miércoles, julio 29, 2009

Los cerdos no comen margaritas

Tirar, lanzar o echar margaritas, o perlas, o diamantes a los cerdos es una metáfora castellana que se aplica cuando se regala, o se entrega, o se realizan actos de generosidad o de delicadeza hacia alguien que no sabe apreciarlos, o cuando se es educado con aquellos que no saben apreciarlo. La polisemia de esa expresión, que es muy popular y tiene su origen en las escrituras bíblicas, la utiliza el dramaturgo Domingo Palma (Caracas, 1961) como preciso título en su obra Margaritas para los cerdos. Ahí se aborda, en ritmo de comedia melodramática, cómo es la intimidad de las relaciones humanas de tres mujeres que trabajan en una oficina y de la poca importancia que ellas tienen para una sociedad machista, por ese cúmulo de frustraciones, de anhelos insatisfechos y de delirantes imaginaciones de seres marginados como consecuencia de viejas creencias sociales, sustentadas en religiones monoteístas y machistas.
Pero el conflicto de ese trío, que integran Lucia, Pilar y Blanca, es por sus pasiones como hembras insatisfechas, sin machos fijos, y por la ambición que tienen de apoderarse de las joyas de un compañera “la Lewinsky”, la amante de turno del jefe de esa oficina o despacho. En resumen, es una crítica sin piedad ninguna contra la sociedad burguesa que ha convertido a la mujer en decorativo y utilitario objeto sexual, y todas las peripecias existenciales que hacen para recuperar su dignidad y sus respectivas libertades, cuando se dan cuenta de lo que merecen y pueden obtener.
Margarita para los cerdos, que hace temporada en el Teatro San Martín de Caracas, es una entretenida prédica antimachista o una advertencia para aquellas mujeres que no se asumen como seres humanos con derechos y obligaciones y quienes prefieren proseguir como hasta ahora lo han hecho.Gracias al colectivo Sobretablas de Venezuela, agrupación creada hace seis años, hemos disfrutado de esta agresiva lectura escénica, dirigida por Jennifer Morales y resuelta, muy profesionalmente, por Celma Rojas, Paola Baroferre y Maigualida Gamero como “las margaritas” que luchan para no ser devoradas por los cerdos, y los precisos soportes de Gleinson Medina, Johan Manuel y Zammy Jiménez, además de Lunna Copland como la Lewinsky.
Hay que resaltar que este montaje sobre una temática y con esa argumentación tan rocambolescas, pero calcadas de la realidad, tiene unos momentos lúdicos deliciosos, si, y es cuando el terceto de sufridas féminas, optan por cantar, en playback, varios temas de un “guerrera” canta española que denuncia los abusos y los requeteabusos de eso que los hispanos han dado en llamar “violencia domestica”. Y por si fuera poco hasta interactúan con el público, que ya para esos momentos finales esta casi “derretido” por el espectáculo. ¡Gente buena, inteligente y trabajadora asoma en el horizonte!
Domingo Palma
Pero no podíamos concluir esta reseña sin mencionar que el autor es egresado en Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello, fue participante con bolsa de trabajo del Taller Anual de Narrativa del Centro de Estudios Rómulo Gallegos bajo la guía de los escritores venezolanos Oswaldo Trejo y Alberto Guaura; integrante del Taller de Narrativa de la Escuela de Letras de la Universidad Católica Andrés con el escritor y semiólogo venezolano Manuel Bermúdez.
Ha ganado varios nacionales e internacionales y ha escrito 10 obras de teatro, y en el año 2000 publicó la novela en tono de comedia Abuela Vuela. Ha sido guionista del programa de televisión dirigido a niños, Los del galpón, producido por La Fundación del Niño (Venezuela) y la UNESCO. Fue guionista del programa infantil de televisión Agrandaditos y del programa de concursos para adultos Números Rojos, ambos producidos por Promofilm para la empresa televisora Telemundo en Estados Unidos de América.
Su obra dramática, que se puede leer y bajar de la pagina Web: http://www.domingopalma.com.ar, es considerada ácida, dolorosa, urbana, llena de acción trepidante, según sus exégetas. En Siniestra explora el mundo adolescente con un “teatro-comic” repleto de sangre y odio. Con Margaritas para los cerdos trabaja la amistad en el sitio de trabajo, esa flor que surge milagrosa de las grietas del cemento. Pinta saliéndote de la raya es un homenaje a quienes han perdido al ser amado, no existe dolor más inexplicable que haber conseguido el tesoro del amor, conservarlo, entre dos hacerlo crecer para perderlo en manos de la nada. Con Paraguas para un aguacero de elefantes prueba aguas más intimistas aunque no menos lacerantes, la venganza del amor no correspondido en medio de un atentado terrorista. Con Saco de gatas vuelve al paradigma de las tres unidades dramáticas de acción, tiempo y espacio para explorar la tolerancia, dos mujeres viejas con cosmovisiones opuestas tienen que compartir el mismo cuarto en el asilo de ancianos en que les toca esperar la muerte. Con Acompáñame a morir juega con el Síndrome de Stockholm, ese vínculo tan fuerte que se forma entre secuestrador y secuestrado, tal vez porque saben que ambos se están jugando la vida.





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