La venganza se come a temperatura ambiente y si se ha cocinado con la carne del enemigo, debe estar rodeada de singular teatralidad para que puedan expurgarse mejor las retaliaciones y ser ejemplar o didáctica. Tan siniestra conclusión, con ingredientes canibalescos, se desprende de la tragedia Titus Andronicus, una de las primeras piezas de William Shakespeare, la cual sido mostrada de buena manera estrujante y con decantada producción profesional por la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa y la Compañía Nacional de Teatro, y exhibida en el XXVI Festival de Teatro de Occidente, en Guanare.
Es posible que esta sea la primera vez que en Venezuela se representa completa tan insólita obra shakesperiana que denuncia a la traición como el más deleznable pecado posible entre seres humanos amigos y a su vez es una ejemplar critica al desenfadado abuso del poder en una república o un reino, o cualquier colectivo social. Está ambientada en la época de los césares romanos y exhibe como al victorioso general Titus Andronicus le llueven todas las desgracias por la acción perversa de la esposa del emperador, quien pierde la razón y no ve ni piensa sino por la cabeza de su pérfida mujer, que busca, y lo consigue, vengarse por las derrotas y humillaciones que antes le produjo el valiente guerrero. Al final, como casi siempre ocurre en el teatro, los malos son castigados con una cena donde engullen a los hijos de la damisela, en deliciosas raciones de pudín de carne... humana, por supuesto.
¿Por que Shakespeare llevó su obra a tales extremos? Hay leyendas de leyendas, ocurridas en tiempos pretéritos de la historia de la humanidad, pero lo cierto es que la obra es una colección de asesinatos, algunos por asuntos baladíes, que pueden asombrar al espectador contemporáneo que no lea periódicos ni vea los noticieros de la televisión, especialmente en Venezuela, donde las cifras de muertes violentas, algunas ejecutadas por sicarios o delincuentes desalmados, pasan de 100 por semana, según datos oficiales. Al parecer vivimos una especie de guerra civil no declarada y en ocasiones se acentúa para aterrorizar más a la población, en medio de los palos de ciego que dan las autoridades. Esto, por supuesto, no es exclusivo de esta Tierra de Gracia, basta informarse sobre lo que pasa en México o en Colombia, para sacar conclusiones sórdidas, como que vivimos una especie de Segunda Edad Media, donde los demonios andan sueltos y hasta comen gente
Titus Andronicus, dirigida con gran estilo por Armando Holzer, permite ponderar la profesional plantilla de comediantes de la agrupación guanareña, como Edilsa Montilla y Randy Montilla, reforzada por el primer actor Aníbal Grunn, quien da una irrepetible clase magistral de lo que puede hacer un comediante cuando se informa y construye su rol. A este artista le quedan mucho roles más por materializar, pero aquí ha dado un salto profesional que lo aleja y lo coloca en un exclusivo nicho de histriones excelentes.
Es posible que esta sea la primera vez que en Venezuela se representa completa tan insólita obra shakesperiana que denuncia a la traición como el más deleznable pecado posible entre seres humanos amigos y a su vez es una ejemplar critica al desenfadado abuso del poder en una república o un reino, o cualquier colectivo social. Está ambientada en la época de los césares romanos y exhibe como al victorioso general Titus Andronicus le llueven todas las desgracias por la acción perversa de la esposa del emperador, quien pierde la razón y no ve ni piensa sino por la cabeza de su pérfida mujer, que busca, y lo consigue, vengarse por las derrotas y humillaciones que antes le produjo el valiente guerrero. Al final, como casi siempre ocurre en el teatro, los malos son castigados con una cena donde engullen a los hijos de la damisela, en deliciosas raciones de pudín de carne... humana, por supuesto.
¿Por que Shakespeare llevó su obra a tales extremos? Hay leyendas de leyendas, ocurridas en tiempos pretéritos de la historia de la humanidad, pero lo cierto es que la obra es una colección de asesinatos, algunos por asuntos baladíes, que pueden asombrar al espectador contemporáneo que no lea periódicos ni vea los noticieros de la televisión, especialmente en Venezuela, donde las cifras de muertes violentas, algunas ejecutadas por sicarios o delincuentes desalmados, pasan de 100 por semana, según datos oficiales. Al parecer vivimos una especie de guerra civil no declarada y en ocasiones se acentúa para aterrorizar más a la población, en medio de los palos de ciego que dan las autoridades. Esto, por supuesto, no es exclusivo de esta Tierra de Gracia, basta informarse sobre lo que pasa en México o en Colombia, para sacar conclusiones sórdidas, como que vivimos una especie de Segunda Edad Media, donde los demonios andan sueltos y hasta comen gente
Titus Andronicus, dirigida con gran estilo por Armando Holzer, permite ponderar la profesional plantilla de comediantes de la agrupación guanareña, como Edilsa Montilla y Randy Montilla, reforzada por el primer actor Aníbal Grunn, quien da una irrepetible clase magistral de lo que puede hacer un comediante cuando se informa y construye su rol. A este artista le quedan mucho roles más por materializar, pero aquí ha dado un salto profesional que lo aleja y lo coloca en un exclusivo nicho de histriones excelentes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario