Periodista, novelista, poeta y ahora irrumpe en el teatro. |
El personaje teatral Cardenio
está de moda. Hace temporada en Buenos Aires, donde nueve piezas de
William Shakespeare se exhiben, y también se muestra ahora en Caracas, gracias
al periodista y escritor José Pulido (Villa de Cura, 01.11.1945), quien hizo
una prolija investigación y optó por escribir su ópera prima, Cardenio
herido, para que Marta Velazco la dirigiera correctamente, en pulcra producción
de la Fundación Rajatabla, la cual se presenta en la sala Anna Julia Rojas de
la Universidad Nacional Experimental de la Artes; gracias al reposado trabajo
de los actores veteranos Pedro Pineda y
Carlos Carero, además de los esmerados jóvenes Daniel Landa, Jesús Enrique León
Meléan, Valentina Garrido, Sara Scuzzarello y Slavko Sorman; y todo funciona,
en menos de 90 minutos, dentro de un dispositivo escénico creado por Asdrúbal
Meléndez y Kimiko Suzuki.
José Pulido, con todo el bagaje cultural creado en 44 años de
periodismo, seis novelas, dos libros de cuentos y cuatro poemarios, debuta ahora
como autor teatral con Cardenio herido, texto inspirado en La
historia de Cardenio, una pieza que se le atribuye a Shakespeare. Hizo
una investigación exhaustiva y optó por escribir su propio texto como homenaje
al autor de Hamlet y Miguel de Cervantes Saavedra, en ocasión de los 400
años de la muerte física de tan excelsos autores de las lenguas inglesa y
castellana.
Como escritor, Pulido sabe del valor exacto de las palabras y de lo
importante de la originalidad. Reconoce que las casualidades son tan abundantes
que ya ni asombran; pero a veces dan qué pensar. “Hace unos meses estaba
empeñado en analizar con mucho detenimiento los capítulos de El Quijote donde aparece la historia sobre el cuarteto amoroso de Cardenio y
Rescinda, y de Fernando y Dorotea. No he leído jamás que quedó de la obra
teatral que dicen escribió Shakespeare sobre el personaje de Cervantes,
pero conozco la escritura de ambos: son brújula de todo sentir y de todo crear.
Entonces me dediqué a pergeñar una pieza en homenaje de estos autores, quienes murieron
con pocos días de diferencia. No solo los unió el drama de Cardenio: fueron dos
seres humanos que se convirtieron en lenguaje”.
Recuenta Pulido que la pieza sobre La historia de Cardenio, la última
escrita por Shakespeare que se perdió, no existen sino alusiones, pero se dice
que la pergeñó en colaboración con John Fletcher. En el registro londinense de libros,
de 1613, se informa que John Heminges, socio de Shakespeare en la compañía
teatral Los hombres del rey, fue remunerado después de la representación en la
corte de seis comedias, una de ellas era La historia de Cardenio, y afirma que fue estrenada el 10 de
mayo de 1613. Volvió a representarse ante el Duque de Saboya el 8 de junio
de ese año. “La ficha en el registro es el único dato que se conoce sobre la
representación de La historia de Cardenio”.
El personaje Cardenio, pues, le pertenece a Miguel de Cervantes y su
saga comienza en el capítulo XXIII de El
Quijote de la Mancha. Al parecer, Shakespeare leía a Cervantes con
interés y decidió hacer una obra de teatro con este capítulo. Thomas Shelton
tradujo al inglés la primera parte de El Quijote en 1612.
En el siglo XVIII, Lewis Theobald escribió Doble falsedad o los amantes afligidos y fue un espectáculo muy exitoso, el cual se
representó durante muchos años. Cuando falleció, tras haber declarado que había
encontrada la obra shakepareana original y que su texto era, pues, una adaptación,
el obispo Warburton compró su biblioteca y el texto de La historia de Cardenio desapareció,
al parecer como el cocinero del religioso encendía el fuego de su cocina
con cualquier papel que tuviera a su alcance y se sospecha que sin saber de qué
se trataba, agarró el manuscrito de Shakespeare y lo quemó. Una leyenda urbana
más sobre el poeta de Avon.
