La pornografía es tan antigua como sus creadores y quienes son los únicos que la disfrutan: los seres humanos. Utilizada en fotografías, películas y videos sirve para excitar comportamientos eróticos de sus receptores y promover así todo tipo de conductas sexuales. Su poder es irresistible. En los años setenta del siglo XX se dio un reventón pornográfico, especialmente en Estados Unidos, como manifestación contracultural o agresión contra el Establishment, pero fue absorbida por los consorcios capitalistas y transformada en próspera industria, aderezada por múltiples productos de apoyo y ayudada durante los últimos años con la feroz penetración de los medios de comunicaciones radioeléctricos, especialmente la Web. En síntesis es un pingüe negocio.
Pero el rocambolesco ámbito cinematográfico de la pornografía gringa sirvió para que el dramaturgo Jaime Nieto Passano (Lima, 1967) escribiera y estrenara, con intenciones críticas, su comedia Dick & Pussy se aman locamente (1998), en la gris capital peruana, a la cual el director venezolano David Chacón Pérez también montó en Miami (2005) y ahora exhibe en la sala Teatrex de Caracas, tras haber superado un bufonesco incidente con tres actores que desertaron por “sus excesos”.
Ambientada en los estadounidenses años setenta, Dick & Pussy se aman locamente es una grata comedia para caricaturizar a la industria del cine pornográfico, utilizando la estética de las comiquitas y de los cartones de la Warner Brothers. La pieza es un cuento de hadas para adultos, un tanto naif y con obvios guiños al Fausto de Goethe, donde la música disco tiene un rol primordial. Ahí el diablo visita al narcotraficante Dick, quien está a punto de suicidarse, y le propone, a cambio de su alma, un único deseo, que es amar y ser amado por Pussy, deliciosa estrella del cine porno que dirige su marido. Lo que viene después es una delirante farsa, especialmente cuando “filman” una película, hasta que el amor imposible se materializa, en medio de humoradas con escenas farsescas de sexo y mucha música. La moraleja es que los seres humanos debemos amar por encima de las dificultades que se presenten y para ello hay que estar dispuestos a todo con tal de alcanzar esos niveles de felicidad que solamente las relaciones amorosas puedan dar. Edulcorado mensaje romántico en medio de circunstancias sumamente complejas.
Esta aguda parodia sobre lo que pudo haber ocurrido en una empresa pornográfica, hace su primera temporada caraqueña gracias a la entrega profesional de Willy Saballo y Carolina Colmenares, eficientemente apuntalados por Carolina López, Alejandro Corona, Adolfo Cubas y ese gran histrión que es Salomón Adames. Todo un poco frecuente sexteto de comediantes ceñidos a la exigente, creativa y técnica propuesta teatral del director Chacón Pérez, quien así ha regresado a su país para mostrar una parte de lo aprendido en el Norte, durante los últimos diez años.
Dick & Pussy se aman locamente también ha permitido inaugurar la sala Teatrex en la zona de El Hatillo y además ofrecerle así un espectáculo después de las medianoches de viernes y sábados. Es importante advertir que la audiencia de la Gran Caracas, que no está acostumbrada a presenciar eventos teatrales en ese horario de la madrugada, ha incursionado lentamente, en las primeras semanas, y es posible que esta se incremente como consecuencia de una inteligente campaña promocional, con lo cual ganarán los artistas, los empresarios y por, supuesto, el público.
Pero el rocambolesco ámbito cinematográfico de la pornografía gringa sirvió para que el dramaturgo Jaime Nieto Passano (Lima, 1967) escribiera y estrenara, con intenciones críticas, su comedia Dick & Pussy se aman locamente (1998), en la gris capital peruana, a la cual el director venezolano David Chacón Pérez también montó en Miami (2005) y ahora exhibe en la sala Teatrex de Caracas, tras haber superado un bufonesco incidente con tres actores que desertaron por “sus excesos”.
Ambientada en los estadounidenses años setenta, Dick & Pussy se aman locamente es una grata comedia para caricaturizar a la industria del cine pornográfico, utilizando la estética de las comiquitas y de los cartones de la Warner Brothers. La pieza es un cuento de hadas para adultos, un tanto naif y con obvios guiños al Fausto de Goethe, donde la música disco tiene un rol primordial. Ahí el diablo visita al narcotraficante Dick, quien está a punto de suicidarse, y le propone, a cambio de su alma, un único deseo, que es amar y ser amado por Pussy, deliciosa estrella del cine porno que dirige su marido. Lo que viene después es una delirante farsa, especialmente cuando “filman” una película, hasta que el amor imposible se materializa, en medio de humoradas con escenas farsescas de sexo y mucha música. La moraleja es que los seres humanos debemos amar por encima de las dificultades que se presenten y para ello hay que estar dispuestos a todo con tal de alcanzar esos niveles de felicidad que solamente las relaciones amorosas puedan dar. Edulcorado mensaje romántico en medio de circunstancias sumamente complejas.
Esta aguda parodia sobre lo que pudo haber ocurrido en una empresa pornográfica, hace su primera temporada caraqueña gracias a la entrega profesional de Willy Saballo y Carolina Colmenares, eficientemente apuntalados por Carolina López, Alejandro Corona, Adolfo Cubas y ese gran histrión que es Salomón Adames. Todo un poco frecuente sexteto de comediantes ceñidos a la exigente, creativa y técnica propuesta teatral del director Chacón Pérez, quien así ha regresado a su país para mostrar una parte de lo aprendido en el Norte, durante los últimos diez años.
Dick & Pussy se aman locamente también ha permitido inaugurar la sala Teatrex en la zona de El Hatillo y además ofrecerle así un espectáculo después de las medianoches de viernes y sábados. Es importante advertir que la audiencia de la Gran Caracas, que no está acostumbrada a presenciar eventos teatrales en ese horario de la madrugada, ha incursionado lentamente, en las primeras semanas, y es posible que esta se incremente como consecuencia de una inteligente campaña promocional, con lo cual ganarán los artistas, los empresarios y por, supuesto, el público.
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