Mata venezolanos y no es invento periodístico ni tampoco vagabundería de los teatreros, pero es una letal realidad, incluso prohibida por la Carta Magna de Venezuela. Y como una prueba más de que la homofobia, mortífera discriminación existe, el diario Últimas Noticias (19.11.11) en su página 24 reseña que las autoridades levantaron el cuerpo de un transexual asesinado de una pedrada en la cabeza, tenia manos y pies atados con tirro, y vestía pantalón negro, blusa de mujer y zapatillas. La victima, que apareció en la calle Santa Ana de Prado de María, no portaba documentos de identidad.
Mientras la investigación policial da más detalles, reseñamos que, precisamente el sábado 19, dentro de la programación del Festival Nacional de Teatro Caracas 2011, se presentó un espectáculo contra la homofia, lacra cultural que esparce odio y muerte en el mundo. Era La disculpa o El costo de la intolerancia, escrito y dirigido por César Eduardo Rojas Márquez, con las desgarradas actuaciones de Trino Rojas, Weidry Meléndez, Slavo Sorman, Luis Miguel Sánchez, Omar Churión, la jovencita Viviana Sandoval y el vibrante baladista Johan Astros.
La disculpa muestra las vicisitudes de seis venezolanos, dentro de una saga melodramática, donde la muerte de un muchacho homosexual desencadena una increíble violencia domestica contra su pareja sobreviviente y como una niña, concebida en una vientre “alquilado”, se convierte en ángel de la reconciliación de esa familia que no acepta conductas sexuales diferentes y aplica la homofobia con abyectos fines…al parecer sin saberlo.
Vito, Rosa, Julio y Leopoldo Salvato, además de Roberto y Penélope Ricardo son los conspicuos personajes del melodrama que Rojas Márquez (caraqueño de 50 años) ha plasmado, dentro de un espacio no convencional, para romper lanzas contra la discriminación homofóbica que desgració al compañero de una victima del VIH-Sida, pero al final el remordimiento cobra su victima propiciatoria.
No es fácil digerir la saga de La disculpa porque esta construida sobre la pared de papelillo que separa al melodrama de la tragedia, pero tiene un asombroso efecto catársico entre la audiencia.
Ahora César Eduardo Rojas Márquez, se va con su espectáculo a otros espacios porque prosigue su lucha contra la homofobia (rechazo o intolerancia contra los homosexuales).
¡El teatro una vez más copia a la vida y enseña!
Mientras la investigación policial da más detalles, reseñamos que, precisamente el sábado 19, dentro de la programación del Festival Nacional de Teatro Caracas 2011, se presentó un espectáculo contra la homofia, lacra cultural que esparce odio y muerte en el mundo. Era La disculpa o El costo de la intolerancia, escrito y dirigido por César Eduardo Rojas Márquez, con las desgarradas actuaciones de Trino Rojas, Weidry Meléndez, Slavo Sorman, Luis Miguel Sánchez, Omar Churión, la jovencita Viviana Sandoval y el vibrante baladista Johan Astros.
La disculpa muestra las vicisitudes de seis venezolanos, dentro de una saga melodramática, donde la muerte de un muchacho homosexual desencadena una increíble violencia domestica contra su pareja sobreviviente y como una niña, concebida en una vientre “alquilado”, se convierte en ángel de la reconciliación de esa familia que no acepta conductas sexuales diferentes y aplica la homofobia con abyectos fines…al parecer sin saberlo.
Vito, Rosa, Julio y Leopoldo Salvato, además de Roberto y Penélope Ricardo son los conspicuos personajes del melodrama que Rojas Márquez (caraqueño de 50 años) ha plasmado, dentro de un espacio no convencional, para romper lanzas contra la discriminación homofóbica que desgració al compañero de una victima del VIH-Sida, pero al final el remordimiento cobra su victima propiciatoria.
No es fácil digerir la saga de La disculpa porque esta construida sobre la pared de papelillo que separa al melodrama de la tragedia, pero tiene un asombroso efecto catársico entre la audiencia.
Ahora César Eduardo Rojas Márquez, se va con su espectáculo a otros espacios porque prosigue su lucha contra la homofobia (rechazo o intolerancia contra los homosexuales).
¡El teatro una vez más copia a la vida y enseña!
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