Libertador Morales, el justiciero es la primera película de larga duración en la que participa como protagonista. Anteriormente había protagonizado tres cortometrajes: 900pánico (Hernán Jabes, 2003), con el cual se sintió muy complacido y con el que dio a conocer en el cine, además de haber sido un producto que gustó bastante, hasta el punto de haber obtenido más de 12 premios nacionales; luego vendrían ¿Qué importa cuánto duran las pilas? (2005) y Libre (2008) ambos dirigidos por Gustavo Rondón; el primero se gano del concurso Proyecto 48 de TNT en Venezuela y el segundo fue recientemente galardonado con el tercer lugar en la tercera edición del AXN Film Festival en Mazatlán, México. Asimismo había tenido una pequeña participación en el largometraje de Alejandro Bellame, El tinte de la fama (2008); y otro más en Al borde de la línea (2008) de Carlos Villegas.
Esa es, por ahora, la ficha cinematográfica de Rafael Gil, el protagonista de Libertador Morales, el justiciero (Efterpi Charalambidis, 2009).
Esa es, por ahora, la ficha cinematográfica de Rafael Gil, el protagonista de Libertador Morales, el justiciero (Efterpi Charalambidis, 2009).
-¿Cómo llega al cine? ¿Tiene estudios en esta disciplina?
-Mi escuela fue el teatro. Me inicié en teatro a partir de 1990, pero en realidad, profesionalmente hablando, fue a partir del 2003, cuando primeramente ingreso al Taller de Teatro de la Escuela de Artes de la UCV, cátedra dirigida por aquel entonces por el maestro Ugo Ulive; y posteriormente, y en el mismo año, ingreso como ‘meritorio’ en el Taller del Programa de Formación de la Compañía Nacional de Teatro, dirigida en su momento por Isaac Chocrón. El cine llega como complemento, como una necesidad de seguir avanzando y desarrollándome en el campo de la actuación, y no sólo por lo anterior sino que también viene ligado a mis estudios de cine en la mencionada Escuela de Artes, allí comencé a realizar varios trabajos de corta duración en la que me involucré como intérprete, e incluso participando como director en un cortometraje de doce minutos de duración titulado Visión (1996).
-¿Cómo llega a Libertador Morales?
-Yo no llego a él, el personaje llegó a mí. Yo no me lo esperaba, para nada. El guión llegó a mí, la propuesta me llegó gracias a la directora Efterpi Charalambidis. Corría el primer trimestre del 2007 y Efterpi me convidó a leer el guión y me habló de este personaje, que era todo un personaje. Además era el protagonista, tenía un nombre inolvidable y era el héroe en la película. Eran muchas cosas juntas para decirle no a la propuesta. Una propuesta en la que puedo decir con certeza que fue “amor a primera vista”. Sin haberme leído el guión, y con sólo oír a la directora hablar tan noble y tan seguramente sobre un personaje de las características de Libertador Morales, y el contexto donde ocurría la historia ya me había ganado a la causa. Yo quise ser ese Libertador.
-Mi escuela fue el teatro. Me inicié en teatro a partir de 1990, pero en realidad, profesionalmente hablando, fue a partir del 2003, cuando primeramente ingreso al Taller de Teatro de la Escuela de Artes de la UCV, cátedra dirigida por aquel entonces por el maestro Ugo Ulive; y posteriormente, y en el mismo año, ingreso como ‘meritorio’ en el Taller del Programa de Formación de la Compañía Nacional de Teatro, dirigida en su momento por Isaac Chocrón. El cine llega como complemento, como una necesidad de seguir avanzando y desarrollándome en el campo de la actuación, y no sólo por lo anterior sino que también viene ligado a mis estudios de cine en la mencionada Escuela de Artes, allí comencé a realizar varios trabajos de corta duración en la que me involucré como intérprete, e incluso participando como director en un cortometraje de doce minutos de duración titulado Visión (1996).
-¿Cómo llega a Libertador Morales?
-Yo no llego a él, el personaje llegó a mí. Yo no me lo esperaba, para nada. El guión llegó a mí, la propuesta me llegó gracias a la directora Efterpi Charalambidis. Corría el primer trimestre del 2007 y Efterpi me convidó a leer el guión y me habló de este personaje, que era todo un personaje. Además era el protagonista, tenía un nombre inolvidable y era el héroe en la película. Eran muchas cosas juntas para decirle no a la propuesta. Una propuesta en la que puedo decir con certeza que fue “amor a primera vista”. Sin haberme leído el guión, y con sólo oír a la directora hablar tan noble y tan seguramente sobre un personaje de las características de Libertador Morales, y el contexto donde ocurría la historia ya me había ganado a la causa. Yo quise ser ese Libertador.
