¿Mirtha Pérez cantante o actriz que canta? No, primero que nada, es una mujer que ha vivido (Caracas, 1945) intensamente y siempre contra la corriente y además sin importarle el que dirán los demás. Toda una guerrera por sus derechos. ¿Cómo lo hizo?¿Ha sido feliz o hizo feliz a los demás, especialmente a los hombres con quienes intercambió besos y sueños, algunos con matrimonio y divorcio incluidos? ¿Por qué no la sacaron del medio?
Solamente cuando ella haga mutis la podrán juzgar y hasta comparar con vocalistas como La Lupe o Edith Piaf, otras apasionadas interpretes quienes también se la jugaron el todo por el todo con tal de amar o ser amadas por los hombres o los machos que ellas eligieron, pero ellas además hicieron importantes carreras artísticas.
No somos jueces ni nada parecido para evaluar el intimo periplo existencial de esa maravillosa dama cantante que es Mirtha Pérez, sino simples espectadores que escuchamos su relato, no exento de un profundo despecho, con sus canciones de por medio, tal como lo ha mostrado ante su audiencia al escenificar, con maneras muy convincentes, su singular monólogo La segundísima, el cual escribió y dirigió Luis Fernández, y ahora hace temporada en un local de El Tolón. Una especie de desgarrado streptease verbal sobre algunas facetas de su vida combinado con seis baladas que además han marcado su saga personal.
El titulo de La segundísima, como ella lo cuenta, es porque siempre llegó de segunda en las competencias o concursos artísticos donde compitió y porque en los cuatro matrimonios y divorcios anexados, que la marcaron, en tres también llegó en el segundo lugar, pero eso no le importó porque cuando le correspondieron era la única, lo deducimos nosotros.
En síntesis, La segundísima no es solamente un agradable y nostálgico show de baladas al más puro estilo Mirtha Pérez, es algo más que eso. Es una especie de confesión pagana de sus devaneos amorosos y por eso cita a los actores Raúl Amundaray y Eduardo Serrano (con él se desposó y procrearon una hija), y alude además a la pasión intensa que tuvo con un joven de 17 años, sin identificarlo.
Ella, pues, lo cuenta todo o lo actúa con mucha gracia y con ese distanciamiento que deja el saber que se ha amado y que han correspondido, pero que el tiempo personal no se detiene sino con la muerte y que mientras se viva hay tiempo para saborear lo bueno que fue aquello. O, como también el mexicano Juan Gabriel diría, “cuando la pasión se acaba todo se vuelve cero, una vez más nos encontramos con la soledad, la mejor compañera…o con el corazón, el mejor amigo, tan así que es el último que nos abandona a la hora de la hora”.
La catarsis para el público sensible, que se desprende del show intimista de Mirtha Pérez, se logra porque combina el veraz sentimiento de sus canciones con la verdad presente en su relato personal. Difícilmente eso se puede olvidar, mucho menos cuando ha confesado, a la prensa, que "una de las cosas que más me gusta de todo esto es que voy a estar hablando de mi vida. De mí han dicho tanto que ya no dicen nada. Cuando se tiene cierta edad, ya no hay reparos, vergüenza o bochorno. Lo que me asusta es no tener la chispa o la fluidez", en la escena acotamos.
"En la obra cuento cosas de las que nunca he hablado públicamente. Porque lo que la gente sabe es que me he casado cuatro veces, pero hay mucho más que eso. No ofendo a nadie", asegura.
Gracias a su estrecha relación con Luis Fernández, desde hace seis años, nació este unipersonal, que sigue la premisa de hacer teatro desde una óptica autobiográfica y combinarlo con música enmarcando la historia de vida de una mujer madura, ella.
El espectáculo es parte de la serie “Monólogos de mujeres de cierta edad”, que ha escrito y dirigido Luis Fernández. Y en este caso, se concentra en episodios claves de la vida de Mirtha Pérez que o bien son muy conocidos por el público y crearon polémica en su momento, o que pasaron desapercibidos por la audiencia en su época de mayor fama. ¡Nadie puede pasar agachado!
