Iraida Tapias, licenciada en sociología y antropología, reconocida escritora para el teatro, la televisión y el cine, además de actriz y directora teatral, es noticia porque su más reciente pieza, La peor de todas, se presenta únicamente los miércoles y los jueves, a las 8:00 PM en el Complejo Cultural Trasnocho, gracias a las actuaciones de Rebeca Alemán, Andreína Blanco, Gerardo Soto y Giovanni Reali, con la puesta en escena conseguida bajo la egida de Juan José Martín.
A Iraida la conocimos cuando cursábamos sociología en la UCV y desde entonces nos place que revele, para los que aún no la conocen, ¿por qué está en el teatro y en el continúa, precisamente, en estos tiempos nada fáciles para la libertad humana?
- Como he dicho otras veces, nací y aprendí a caminar en un escenario. Mi mamá Ligia Tapias nos regaló a mi hermana y a mí, el poder crecer en un mundo de gente de teatro, pintores, bailarines, poetas, intelectuales. Jugar con muñecas en el medio de discusiones políticas, y disertaciones filosóficas. Ver teatro de todo tipo y censura. Estar en los ensayos escuchando que el teatro es la manera más directa de llegar al alma y a la razón del público. Aprender que crear es tanto ejercer el derecho a ser libres como el cumplimiento del deber a defender la libertad propia y la colectiva. No tuve ni quise otra vía que el teatro, suerte de acto de amor con un gentío en un espacio en que compartimos lo público y lo privado.
-¿Cuántas obras tiene hasta ahora?
- De teatro sólo tres: el monólogo Afrodita, cuerpo de señora, y las obras Los elegidos, acerca del amor prohibido entre Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez, y ahora La peor de todas, un acercamiento a Sor Juana Inés de la Cruz, poetisa y religiosa mexicana que habría nacido el 12 de noviembre de 1648 y que “comenzó su eternidad” el 17 de abril de 1695
-¿Cómo es eso de “La peor de todas”?
-“Yo, la peor de todas”, así se definió a sí misma Sor Juana Inés de la Cruz al firmar la abjuración de su vida y obra con su propia sangre. Al mismo tiempo, el Viejo Mundo y el Muevo la conocían y elogiaban como “La décima musa” o “La fénix de México”. Padeció un siglo que agonizaba y como tal negado a morir, acentuando su oscurantismo, su intolerancia. Momento en el cual, la monja, se permitió un amor prohibido, faltando a las leyes del hombre y de Dios. Época agonizante que no le perdonó su condición de “mujer” y su estigma de “bastarda”. Su talento y espíritu libre, nacido fuera de época, anunciaban con la escritura y con su propia existencia la llegada de nuevos tiempos. Vivió bajo sospecha y aun así se atrevió a opinar. Osadía que fue castigada con ensañamiento y alevosía. Una intelectual silenciada por subversiva. Murió de silencio. Sabía que su grito en pro de la justicia y respeto para con la mujer ya había trascendido océanos y tiempos gracias a su verbo. Pasó por la vida y no permitió que la vida pasara ante ella.
- ¿Cómo nació ese texto y cuales fueron las etapas de investigación?
-Así como Los elegidos, este texto nació de una nueva coincidencia con Rebeca Alemán en un tema. Para ambas, Sor Juana fue una mujer adelantadísima a su época, un icono de estas latitudes por su talento, la primera voz femenina que se levanta para exigir igualdad de oportunidades. Compartimos la admiración y aproximación, cada quien por su lado, no sólo al ingenio de la religiosa sino a su valentía puesto que conteste del prejuicio que le negaba los estudios por ser mujer, se atrevió a buscar el saber en su pasión por el conocimiento. Acordamos entonces que yo escribiera el texto y su empresa Water People Theater Company produciría el montaje. Investigué por más de un año al personaje. Juana Inés ha despertado en todo el mundo curiosidad y emoción de historiadores, profesores de literatura, analistas jungianos, freudianos, lacanianos; poetas, dramaturgos. Así que leí todo lo que estuvo a mi alcance y luego me centré en su obra. Escribí rápido el texto pero me costó mucho sentarme a hacerlo, respeto demasiado escribir teatro, creo que es muy difícil, quizás tanto como escribir poesía. Y además se trata de un personaje muy complejo con una vasta obra, no es sencillo condensar una vida llena de versos y signada trágicamente por el destino.