-¿Cómo fue el proceso de rodaje, pero antes el de caracterización?
-De antemano, el guión era de por sí contundente y yo me podía dar la tarea de ir definiendo el personaje con las característica específicas allí descritas, además la guionista-directora había hecho todo un análisis retrospectivo de Libertador en la cual me apoyé muchísimo. Los rasgos y la forma de este personaje se fueron delineando con el trabajo de mesa y con los ensayos previos al rodaje. Paralelamente, el trabajo de campo fue una labor que tenía que realizar día a día donde incluía por ejemplo: observar a algunos motorizados durante su trabajo, y la conversación por supuesto con ellos mismos de cómo se debe y no se debe manejar y atender al público, práctica casi diaria con el entrenador de manejo, y también con el entrenador de defensa personal, visionado de algunas películas de acción sobre algún héroe determinado, y la lectura diaria del periódico y los sucesos del día. En fin, todas estas atenciones fueron alimentando las características que dieron cuerpo a este personaje. Y para completar, dos libros de cabecera, en los cuales me apoyé, me acompañaron siempre en este proceso: Vida y pensamientos del Libertador de Temilo Chirinos, y Los diarios perdidos de Manuela Sáenz y otros papeles de Carlos Álvarez Saá.
-“En lo que se refiere al rodaje, este fue un proceso que en principio debía realizarse en dos meses. Sin embargo, y por las constantes lluvias, se fue retrasando y hubo que extenderse por tres semanas más. La otra complicación fue el hecho de haber rodado en pleno centro (Av Baralt, Av Bolívar, Av Lecuna y calles adyacentes) y la dificultad por el nivel de ruido que hay en la zona, y que se extendía hasta altas horas de la noche, característica propia de la ciudad.
-¿Cómo ve a su personaje: real, fantástico o simplemente humano?
-Por supuesto, Libertador es un personaje salido de una película de ficción. Sin embargo, no dudo que hay allá afuera personajes de nuestra vida real que tienden a tener algo de Libertador Morales: su honestidad, su gentileza, su cortesía, su don de maestro, su afán de altruismo, su convicción de la lealtad, el orden y el respeto, sus creencias sobre una sociedad más justa y definitivamente menos individualista y más colectiva. Yo creo que hay personas que tienen estos valores, y creyendo esto puedo pensar en un colectivo, en una ciudad, en un país más loable y humano. Lo que pasa con Libertador es que en él, estas características se acentúan, se hacen más visibles, es un personaje casi teatral que sin embargo no deja de ser humano. En él sus virtudes salen a relucir sin vacilaciones, sin tapujos.
-¿Cree que servirá de algo al convertir o trasformar al mototaxista en personaje de cine?
-Yo creo en mi labor como comunicador. Creo en el cine como un medio generador de mensajes tan directos y que llegan hasta límites insospechados. Creo en la virtud del cine como medio expresivo. Creo en la inteligencia del público que va a observar esta película. Por medio de Libertador Morales, el justiciero estoy creyendo en una actitud positiva y definitivamente aleccionadora que en este caso recae en un mototaxista, que incluso es un héroe. Se ha dicho mucho sobre lo negativo del mototaxista. ¿Qué hay de malo en hablar de lo positivo? Qué hay de malo en dedicar esta película a los motorizados y de reivindicar su actitud, su trabajo? Lo que está haciendo la película es acentuar los valores positivos. En ese sentido lo que hay que hacer en la realidad es dar un orden, con lógica, y coherencia a las cosas, y en eso estamos involucrados no solamente los mototaxistas sino el resto de la sociedad. Gané mucha experiencia realizando esta película que me ‘educo’, me ‘enseñó’ literalmente. Yo sólo espero que con ella gane el cine nacional, y ganemos todos convirtiéndonos o transformándonos en mejores individuos no sólo para nosotros mismos sino para el que está a nuestro lado.
-¿Tiene alguna anécdota del rodaje?
-Sufrí dos caídas con la moto: una en los entrenamientos y otra durante el rodaje donde persigo a un ladrón. El hecho que haya aterrizado, casi, en buena forma, voltereta incluida, hizo que se afianzara más el trabajo que estaba haciendo como El justiciero. A mí particularmente, estas situaciones extremas que te exponen como actor son, aunque no lo parezcan, bienvenidas porque a fin de cuentas son situaciones que te obligan a cruzar límites que muchas veces algunos actores no son capaces de superar.
-¿Qué viene después?