Música y vida
Las baladas que Mirtha Pérez interpreta a lo largo de ese streptease sentimental con música, titulado La segundísima, son “Cualquiera” (Dino Ramos), “Maldita sea” (Aniano Alcalde),”Inmenso” (Minghi-Piero-José), “Nadita de nada” (Dino Ramos), “La Nave” (Dino Ramos) y “A mi manera” (Francoise Revoe y Paul Anka). Temas que la hicieron famosa en su carrera de no menos de 40 años, canciones que además marcaron o dejaron huella en su vida y también entre el público que la haya seguido desde que comenzó a cantar en concursos para aficionados, organizados por la emisora La Voz de la Patria, y después en hoteles y locales nocturnos, hasta que debutó como la voz principal del trío Los Naipes, que dirigía el compositor Luis Cruz, hacia 1963, para llegar a convertirse en la voz romántica de Venezuela.
Monólogos de mujeres
Criticados o cuestionados porque hacen cosas. Si no trabajaran serían anónimos y no tendrían nada que ver con la salsa o el condimento de los chismes del mundo de la farándula caraqueña. Pero los actores Luis Fernández y Mimi Lazo, a quienes nosotros no ignoramos, además se las ingenian para darle oficio bien remunerado a sus colegas y por eso transformaron al Teatro Bar, un local para rockeros en un sótano de Las Mercedes, en sala alternativa para eventos teatrales verdaderamente trascendentales como A 2,50 la cubalibre, escrito por Ibrahim Guerra, el cual lleva un año de representaciones, mientras ahora, en el restaurante Capital Jazz & Bistró, en el “mall fashion” Tolón, han planificado y realizan una muestra de “Monólogos de mujeres de cierta edad”. Hasta ahora, ahí debutó Elba Escobar con su unipersonal Ni doña ni doñita y están programadas, además de Mirtha Pérez con La segundísima, Tania Sarabia que mostrará Cuentos privados, basado en como a ella, por ser una comediante que siempre bromea, no le creían que estaba enferma de cáncer de seno, hasta que finalmente se sinceró con su público y habló de su triste realidad en aquel momento, lo cual ella ve como una victoria, gracias a la cura, en la que tuvo mucho que ver el humor, y Mimi Lazo se exhibirá con A mi gordo no me lo quita nadie, la típica guardia que le montan las mujeres a sus esposos y parejas, por estar constantemente en vigilia para evitar que “las cuaimas quita maridos”. En síntesis, ante la escasez de salas teatrales convencionales, surgen otras gracias a la inventiva de unos pocos. Así gana el público y, por supuesto, el teatro, gracias a que acondicionan discotecas, bares y restaurantes para exhibir montajes “livianos”, acompañados de bebidas y comidas.
Solamente cuando ella haga mutis la podrán juzgar y hasta comparar con vocalistas como La Lupe o Edith Piaf, otras apasionadas interpretes quienes también se la jugaron el todo por el todo con tal de amar o ser amadas por los hombres o los machos que ellas eligieron, pero ellas además hicieron importantes carreras artísticas.
No somos jueces ni nada parecido para evaluar el intimo periplo existencial de esa maravillosa dama cantante que es Mirtha Pérez, sino simples espectadores que escuchamos su relato, no exento de un profundo despecho, con sus canciones de por medio, tal como lo ha mostrado ante su audiencia al escenificar, con maneras muy convincentes, su singular monólogo La segundísima, el cual escribió y dirigió Luis Fernández, y ahora hace temporada en un local de El Tolón. Una especie de desgarrado streptease verbal sobre algunas facetas de su vida combinado con seis baladas que además han marcado su saga personal.
El titulo de La segundísima, como ella lo cuenta, es porque siempre llegó de segunda en las competencias o concursos artísticos donde compitió y porque en los cuatro matrimonios y divorcios anexados, que la marcaron, en tres también llegó en el segundo lugar, pero eso no le importó porque cuando le correspondieron era la única, lo deducimos nosotros.
En síntesis, La segundísima no es solamente un agradable y nostálgico show de baladas al más puro estilo Mirtha Pérez, es algo más que eso. Es una especie de confesión pagana de sus devaneos amorosos y por eso cita a los actores Raúl Amundaray y Eduardo Serrano (con él se desposó y procrearon una hija), y alude además a la pasión intensa que tuvo con un joven de 17 años, sin identificarlo.
Ella, pues, lo cuenta todo o lo actúa con mucha gracia y con ese distanciamiento que deja el saber que se ha amado y que han correspondido, pero que el tiempo personal no se detiene sino con la muerte y que mientras se viva hay tiempo para saborear lo bueno que fue aquello. O, como también el mexicano Juan Gabriel diría, “cuando la pasión se acaba todo se vuelve cero, una vez más nos encontramos con la soledad, la mejor compañera…o con el corazón, el mejor amigo, tan así que es el último que nos abandona a la hora de la hora”.
