La generación del relevo sigue creciendo para beneficio del teatro. |
Un fantasma
recorre actualmente al siempre precario teatro venezolano y genera preocupación
y angustia entre artistas y espectadores. Y esa quimera, la cual no deja tranquilos
a los hacedores y sus audiencias, es ante la eventual desaparición física de la
histórica agrupación Rajatabla, tras la muerte de su fundador y director Carlos
Giménez, aquel 27 de marzo de 1993.
Se
pensó que caería el telón sobre el edificio de ladrillitos rojos que cierra la
parcela del Ateneo de Caracas (ahora es la sede de Unearte), pero no fue así. El actor Francisco
Alfaro tomó el timón y lo llevó hasta julio de 2011, para demostrar que sí se podía
continuar con la creación de variopintos espectáculos y la formación espartana de
más y mejores generaciones de actores y actrices. Es su legado.
El que
ahora comanda a Rajatabla desde la fuga del buen Paco es el popular productor William
López (José Rosario López), quien hace
magia para no enterrar definitivamente a la institución y por eso utiliza a todos los que se le pongan
a tiro, como es el caso de Vladimir Vera (Caracas,1978), quien, cual versión de Prometeo, durante los últimos tres años ha dirigido
los laboriosos y estrujantes montajes de La piel en llamas de Guillem Clua, Madame de Sade de Mishima, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca y ahora exhibe El fantasma de Hiroshima de la venezolana Gennys Pérez, estremecedora
pieza sobre ese terror que desde 1945 no deja soñar a la humanidad
entera ante los riesgos de una conflagración o un accidente atómico.
DOBLE PREMIO
Obra ganadora de la Muestra de
Dramaturgia 2013 de Rajatabla, El fantasma de Hiroshima es además la protagonista de la institución para festejar sus 44 años
de labores; ya obtuvo en Londres (27 de abril de 2010) el premio del concurso
Actors of the World, dedicado a la promoción del teatro latinoamericano
en el Reino Unido.
La pieza, cuyo tema es la
exacerbada violencia cainítica del género humano, enseña como los únicos
protagonistas “Eva”(Graziella Mazzone) y “David” (Jósbel Carballo Feo) fingen
haber perdido la memoria porque no soportan ser quiénes son: unos solitarios
indigentes en una ciudad destruida. Sus oficios de exterminio de todo lo humano
los coloca en un límite existencial. Ellos, los únicos y los peores de la raza
humana han quedado vivos y sobreviven en un derruido edificio, pero todavía tienen
en sus manos poder continuar con la permanencia de la humanidad o
definitivamente desaparecerla. En esa raya existencial descubren la ternura y
la profunda necesidad de rescatar la vida y la belleza. En esencia, El
fantasma de Hiroshima es
el dilema del hombre entre la capacidad de la destrucción y el poder de lo humano y
bello, ha reiterado Gennys Pérez, quien precisamente vive ahora un “exilio
dorado” en Ciudad de México, junto a su hijo Néstor Antonio Pérez.
ESPECTÁCULO
No es un montaje grato para los sentidos
ni para alguna inteligencia pacifista que aún quede en esta Caracas. Es una
permanente agresión visual y sonora porque materializa a dos piltrafas humanas
tratando de sobrevivir en situaciones vergonzantes, pero esa teatral pareja logra
generar conmiseración y atrapan por el
verismo que le ponen a sus tareas escénicas y porque sus personajes son las víctimas inocentes de un fanático sistema mundial que no pretende sino
la destrucción del género humano o
gobernar así con el miedo a la destrucción final.
Nada de lo que dicen ahí es mentira,
como tampoco es fantasía la proyección del hongo atómico con el cual cierra el trágico ritual que llega a los
60 minutos. Estos comediantes recién empiezan y hay que pedirle a Dios que los
proteja a ellos como humanos y artistas y a nosotros también de una hecatombe
como se revela en Rajatabla. El culpable es por supuesto Vladimir Vera, quien
tiene ya un estilo para mostrar su rechazo a lo mal que vivimos en este
planeta. Él nos advierte que la realidad es siempre superior a la ficción
escénica rajatablina y por eso hay que dormir con un ojo abierto para degustar
ese epílogo.
FICHA TECNICA
Graziella Mazzone y Jósbel
Caraballo Lobo son aún alumnos del Taller Nacional de Teatro de Rajatabla.
Completan el equipo artístico: Candice Wilcox en el diseño de vestuario,
escenografía de Leonardo Sequera, musicalización de Eduardo Bolívar, diseño de
iluminación de David Blanco, producción artística de Adriana Bustamante,
coreografías y trabajo corporal de Natalia Serra, dirección general Vladimir
Vera y producción general de William López. Las funciones serán de
jueves a sábado a las 7pm, y domingos a las 6pm.
ORÍGENES
Gennys
Pérez vio un programa de TV por cable sobre la guerra y la muerte en el mundo
islámico, y cómo toda esa cultura de la violencia y la muerte influye en todo
el planeta. Esa lucha de poder y dominio entre la civilización del
Occidente y la civilización del Oriente no tiene sentido salvo el salvajismo
supuestamente religioso. Pensó en la masacre más cruel que hemos vivido, como
fueron los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, hace 70 años. “Creo
que es una vergüenza en el honor de los USA, que jamás podrá quitarse esa
mancha. Ese ataque nuclear, el primero que se ha hecho en la historia de las
guerras de la humanidad, abrió un portal de infinitas peligros para todo el
mundo. Esa fantasma siempre será una amenaza para los que habitamos en este planeta.
Y comencé a escribir una pieza sobre esta reflexión, sobre esta angustia que me
dio esa noche que vi aquel programa. No pude dormir, y me puse a escribir como
loca”. De ahí salió El fantasma de Hiroshima.
GALARDONES PARA GENNYS
Gennys
Pérez (Barquisimeto, 1969) escribe con calidad y la premian, por eso
contabiliza estos galardones: Premio Actors of the World de Dramaturgia en
Londres (2010) con El fantasma de
Hiroshima. Premio Nacional de Dramaturgia Innovadora
(2006) con Yo soy Carlos Marx; Premio Monte Ávila Editores de Autores
Inéditos para El secreto de la felicidad (2005); Premio
Fundarte en poesía 2004 por el poemario Lunas Marginales (2004;
Premio Dramaturgia La Fiesta de Caracas con De Libertadores a Libertados (2000); Premio de Teatro
Regional de Maracay para La
cuarta noche (2002), basada en El
perseguidor de Julio Cortázar, y ahora este III Premio de
Dramaturgia de Rajatabla.
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