-¿Por qué escribe de nuevo sobre las atribulaciones de una mujer en este continente?
-Me enerva el abuso del poder en cualquier instancia. Abusó Rosas, el dictador argentino, al perseguir y matar a Camila, embarazada de seis meses, y al sacerdote Ladislao porque se amaron en el ejercicio de su libre albedrío. Rosas sintió tambalear su Poder y los fusiló. En el caso de Sor Juana Inés era demasiado avanzada para su época, creía que Dios era mujer y hombre a la vez, padre y madre al unísono; y el alma hecha a semejanza de Dios disfruta del mayor regalo, el libre albedrío. No pudo ni quiso pasar desapercibida y “las palabras aunque verdaderas ocasionan castigo, a quien las pronuncia si se es mujer”. La obra y la vida de Sor Juana Inés hablan del derecho a la libertad y el deber de defenderla.
-¿Por que una pieza sobre una religiosa?
-Sor Juana Inés tomó los hábitos porque estaba absolutamente segura que era lo único que le quedaba en su condición de bastarda y sin herencia. Vistió el hábito para poder estudiar, leer y escribir. Eligió el claustro en la búsqueda de soledad para entender al universo y a Dios, no por la fe sino por la razón. Amó a una virreina y escribió acerca de ese amor. Se atrevió a opinar por escrito acerca de la Teología. Jamás fue considerada “santa” por la alta jerarquía eclesiástica que incluso puso en tela de juicio su vocación. Todo lo contrario fue “acusada” de singular y siempre estuvo bajo sospecha del poder. Fue osada y adelantada a su tiempo y la Santa Madre Iglesia no se lo perdonó, por lo que haciendo uso y abuso de su poder la obligó a firmar con su propia sangre la abjuración de su vida.
- ¿Es teatro religioso místico o es un pretexto para denunciar los atropellos contra las mujeres en general o en particular contra quienes no se adhieren a los postulados que impone el Poder?
-Lo que intento con el teatro, el cine, y la propia televisión que escribo es jorungarle el alma y el entendimiento al público. Y una vez comprometidos en la emoción, pensar respecto a los excesos del poder, a la injusticia para con los más vulnerables. En el siglo XVII, tiempo de Sor Juana en la “Nueva España”, la mujer fue considerada poco menos que una bestia, el único valor que se le otorgaba fue el de la maternidad. De resto se le exigía obediencia, sumisión y silencio. Cuatro siglos después, el espíritu oscurantista y persecutorio en contra de la mujer y de los más vulnerables, sean pobres o discapacitados o distintos o piensen diferente al Poder, sigue emboscado en la sociedad y la cultura; solo que en estos tiempos se han sofisticado los mecanismos y dinámicas en el intento de subyugar de impedir el ejercicio de la libertad a ser, a opinar, a decir, a crear.
-¿No le preocupa el rechazo del público hacia una temática tan definida?
-Quienes escribimos y hacemos teatro o cine o televisión, lo hacemos porque queremos comunicarle algo que nos parece vital a los otros, a nuestro entorno, y lo que más deseamos es que el texto llegue a la mayor cantidad de gente posible; que trascienda fronteras, maneras de ser y hacer; que trascienda en el espíritu y la vida de los otros. Y si bien es cierto que en tiempos duros como los que estamos viviendo, la reacción inmediata es la evasión, sólo es momentánea, más tarde que temprano nos toca afrontar la realidad y accionar en función de transformarla. Creo en el compromiso “con” “por” y “para” el colectivo y en función de ello actúo. Pienso que todo el teatro que se hace comedia, drama, melodrama, musical, tragedia, vodevil, stand up comedy, performance, tiene una temática específica. Ya sea que se hable de las vaginas, de la homosexualidad, del segregacionismo, de la cotidianidad. El amor, el poder y la injusticia son los grandes temas de la literatura y dramaturgia mundial de todos los siglos. La vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz es una síntesis de esos tres grandes temas. De verdad siento que el público va a ir. Estoy segura que las personas que asistan al Trasnocho, van a salir conmovidos, removidos y lo van agradecer. Allí voy a esperar a la gente, yo, Iraida Tapias, la peor de todas.