La catarsis para el público sensible, que se desprende del show intimista de Mirtha Pérez, se logra porque combina el veraz sentimiento de sus canciones con la verdad presente en su relato personal. Difícilmente eso se puede olvidar, mucho menos cuando ha confesado, a la prensa, que "una de las cosas que más me gusta de todo esto es que voy a estar hablando de mi vida. De mí han dicho tanto que ya no dicen nada. Cuando se tiene cierta edad, ya no hay reparos, vergüenza o bochorno. Lo que me asusta es no tener la chispa o la fluidez", en la escena acotamos.
"En la obra cuento cosas de las que nunca he hablado públicamente. Porque lo que la gente sabe es que me he casado cuatro veces, pero hay mucho más que eso. No ofendo a nadie", asegura.
Gracias a su estrecha relación con Luis Fernández, desde hace seis años, nació este unipersonal, que sigue la premisa de hacer teatro desde una óptica autobiográfica y combinarlo con música enmarcando la historia de vida de una mujer madura, ella.
El espectáculo es parte de la serie “Monólogos de mujeres de cierta edad”, que ha escrito y dirigido Luis Fernández. Y en este caso, se concentra en episodios claves de la vida de Mirtha Pérez que o bien son muy conocidos por el público y crearon polémica en su momento, o que pasaron desapercibidos por la audiencia en su época de mayor fama. ¡Nadie puede pasar agachado!
Música y vida
Las baladas que Mirtha Pérez interpreta a lo largo de ese streptease sentimental con música, titulado La segundísima, son “Cualquiera” (Dino Ramos), “Maldita sea” (Aniano Alcalde),”Inmenso” (Minghi-Piero-José), “Nadita de nada” (Dino Ramos), “La Nave” (Dino Ramos) y “A mi manera” (Francoise Revoe y Paul Anka). Temas que la hicieron famosa en su carrera de no menos de 40 años, canciones que además marcaron o dejaron huella en su vida y también entre el público que la haya seguido desde que comenzó a cantar en concursos para aficionados, organizados por la emisora La Voz de la Patria, y después en hoteles y locales nocturnos, hasta que debutó como la voz principal del trío Los Naipes, que dirigía el compositor Luis Cruz, hacia 1963, para llegar a convertirse en la voz romántica de Venezuela.
Monólogos de mujeres
Criticados o cuestionados porque hacen cosas. Si no trabajaran serían anónimos y no tendrían nada que ver con la salsa o el condimento de los chismes del mundo de la farándula caraqueña. Pero los actores Luis Fernández y Mimi Lazo, a quienes nosotros no ignoramos, además se las ingenian para darle oficio bien remunerado a sus colegas y por eso transformaron al Teatro Bar, un local para rockeros en un sótano de Las Mercedes, en sala alternativa para eventos teatrales verdaderamente trascendentales como A 2,50 la cubalibre, escrito por Ibrahim Guerra, el cual lleva un año de representaciones, mientras ahora, en el restaurante Capital Jazz & Bistró, en el “mall fashion” Tolón, han planificado y realizan una muestra de “Monólogos de mujeres de cierta edad”. Hasta ahora, ahí debutó Elba Escobar con su unipersonal Ni doña ni doñita y están programadas, además de Mirtha Pérez con La segundísima, Tania Sarabia que mostrará Cuentos privados, basado en como a ella, por ser una comediante que siempre bromea, no le creían que estaba enferma de cáncer de seno, hasta que finalmente se sinceró con su público y habló de su triste realidad en aquel momento, lo cual ella ve como una victoria, gracias a la cura, en la que tuvo mucho que ver el humor, y Mimi Lazo se exhibirá con A mi gordo no me lo quita nadie, la típica guardia que le montan las mujeres a sus esposos y parejas, por estar constantemente en vigilia para evitar que “las cuaimas quita maridos”. En síntesis, ante la escasez de salas teatrales convencionales, surgen otras gracias a la inventiva de unos pocos. Así gana el público y, por supuesto, el teatro, gracias a que acondicionan discotecas, bares y restaurantes para exhibir montajes “livianos”, acompañados de bebidas y comidas.
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