora, Cristóbal y Roberto, encarnados por los comediantes Adrián Delgado y Javier Valcárcel, acompañados por Beatriz (Daniela Alvarado) y Regulo (Gonzalo Velutini), bajo la dirección de Daniel Uribe y con el texto de Marcos Purroy, dan vida al estremecedor espectáculo Hollywood Style, que hace temporada en la sala 1 del Celarg, producido, precisamente, por el Centro de Directores para el Nuevo Teatro.
Por supuesto que Cristóbal y Roberto, como Beatriz y Régulo, son auténticos personajes teatrales creados por Marcos Purroy, quien tiene otra pieza, Finger, estrenada en los años 90, donde se planteaba la saga de otros narcomulas, capturados en Europa. Él se ha atrevido a proponer de nuevo un argumento con dediles y “los polvos del diablo”, porque cree que el teatro debe tener una acentuada labor dictáctica, ya que a pesar de todo lo que se publica en los periódicos y se muestra insistentemente en el cine y la TV, además del cuñero de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA), las desgraciadas estadísticas del período 2000-2007 contabilizan 14.746 compatriotas encarcelados por diversas actividades con el narcotráfico, al menos en centros de reclusión venezolanos.
Según Purroy, su Hollywood Style es la historia de tres amigos y un sueño, Cristóbal, Roberto y Beatriz, quienes ven el cúmulo de dificultades que les impiden cumplir las metas que se habían propuesto en sus vidas, como protagonizar unas novelas, unas películas y ganarse hasta varios premios por sus roles teatrales; además de pretender resolver unas nauseas existenciales con los seres humanos prototipos. Pero, otra vez, la fábula de “la manzana podrida” se hizo realidad y Regulo (encarnado de manera mefistofélica por Vellutini) los utiliza a todos y los vende cual Judas del siglo XXI.
El autor aprovecha la ocasión y suelta sus tiros contra la inseguridad y otras falencias presentes en la Venezuela de los últimos 20 años, pero no toma partido, sino que hace simple crónica periodística, lo cual le quedó perfecto y además oportuno. ¡El público inteligente traga y deduce!
El director Uribe, otro de los que usa “el espacio vacío” para crear sus montajes en estos tiempos de carestía, como recomienda Peter Brook, ha mostrado una de sus mejores espectáculos de las ultimas temporadas, por la simplicidad de la puesta en escena y por la explotación inmisericorde de sus actores, especialmente con Javier Valcárcel (está de premio) quien crea un personaje vodevilesco de antología, un cubano que cuenta sus peripecias para salir de la Isla.
Sueños peligrosos
El Centro de Directores para el Nuevo Teatro (fundado por Carlos Giménez y ahora en manos de Purroy y Uribe) insiste en mostrar espectáculos ácidos, sin romper una copa ni decir malas palabras, sino las precisas para espectadores inteligentes. Este Hollywood Style pretende ser un espectáculo al más puro estilo hollywoodense, donde la música y el show recuerdan que no hay nada más valioso en esta vida que la amistad, y que el amor no siempre es tan honesto, pero también invita a reflexionar sobre ¿qué tanto podemos arriesgaríamos por nuestros sueños?
Dentro de cinco años, Cristóbal y Roberto regresarán a Caracas, si no tienen mayores contratiempos con sus regimenes carcelarios, para reanudar sus truncadas profesiones y hasta, posiblemente, ofrecerle al Centro de Directores para el Nuevo Teatro (CDNT) un espectáculo donde contarán sus experiencias como frustradas “mulas” del negocio de transportar estupefacientes, a sabiendas que podían ser descubiertos, lo cual ocurrió por una extraña delación, o morir si se les estallaba una sola de esas improvisadas capsulas de látex, las cuales engulleron para entregarlas a una organización a cambio de cinco mil dólares. Irrisoria suma que destinarían para su sobrevivencia en Hollywood, donde finalmente probarían suerte en los estudios cinematográficos, pero mientras esperaban el turno para los respetivos casting, lavarían carros, pasearían perros ajenos o trabajarían como mesoneros en hoteles, restaurantes o cafeterías. ¡Todo eso fue vana ilusión!
Ahora, Cristóbal y Roberto, encarnados por los comediantes Adrián Delgado y Javier Valcárcel, acompañados por Beatriz (Daniela Alvarado) y Regulo (Gonzalo Velutini), bajo la dirección de Daniel Uribe y con el texto de Marcos Purroy, dan vida al estremecedor espectáculo Hollywood Style, que hace temporada en la sala 1 del Celarg, producido, precisamente, por el Centro de Directores para el Nuevo Teatro.
Por supuesto que Cristóbal y Roberto, como Beatriz y Régulo, son auténticos personajes teatrales creados por Marcos Purroy, quien tiene otra pieza, Finger, estrenada en los años 90, donde se planteaba la saga de otros narcomulas, capturados en Europa. Él se ha atrevido a proponer de nuevo un argumento con dediles y “los polvos del diablo”, porque cree que el teatro debe tener una acentuada labor dictáctica, ya que a pesar de todo lo que se publica en los periódicos y se muestra insistentemente en el cine y la TV, además del cuñero de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA), las desgraciadas estadísticas del período 2000-2007 contabilizan 14.746 compatriotas encarcelados por diversas actividades con el narcotráfico, al menos en centros de reclusión venezolanos.
Según Purroy, su Hollywood Style es la historia de tres amigos y un sueño, Cristóbal, Roberto y Beatriz, quienes ven el cúmulo de dificultades que les impiden cumplir las metas que se habían propuesto en sus vidas, como protagonizar unas novelas, unas películas y ganarse hasta varios premios por sus roles teatrales; además de pretender resolver unas nauseas existenciales con los seres humanos prototipos. Pero, otra vez, la fábula de “la manzana podrida” se hizo realidad y Regulo (encarnado de manera mefistofélica por Vellutini) los utiliza a todos y los vende cual Judas del siglo XXI.
El autor aprovecha la ocasión y suelta sus tiros contra la inseguridad y otras falencias presentes en la Venezuela de los últimos 20 años, pero no toma partido, sino que hace simple crónica periodística, lo cual le quedó perfecto y además oportuno. ¡El público inteligente traga y deduce!
El director Uribe, otro de los que usa “el espacio vacío” para crear sus montajes en estos tiempos de carestía, como recomienda Peter Brook, ha mostrado una de sus mejores espectáculos de las ultimas temporadas, por la simplicidad de la puesta en escena y por la explotación inmisericorde de sus actores, especialmente con Javier Valcárcel (está de premio) quien crea un personaje vodevilesco de antología, un cubano que cuenta sus peripecias para salir de la Isla.
Sueños peligrosos
El Centro de Directores para el Nuevo Teatro (fundado por Carlos Giménez y ahora en manos de Purroy y Uribe) insiste en mostrar espectáculos ácidos, sin romper una copa ni decir malas palabras, sino las precisas para espectadores inteligentes. Este Hollywood Style pretende ser un espectáculo al más puro estilo hollywoodense, donde la música y el show recuerdan que no hay nada más valioso en esta vida que la amistad, y que el amor no siempre es tan honesto, pero también invita a reflexionar sobre ¿qué tanto podemos arriesgaríamos por nuestros sueños?
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