-Después de Libertador…? Seguir buscando justicia. A fin de cuentas para eso sigo haciendo teatro y ahora cine.
-De antemano, el guión era de por sí contundente y yo me podía dar la tarea de ir definiendo el personaje con las característica específicas allí descritas, además la guionista-directora había hecho todo un análisis retrospectivo de Libertador en la cual me apoyé muchísimo. Los rasgos y la forma de este personaje se fueron delineando con el trabajo de mesa y con los ensayos previos al rodaje. Paralelamente, el trabajo de campo fue una labor que tenía que realizar día a día donde incluía por ejemplo: observar a algunos motorizados durante su trabajo, y la conversación por supuesto con ellos mismos de cómo se debe y no se debe manejar y atender al público, práctica casi diaria con el entrenador de manejo, y también con el entrenador de defensa personal, visionado de algunas películas de acción sobre algún héroe determinado, y la lectura diaria del periódico y los sucesos del día. En fin, todas estas atenciones fueron alimentando las características que dieron cuerpo a este personaje. Y para completar, dos libros de cabecera, en los cuales me apoyé, me acompañaron siempre en este proceso: Vida y pensamientos del Libertador de Temilo Chirinos, y Los diarios perdidos de Manuela Sáenz y otros papeles de Carlos Álvarez Saá.
-“En lo que se refiere al rodaje, este fue un proceso que en principio debía realizarse en dos meses. Sin embargo, y por las constantes lluvias, se fue retrasando y hubo que extenderse por tres semanas más. La otra complicación fue el hecho de haber rodado en pleno centro (Av Baralt, Av Bolívar, Av Lecuna y calles adyacentes) y la dificultad por el nivel de ruido que hay en la zona, y que se extendía hasta altas horas de la noche, característica propia de la ciudad.
-¿Cómo ve a su personaje: real, fantástico o simplemente humano?
-Por supuesto, Libertador es un personaje salido de una película de ficción. Sin embargo, no dudo que hay allá afuera personajes de nuestra vida real que tienden a tener algo de Libertador Morales: su honestidad, su gentileza, su cortesía, su don de maestro, su afán de altruismo, su convicción de la lealtad, el orden y el respeto, sus creencias sobre una sociedad más justa y definitivamente menos individualista y más colectiva. Yo creo que hay personas que tienen estos valores, y creyendo esto puedo pensar en un colectivo, en una ciudad, en un país más loable y humano. Lo que pasa con Libertador es que en él, estas características se acentúan, se hacen más visibles, es un personaje casi teatral que sin embargo no deja de ser humano. En él sus virtudes salen a relucir sin vacilaciones, sin tapujos.
-¿Cree que servirá de algo al convertir o trasformar al mototaxista en personaje de cine?
-Yo creo en mi labor como comunicador. Creo en el cine como un medio generador de mensajes tan directos y que llegan hasta límites insospechados. Creo en la virtud del cine como medio expresivo. Creo en la inteligencia del público que va a observar esta película. Por medio de Libertador Morales, el justiciero estoy creyendo en una actitud positiva y definitivamente aleccionadora que en este caso recae en un mototaxista, que incluso es un héroe. Se ha dicho mucho sobre lo negativo del mototaxista. ¿Qué hay de malo en hablar de lo positivo? Qué hay de malo en dedicar esta película a los motorizados y de reivindicar su actitud, su trabajo? Lo que está haciendo la película es acentuar los valores positivos. En ese sentido lo que hay que hacer en la realidad es dar un orden, con lógica, y coherencia a las cosas, y en eso estamos involucrados no solamente los mototaxistas sino el resto de la sociedad. Gané mucha experiencia realizando esta película que me ‘educo’, me ‘enseñó’ literalmente. Yo sólo espero que con ella gane el cine nacional, y ganemos todos convirtiéndonos o transformándonos en mejores individuos no sólo para nosotros mismos sino para el que está a nuestro lado.
-¿Tiene alguna anécdota del rodaje?
-Sufrí dos caídas con la moto: una en los entrenamientos y otra durante el rodaje donde persigo a un ladrón. El hecho que haya aterrizado, casi, en buena forma, voltereta incluida, hizo que se afianzara más el trabajo que estaba haciendo como El justiciero. A mí particularmente, estas situaciones extremas que te exponen como actor son, aunque no lo parezcan, bienvenidas porque a fin de cuentas son situaciones que te obligan a cruzar límites que muchas veces algunos actores no son capaces de superar.
-¿Qué viene después?
-Después de Libertador…? Seguir buscando justicia. A fin de cuentas para eso sigo haciendo teatro y ahora cine.
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