A Iraida la conocimos cuando cursábamos sociología en la UCV y desde entonces nos place que revele, para los que aún no la conocen, ¿por qué está en el teatro y en el continúa, precisamente, en estos tiempos nada fáciles para la libertad humana?
- Como he dicho otras veces, nací y aprendí a caminar en un escenario. Mi mamá Ligia Tapias nos regaló a mi hermana y a mí, el poder crecer en un mundo de gente de teatro, pintores, bailarines, poetas, intelectuales. Jugar con muñecas en el medio de discusiones políticas, y disertaciones filosóficas. Ver teatro de todo tipo y censura. Estar en los ensayos escuchando que el teatro es la manera más directa de llegar al alma y a la razón del público. Aprender que crear es tanto ejercer el derecho a ser libres como el cumplimiento del deber a defender la libertad propia y la colectiva. No tuve ni quise otra vía que el teatro, suerte de acto de amor con un gentío en un espacio en que compartimos lo público y lo privado.
-¿Cuántas obras tiene hasta ahora?
- De teatro sólo tres: el monólogo Afrodita, cuerpo de señora, y las obras Los elegidos, acerca del amor prohibido entre Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez, y ahora La peor de todas, un acercamiento a Sor Juana Inés de la Cruz, poetisa y religiosa mexicana que habría nacido el 12 de noviembre de 1648 y que “comenzó su eternidad” el 17 de abril de 1695
-¿Cómo es eso de “La peor de todas”?
-“Yo, la peor de todas”, así se definió a sí misma Sor Juana Inés de la Cruz al firmar la abjuración de su vida y obra con su propia sangre. Al mismo tiempo, el Viejo Mundo y el Muevo la conocían y elogiaban como “La décima musa” o “La fénix de México”. Padeció un siglo que agonizaba y como tal negado a morir, acentuando su oscurantismo, su intolerancia. Momento en el cual, la monja, se permitió un amor prohibido, faltando a las leyes del hombre y de Dios. Época agonizante que no le perdonó su condición de “mujer” y su estigma de “bastarda”. Su talento y espíritu libre, nacido fuera de época, anunciaban con la escritura y con su propia existencia la llegada de nuevos tiempos. Vivió bajo sospecha y aun así se atrevió a opinar. Osadía que fue castigada con ensañamiento y alevosía. Una intelectual silenciada por subversiva. Murió de silencio. Sabía que su grito en pro de la justicia y respeto para con la mujer ya había trascendido océanos y tiempos gracias a su verbo. Pasó por la vida y no permitió que la vida pasara ante ella.
- ¿Cómo nació ese texto y cuales fueron las etapas de investigación?
-Así como Los elegidos, este texto nació de una nueva coincidencia con Rebeca Alemán en un tema. Para ambas, Sor Juana fue una mujer adelantadísima a su época, un icono de estas latitudes por su talento, la primera voz femenina que se levanta para exigir igualdad de oportunidades. Compartimos la admiración y aproximación, cada quien por su lado, no sólo al ingenio de la religiosa sino a su valentía puesto que conteste del prejuicio que le negaba los estudios por ser mujer, se atrevió a buscar el saber en su pasión por el conocimiento. Acordamos entonces que yo escribiera el texto y su empresa Water People Theater Company produciría el montaje. Investigué por más de un año al personaje. Juana Inés ha despertado en todo el mundo curiosidad y emoción de historiadores, profesores de literatura, analistas jungianos, freudianos, lacanianos; poetas, dramaturgos. Así que leí todo lo que estuvo a mi alcance y luego me centré en su obra. Escribí rápido el texto pero me costó mucho sentarme a hacerlo, respeto demasiado escribir teatro, creo que es muy difícil, quizás tanto como escribir poesía. Y además se trata de un personaje muy complejo con una vasta obra, no es sencillo condensar una vida llena de versos y signada trágicamente por el destino.
