Un gran artista argentino ahora en una producción fílmica venezolana |
Los cineastas Luis y Andrés
Rodríguez (Caracas, 29, 08,1974) crearon una hermosa y sensible película, de 96
minutos, para hacerle conocer a sus compatriotas por qué el legendario
cantautor argentino Leonardo Favio (28,
05,1938/05,11, 2012) es también uno de los más importantes directores del cine
latinoamericano. Y es por ello que ya alistan el estreno de su documental de
ficción Favio, la estética de la ternura, una exquisita producción de la
Villa del Cine, desde este jueves en varias salas de Caracas.
FILMOGRAFIA
Este documental sobre
Leonardo Favio
utiliza, de manera enternecedora, valiosos fragmentos de su filmografía
realizada entre 1962 y 2008, como son: Crónica
de un niño solo; Este es elromance del Aniceto y doña Francisca, de cómo quedo trunco, comenzo la tristeza y unas pocas cosas más y El dependiente , consideradas como
unas de las mejores películas en la historia del cine argentino; además de Juan
Moreira;Nazareno Cruz y el lobo; Soñar,soñar; Gatica el mono; Perón, sinfonía del sentimiento y Aniceto.
Son nueve testimonios de un polifacético artista, criado en
orfelinatos, que luchó contra las desigualdades sociales y logró finalmente el
reconocimiento total de su comunidad, al tiempo que rompía lanzas por Perón y
todo lo que el significó y aún significa. Quien quiera refocilarse con lo que el artista mostró en sus películas
y degustar cada una de sus metáforas deberá dirigirse a la Cinemateca Nacional
de Venezuela y pedir que se las exhiban o que hagan otro ciclo con ellas,
porque fue precisamente así que Luis y
Andrés, más conocidos como “Los Morochos”, descubrieron al cineasta en la
década de los años 90, y a quien ahora homenajean con Favio, la estética de la ternura.
CINEASTA DE GRAN TERNURA
Pero “Los Morochos” no hicieron precisamente una “colcha de retazos” con las nueve creaciones de
Leonardo Favio. Tras volverlas a ver en La Habana se atrevieron, pues, a construir un ambicioso documental para demostrar
que se trataba de un director con gran
ternura por su patria y su gente, capaz de decir muchas cosas, como los más
grandes maestros europeos. No trabajaron con un guión convencional sino a
partir de las líneas temáticas y de las situaciones que brotaban de cada de
unas de las películas. Crearon personajes como el niño que rapan en un
orfelinato y se entrega a su mágico
deambular a lo largo de los fotogramas de esos nunca agotadores 96 minutos del filme, al tiempo que plasmaron
atmosferas donde los paisajes y el agua eran otros seres acompañantes de ese
largo viaje cinematográfico, hacia la mítica Ítaca que persiguen todos los
grandes artistas latinoamericanos. Su cine, por lo que hemos visto y degustado,
es de descubrimiento, a lo Joaquín Cortez.
Si Leonardo Favio no tiene parangón como cantautor por sus pegajosas
canciones de amor, podemos decir que como cineasta también logra plasmar su
música melodramática en una peculiar realidad latinoamericana, como la que
describe Gabriel García Márquez, pero que el argentino construyó para cada una
de sus creaciones fílmicas. Quedamos impresionados por los fragmentos de Juan
Moreira y el fantástico ballet en Aniceto,
para señalar a esos impactantes fotogramas que bien acompañan a sus otros siete
hermanos, para decirlo coloquialmente.
Creemos que al exhibir Favio,
la estética de la ternura en las
salas venezolanas, también sería recomendable que la Cinemateca Nacional de
Venezuela, o alguno de los canales de la televisión del Estado, programara un ciclo de las películas de
Leonardo Flavio, quien fue un legendario luchador por la independencia latinoamericana y un
admirador de Hugo Chávez, a quien quería conocer personalmente, como se los dijo el cineasta a
“Los Morochos”, mientras ellos culminaban el acopio de material para su documental, por
allá en los días de octubre de 2012. Él,
por supuesto, también es uno de los personajes claves en “Favio, la estética de
la ternura”, por las glosas y los análisis que les dijo a los cineastas
venezolanos.
El tiempo es un verdugo
Cuando murió
Leonardo Favio, el diario argentino La
Nación publicó que él era
considerado uno de los directores de cine más importantes del país, quien supo
dejar su sello propio en el séptimo arte nacional y generó un fenómeno de culto
en torno a sus películas. "Definir a Favio sería maniatarlo y él quería
ser libre", dijo Alfredo Alcón, protagonista de una de sus películas, Nazareno
Cruz y el lobo. Reflexivo y verborrágico, decía que no le gustaba mirar sus
trabajos una vez estrenados. "Uno tiene que hacer las cosas y dejarlas
volar. No hay que quedarse pegado. Eso te empequeñece. Siento envidia por los
realizadores que tienen en su casa los afiches de sus películas. Pero, para mí,
guardarlas sería como quedar prisionero de algo...", dijo una vez. Durante
la realización de su película Perón,
sinfonía del sentimiento,
fue diagnosticado con una rara enfermedad que lo llevó a replantearse
muchas cosas sobre el paso del tiempo, tema al que se refirió en varias
ocasiones: "Le tengo terror. El tiempo es un verdugo que te espera,
inapelable. Por eso, la lucha estéril de la gente que tiene que salir en la
televisión me da pena. Me gusta, en cambio, la vida en los pueblos: cómo todos
van envejeciendo al unísono, no lo perciben, y como no salen en la TV, no
necesitan de esa lucha desigual contra la naturaleza”. Leonardo Favio nació el
28 de mayo de 1938, en Luján de Cuyo, Mendoza, y recibió el nombre de Fuad
Jorge Jury, que luego cambió para dedicarse al arte. Sus primeros pasos los dio
en el radioteatro, como joven actor. Desde el momento en que comenzó a formarse
en este rubro supo que seguiría por ese camino y comenzó a buscar la manera de
destacarse en varias artes. Fue cantante y compositor, uno de los grandes
precursores de la balada romántica argentina que hacía furor en las décadas del
60 y 70. Grandes hits como Fuiste mía un verano y Ella
ya me olvidó, nacieron con su voz. A lo largo de su vida, lanzó 25 discos.
El último, en 2011, una colección de sus máximos hits.
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