A tres décadas de su mutis es urgente recordar que César Rengifo (Caracas, 1915/1980) es un artista integral como pocos han brotado en esta Tierra de Gracia. Siempre luchó para que su pintura y su teatro -dejó unas 40 obras- llevasen la presencia física y conceptual de Venezuela y sus habitantes. Quería un fantástico fresco o un inconmensurable escenario repleto de sabanas, ríos, garzas, caballos, reces y siempre sus pacientes y sufridos habitantes –indígenas, afrodescendientes, mestizos y blancos- dedicados a preñar la tierra para levantar sus familias, pero sin descuidar al baile, la poesía y el amor. Él con sus disciplinas creativas hizo lo mismo que Rómulo Gallegos (Caracas, 1884/ 1969) con su literatura, así los digerimos nosotros. Esa es la patria venezolana que aprehendimos, poetizada por ese par de gigantes caraqueños.
El humanismo de Rengifo no gustó a varias generaciones de teatreros, quienes prefirieron un teatro “más universal”, por ende “menos criollo” y se apasionaron por todo aquello que venia “allende las fronteras”. No se dieron cuenta que el estiércol del diablo sería su perdición y proporcionaría unos cuantos desastres sociales y por ende culturales, por adorar al becerro de oro negro. No obstante, sus palabras germinaron en algunas piezas de Gilberto Pinto, Román Chalbaud y Levy Rossell, además de otros poquísimos autores.
Y como para que nadie olvide ese deseo de Rengifo, la Compañía Nacional de Teatro (CNT), bajo la égida de Eduardo Gil, presentó, en la Sala Anna Julia Rojas de Unearte, el brioso espectáculo músico-teatral El Canoero del Caipe. Asombrosa adaptación escénica con precisa conducción del artista Alexander D’ León, que se basó en la obra del dramaturgo cojedeño Daniel Suárez Hermoso, quien a su vez se inspiró en el poema homónimo de Alberto Arvelo Torrealba (Barinas, 1905/Caracas, 1971).
Mitos llaneros
Con la participación de un nutrido grupo de artistas de la actuación, la danza y la música recia, ésta espectacular producción, que se ambienta en una teatral llanura minimalista, se estructura a través de un texto pletórico de referencias a las ánimas, al Diablo y otros entes fantasmales que tejen la leyenda llanera, a través de personajes como Florentino y el Canoero, una fabula que no es venezolana sino continental.
La obra, que logra teatralizar D´Leon, narra didácticamente la historia de un niño arrastrado por las aguas a un mes de nacido. Un pulpero lo rescata, bajo la protección de un espíritu que no se sabe si es benigno o maligno. Encariñado con el muchacho, el pulpero le regala un bongó o canoa sobre la cual prodigiosamente se desplaza.
Un día, en medio de la tempestad, llega a San Fernando de Apure o “La ciudad de la esperanza”, con dirección al Arauca, una figura exótica que ha remontado caños y fuertes corrientes de río. El ambiente de misterio envuelve la trama teatral para mostrarnos ese primer encuentro entre el Diablo, quien capitanea un bongó, y el Canoero, para informarle que su ánima ya le pertenece.
La atmósfera escénica conduce finamente a nuevos episodios y se muestra al Canoero enamorado de Maruja, quien se extravía y esto lo obliga buscarla de puerto en puerto. Cuando la encuentra, ya de regreso a su hogar, está casada con su padre. El conflicto resulta inevitable y se expresa en un fantástico desafío en el cual el canto y la muerte se conjugan, a través de acciones donde la presencia demoníaca mostrará su marca. Florentino vence al mal, pero el Canoero se desgracia.
Grecia en el llano
En síntesis, el subtexto literario de El Canoero del Caipe, gracias a esos inconmensurables vasos comunicantes de la cultura universal, es lo más puro de la antigua Grecia, base de la dramaturgia occidental. Ahí están: Edipo, Electra y otros mitos que, gracias a la música recia y las interpretaciones de sus cantantes, adquieren brillos poco frecuentes en los escenarios venezolanos, más dedicados a otro tipo de montajes. Recordamos como ésta República, que nos ha costado ríos de sangre y de lágrimas, es multiétnica y multicultural, donde nadie debe desplazar o ningunear al otro. ¡Un difícil equilibrio… que no es molestia alguna intentarlo y alcanzarlo!