-¿Por qué escribe de nuevo sobre las atribulaciones de una mujer en este continente?
-Me enerva el abuso del poder en cualquier instancia. Abusó Rosas, el dictador argentino, al perseguir y matar a Camila, embarazada de seis meses, y al sacerdote Ladislao porque se amaron en el ejercicio de su libre albedrío. Rosas sintió tambalear su Poder y los fusiló. En el caso de Sor Juana Inés era demasiado avanzada para su época, creía que Dios era mujer y hombre a la vez, padre y madre al unísono; y el alma hecha a semejanza de Dios disfruta del mayor regalo, el libre albedrío. No pudo ni quiso pasar desapercibida y “las palabras aunque verdaderas ocasionan castigo, a quien las pronuncia si se es mujer”. La obra y la vida de Sor Juana Inés hablan del derecho a la libertad y el deber de defenderla.
-¿Por que una pieza sobre una religiosa?
-Sor Juana Inés tomó los hábitos porque estaba absolutamente segura que era lo único que le quedaba en su condición de bastarda y sin herencia. Vistió el hábito para poder estudiar, leer y escribir. Eligió el claustro en la búsqueda de soledad para entender al universo y a Dios, no por la fe sino por la razón. Amó a una virreina y escribió acerca de ese amor. Se atrevió a opinar por escrito acerca de la Teología. Jamás fue considerada “santa” por la alta jerarquía eclesiástica que incluso puso en tela de juicio su vocación. Todo lo contrario fue “acusada” de singular y siempre estuvo bajo sospecha del poder. Fue osada y adelantada a su tiempo y la Santa Madre Iglesia no se lo perdonó, por lo que haciendo uso y abuso de su poder la obligó a firmar con su propia sangre la abjuración de su vida.
- ¿Es teatro religioso místico o es un pretexto para denunciar los atropellos contra las mujeres en general o en particular contra quienes no se adhieren a los postulados que impone el Poder?
-Lo que intento con el teatro, el cine, y la propia televisión que escribo es jorungarle el alma y el entendimiento al público. Y una vez comprometidos en la emoción, pensar respecto a los excesos del poder, a la injusticia para con los más vulnerables. En el siglo XVII, tiempo de Sor Juana en la “Nueva España”, la mujer fue considerada poco menos que una bestia, el único valor que se le otorgaba fue el de la maternidad. De resto se le exigía obediencia, sumisión y silencio. Cuatro siglos después, el espíritu oscurantista y persecutorio en contra de la mujer y de los más vulnerables, sean pobres o discapacitados o distintos o piensen diferente al Poder, sigue emboscado en la sociedad y la cultura; solo que en estos tiempos se han sofisticado los mecanismos y dinámicas en el intento de subyugar de impedir el ejercicio de la libertad a ser, a opinar, a decir, a crear.
-¿No le preocupa el rechazo del público hacia una temática tan definida?
-Quienes escribimos y hacemos teatro o cine o televisión, lo hacemos porque queremos comunicarle algo que nos parece vital a los otros, a nuestro entorno, y lo que más deseamos es que el texto llegue a la mayor cantidad de gente posible; que trascienda fronteras, maneras de ser y hacer; que trascienda en el espíritu y la vida de los otros. Y si bien es cierto que en tiempos duros como los que estamos viviendo, la reacción inmediata es la evasión, sólo es momentánea, más tarde que temprano nos toca afrontar la realidad y accionar en función de transformarla. Creo en el compromiso “con” “por” y “para” el colectivo y en función de ello actúo. Pienso que todo el teatro que se hace comedia, drama, melodrama, musical, tragedia, vodevil, stand up comedy, performance, tiene una temática específica. Ya sea que se hable de las vaginas, de la homosexualidad, del segregacionismo, de la cotidianidad. El amor, el poder y la injusticia son los grandes temas de la literatura y dramaturgia mundial de todos los siglos. La vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz es una síntesis de esos tres grandes temas. De verdad siento que el público va a ir. Estoy segura que las personas que asistan al Trasnocho, van a salir conmovidos, removidos y lo van agradecer. Allí voy a esperar a la gente, yo, Iraida Tapias, la peor de todas.
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