Con todo eso que investigó y leyó Pulido fue
que brotó Cardenio herido, en cuya saga
se revela como Cardenio y
Luscinda se aman desde la adolescencia, pero cuando él decide pedirla en
matrimonio la envían a trabajar para un duque. Don Fernando, el hijo menor del susodicho
duque, enamora y además engaña a la joven Dorotea, pero también enreda en sus
mentiras y argucias a Luscinda, con quien se casa. Cardenio huye enloquecido y
herido en lo más profundo de su corazón. Un día se encuentran Cardenio y la
joven Dorotea sin saber quiénes son y entonces ella dice: “En esta región hay
un duque cuyo hijo menor es un traidor engañoso. Me juró que me amaba y que
sería mi esposo y se aprovechó de mi debilidad momentánea. Luego se alejó y se
casó con otra”. Entonces pronuncia el nombre del traidor: “Se llama don
Fernando” y la obra avanza hacia su cima dramática más elevada, cuyas jóvenes
parejas y sus padres, verán como sus destinos se cruzan en una obra llena de
humor, pasión y mucha música”.
No hay duda que novel dramaturgo Pulido captó la esencia del texto
cervantino y lo desarrolla, dentro de las categorías aristotélicas y sin
mayores audacias. La veteranía con el oficio literario le permitió crear unos
diálogos ligeros y poéticos, de tal manera que le sirvieron a la directora
Velazco para un buen desempeño, ayudado además por los comediantes criollos que
la secundaron. Creemos que el montaje –el
cual transcurre en un escenario desangelado y carente de elementos evocadores- requiere
de más funciones para los ajustes normales de la acción escénica, pero el público
puede ya disfrutar de una obra escrita por un venezolano sobre un personaje que
tiene dos padres tan importantes, como Cervantes y Shakespeare.
.Además, en este montaje de Cardenio herido, logrado gracias
al aporte fundamental que le hizo el aragüeño Pulido, se convierten en personajes
teatrales los genios del inglés y del castellano: Shakespeare y Cervantes.
Ellos comentan y presencian lo que ocurre, cual divertidos voyeristas. Ahora
los caraqueños los verán y lo más seguro es que aplaudirán, porque ayer, como
hoy, el amor es lo único por lo cual vale la pena vivir y sufrir otro tanto,
porque el amor es esa curiosa trampa que ha prolongado la especie
humana desde la época de las cavernas, para fijar un punto de arranque.
SHAKESPEARE EN ARGENTINA
“Vivir es actuar obras de Shakespeare”, lo dijo alguna
vez el crítico Harold Bloom. Y si hoy resucitara encontraría a sus personajes
dando vueltas por Buenos Aires, donde ahora hay nueve obras suyas en cartel. Pero
es mucho más que un homenaje a 400 años de la muerte del escritor sinónimo de
teatro en todo el mundo. La pasión shakespereana va mucho más allá, puntualiza
una crónica del diario Clarín. El
desafío de enfrentar un clásico y, a la vez, la adrenalina de lograr algo nuevo
con eso, es uno de los motores que animan a los que, este año, se metieron con
sus obras: Martín Flores Cárdenas dirige Otelo. Pero como sus textos son sólidos y
ricos como pocos, hay otra versión de esta tragedia: un Othelo, con
hache y un subtítulo que aclara: “Termina mal”, su director, Gabriel Chame
Buendía. Sacarlo del “museo” y traerlo a la calle, como en sus orígenes, es el
objetivo de Francisco Civit que dirige Ricardo
III. Otro que vivió en la tierra natal del escritor la experiencia
shakespereana es Patricio Orozco, quien dirige Cardenio, que está en
escena por primera vez en Buenos Aires. Juan Gil Navarro también fue atrapado
por la “locura shakespereana” con Shakespeare todos y ninguno.
Y hay otro rey inglés en un escenario porteño: Rey Lear, que dirige
Martín Barreiro. Para Alfredo Martín, director de La tempestad, la
elección tuvo que ver con los conceptos del enemigo y la traición. Gonzalo
Demaría es autor y director de Sangre, sudor y siliconas, basada
en Tito Andrónico. Para Mónica Viñao, directora de Señora Macbeth (texto
de Giselda Gambaro en una versión de Macbeth), la belleza del
material radica en la potencia de los personajes. Además de su teatro, hubo en
escena poemas como Conjuro de Venus y Adonis, que dirigió Viviana Foschi. Todos piensan
reestrenar en 2017, porque para las grandes pasiones humanas y también sus
miserias, hay un gran espejo: William Shakespeare.
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