Nosotros que pudimos disfrutar de la amistad y de las enseñanzas de César Rengifo, creemos que él se siente complacido de la tarea asumida por la CNT, y todo ese equipo ahí presente de jóvenes de las comunidades barinesas, para mostrar lo capaces que son como actores, como cantantes y como hombres y mujeres del llano, quienes reclaman, una vez más, sus derechos para estar presentes y con mayor frecuencia en todas las manifestaciones de la cultura nacional.
Imposible ignorar a Ángel Rivas, el Canoero; Daniel Vela como el Diablo y Danell Angulo transformado en Florentino, o a ese lorquiano elenco de hembras llaneras desafiando a la muerte para salvar a los hijos y sus machos, cual celosas custodias de la especie. En fin, talento es lo que ahí vimos y disfrutamos, además con músicos como Ismael Lobo y José Ramón Díaz.
En síntesis, El Canoero del Caipe ofrece un recorrido por los mitos e imaginarios del llano, donde la música recia marca el tránsito entre sus diversas atmósferas emocionales y diversidad de tonalidades. Junto a tales fantásticos seres se desarrolla una saga que logra establecer las bases de una autentica poética de la llaneridad, donde todo se celebra y todo es una despedida.
Opiniones ajenas
Para el dramaturgo Suárez Hermoso el Caonero es un Caronte, desandador de los ríos, “él va en la muerte y vive en ella en la presunción de su inocencia”. Según el director Alexander D´León, “es una obra que rinde culto a las leyendas de Barinas. Entes como las ánimas, el Diablo, Florentino, la viuda, el Canoero y Maruja, personajes cargados de trágicos azares, desventurados en ese gran escenario de la soledad. Este viaje en el bongo del Canoero del Caipe ha sido una intensa aventura llena de saberes que reafirmo, que aclaro y que descubro sobre el mágico mundo de nuestra llaneridad y que espero poder trasladar a cada público en todos los rincones de Venezuela gracias a la CNT”.
Artistas y técnicos
La magia escénica de El canoero del Caipe es posible por los talentos conjugados de estos artistas: Rosa Pavón, Elisa Jiménez, Teresa Rosario, Mery Carruido, Ledys Arroyo, Ramona Melero, Yuleima Mujica, Ángel Rivas, Daniel Vela, Danell Angulo, Deivi Sotillo, Carlos Rosales, René Ramírez, Marcos Rodríguez, José David Bojaca, Abel Bojaca, René Ramírez, David Ojeda, José Ramón Díaz, Ismael Lobo, León Padilla (arte), Wiljen Moens (vestuario), Pedro Carrasquel (canto), Ana Moncada (danzas), Jonathan Cardona (sonidos y efectos), Daniel Ramos y Eduard Martínez (personal técnico), Avilmar Franco (producción de campo) y Alexander D`León (director). Producción general: el equipo de la CNT.
El humanismo de Rengifo no gustó a varias generaciones de teatreros, quienes prefirieron un teatro “más universal”, por ende “menos criollo” y se apasionaron por todo aquello que venia “allende las fronteras”. No se dieron cuenta que el estiércol del diablo sería su perdición y proporcionaría unos cuantos desastres sociales y por ende culturales, por adorar al becerro de oro negro. No obstante, sus palabras germinaron en algunas piezas de Gilberto Pinto, Román Chalbaud y Levy Rossell, además de otros poquísimos autores.
Y como para que nadie olvide ese deseo de Rengifo, la Compañía Nacional de Teatro (CNT), bajo la égida de Eduardo Gil, presentó, en la Sala Anna Julia Rojas de Unearte, el brioso espectáculo músico-teatral El Canoero del Caipe. Asombrosa adaptación escénica con precisa conducción del artista Alexander D’ León, que se basó en la obra del dramaturgo cojedeño Daniel Suárez Hermoso, quien a su vez se inspiró en el poema homónimo de Alberto Arvelo Torrealba (Barinas, 1905/Caracas, 1971).
Mitos llaneros
Con la participación de un nutrido grupo de artistas de la actuación, la danza y la música recia, ésta espectacular producción, que se ambienta en una teatral llanura minimalista, se estructura a través de un texto pletórico de referencias a las ánimas, al Diablo y otros entes fantasmales que tejen la leyenda llanera, a través de personajes como Florentino y el Canoero, una fabula que no es venezolana sino continental.
La obra, que logra teatralizar D´Leon, narra didácticamente la historia de un niño arrastrado por las aguas a un mes de nacido. Un pulpero lo rescata, bajo la protección de un espíritu que no se sabe si es benigno o maligno. Encariñado con el muchacho, el pulpero le regala un bongó o canoa sobre la cual prodigiosamente se desplaza.
Un día, en medio de la tempestad, llega a San Fernando de Apure o “La ciudad de la esperanza”, con dirección al Arauca, una figura exótica que ha remontado caños y fuertes corrientes de río. El ambiente de misterio envuelve la trama teatral para mostrarnos ese primer encuentro entre el Diablo, quien capitanea un bongó, y el Canoero, para informarle que su ánima ya le pertenece.
La atmósfera escénica conduce finamente a nuevos episodios y se muestra al Canoero enamorado de Maruja, quien se extravía y esto lo obliga buscarla de puerto en puerto. Cuando la encuentra, ya de regreso a su hogar, está casada con su padre. El conflicto resulta inevitable y se expresa en un fantástico desafío en el cual el canto y la muerte se conjugan, a través de acciones donde la presencia demoníaca mostrará su marca. Florentino vence al mal, pero el Canoero se desgracia.
Grecia en el llano
En síntesis, el subtexto literario de El Canoero del Caipe, gracias a esos inconmensurables vasos comunicantes de la cultura universal, es lo más puro de la antigua Grecia, base de la dramaturgia occidental. Ahí están: Edipo, Electra y otros mitos que, gracias a la música recia y las interpretaciones de sus cantantes, adquieren brillos poco frecuentes en los escenarios venezolanos, más dedicados a otro tipo de montajes. Recordamos como ésta República, que nos ha costado ríos de sangre y de lágrimas, es multiétnica y multicultural, donde nadie debe desplazar o ningunear al otro. ¡Un difícil equilibrio… que no es molestia alguna intentarlo y alcanzarlo!
Nosotros que pudimos disfrutar de la amistad y de las enseñanzas de César Rengifo, creemos que él se siente complacido de la tarea asumida por la CNT, y todo ese equipo ahí presente de jóvenes de las comunidades barinesas, para mostrar lo capaces que son como actores, como cantantes y como hombres y mujeres del llano, quienes reclaman, una vez más, sus derechos para estar presentes y con mayor frecuencia en todas las manifestaciones de la cultura nacional.
Imposible ignorar a Ángel Rivas, el Canoero; Daniel Vela como el Diablo y Danell Angulo transformado en Florentino, o a ese lorquiano elenco de hembras llaneras desafiando a la muerte para salvar a los hijos y sus machos, cual celosas custodias de la especie. En fin, talento es lo que ahí vimos y disfrutamos, además con músicos como Ismael Lobo y José Ramón Díaz.
En síntesis, El Canoero del Caipe ofrece un recorrido por los mitos e imaginarios del llano, donde la música recia marca el tránsito entre sus diversas atmósferas emocionales y diversidad de tonalidades. Junto a tales fantásticos seres se desarrolla una saga que logra establecer las bases de una autentica poética de la llaneridad, donde todo se celebra y todo es una despedida.
Opiniones ajenas
Para el dramaturgo Suárez Hermoso el Caonero es un Caronte, desandador de los ríos, “él va en la muerte y vive en ella en la presunción de su inocencia”. Según el director Alexander D´León, “es una obra que rinde culto a las leyendas de Barinas. Entes como las ánimas, el Diablo, Florentino, la viuda, el Canoero y Maruja, personajes cargados de trágicos azares, desventurados en ese gran escenario de la soledad. Este viaje en el bongo del Canoero del Caipe ha sido una intensa aventura llena de saberes que reafirmo, que aclaro y que descubro sobre el mágico mundo de nuestra llaneridad y que espero poder trasladar a cada público en todos los rincones de Venezuela gracias a la CNT”.
Artistas y técnicos
La magia escénica de El canoero del Caipe es posible por los talentos conjugados de estos artistas: Rosa Pavón, Elisa Jiménez, Teresa Rosario, Mery Carruido, Ledys Arroyo, Ramona Melero, Yuleima Mujica, Ángel Rivas, Daniel Vela, Danell Angulo, Deivi Sotillo, Carlos Rosales, René Ramírez, Marcos Rodríguez, José David Bojaca, Abel Bojaca, René Ramírez, David Ojeda, José Ramón Díaz, Ismael Lobo, León Padilla (arte), Wiljen Moens (vestuario), Pedro Carrasquel (canto), Ana Moncada (danzas), Jonathan Cardona (sonidos y efectos), Daniel Ramos y Eduard Martínez (personal técnico), Avilmar Franco (producción de campo) y Alexander D`León (director). Producción general: el equipo de la CNT.
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