Teatro comprometido contras las discriminaciones sexuales. |
Andrés, viviendo
su primera treintena, profesor de literatura y dramaturgo con cierto éxito,
está deprimido y a punto de recurrir a la ayuda psiquiátrica. Hace más o menos
un año perdió en un accidente automovilístico a su ex pareja, el fotógrafo Bruno;
estuvieron cinco años juntos, pero la sospecha de unos cuernos con una tercera persona,
más joven, precipitó la ruptura. El escritor ha sobrevivido, por así decirlo,
ayudado por su madre y una amiga íntima, además de algunas relaciones fugaces. Pero
su situación se torna crítica y opta por vender el apartamento para exorcizar
al fantasma del fallecido, porque no lo deja levantar cabeza y además afecta su
capacidad creativa, lo anula, lo bloquea.
Así es la
sinopsis literaria del melodrama Tal vez tú sombra, texto original de Federico Roca (Montevideo, 1974),
afamado escritor, dramaturgo, guionista, docente y músico, que estalló en la
manos del periodista, dramaturgo y director Fernando Azpúrua (Caracas, 1990) porque se lo ofreció su
amigo Carlos Arráiz, quien, sin pensarlo dos veces, decidió escenificarlo y fue
así que convocó a Agustín
Segnini, Martha Estrada, Eloísa Maturén, Luis Palmero, Eulices Alvarado y al
mismo Arráiz, en el rol protagónico, para ensayarlo y mostrarlo en el teatro
Nacional de Caracas.
Pero Tal vez tú sombra no es un guión para
una comedia barata sobre otra relación homosexual con conflictos. Es todo lo
contrario y ahí, por intermedio del drama de la culpa que acorrala a Andrés y
lo coloca al borde de la locura, se
plantean otros temas universales como son el amor, la
amistad, la lealtad y el dolor, y se le advierte al público sobre la vulnerabilidad de la autoestima de los
artistas y cómo, cuándo se toman algunas decisiones desde ese lugar de
autoestima maltrecha, se corre el riesgo de hacer y hacerse mucho daño, pero, a
pesar de todo, es posible que la redención nunca se encuentre demasiado lejos,
como han escrito otros analistas. Lo que podría ser una comedia para reírse o
burlarse de los amores gais se transforma en una propuesta de reflexión sobre
lo que es el amor, la amistad y los límites de las relaciones sentimentales que
no tienen porque abusar o dañar a ninguno de los protagonistas y allegados. Sin
moral los seres humanos seriamos peores que las bestias, aunque estas tienen
instintos y hasta sentimientos.
EL MONTAJE
Pero el espectáculo creado por el director Azpúrua
es visualmente diferente tal como lo plantea la comprensible y lineal sinopsis
de Tal vez tú sombra, pues el autor
Roca construyó o armó un guión nada convencional,
de esos que dejan por fuera a las cartillas teatrales fundamentadas en los preceptos
aristotélicos, y donde abundan los flashbacks (analepsis) o los saltos espacio-temporales
para mostrar o explicar qué pasó o cómo fue qué ocurrió aquello, o sea recrea todos esos recuerdos donde, como
es obvio, Bruno acosa al desesperado Andrés o muestra cómo se dio aquel desencuentro
fatal con características de cuernos.
Esa manera de plasmar la historia y materializarla es bastante delicada
y/o compleja porque conspira contra la digestión del espectador y lo obliga a pensar
y aceptar que se trata de un espectáculo teatral donde hay escenas paralelas
que transcurrieron en otros momentos y para que después el hilo narrativo avance
hacia el inesperado final. El espectador que se descuide pierde el hilo del cuento
y no tendrá una Ariadna que lo busque y lo lleve sin tropiezos hacia el
desenlace. Eso en el cine es fácil pero en el teatro exige control de técnicas,
como las sombras chinescas, juegos de luces y muchos sonidos o música. Es un
trabajo extra de mucha precisión que puede abortar cualquier proyecto sino existe
la mano precisa del director, cosa que Azpúrua resolvió precisa y sabiamente.
Nosotros no somos muy amigos
de esos saltos “cinematográficos” dentro de un espectáculo teatral, porque convierten
a la escena en una especie de crucigrama o de mapa donde el tiempo y el espacio
son una misma cosa, donde la teoría de la relatividad de Einstein es la base teórica.
Pero en el montaje de Tal vez tú sombra,-
el cual se desarrolla en el livingroom del
apartamento de Andrés- esos juegos en espacios-temporales salieron son
decencia, sin altibajos y con creatividad, y, hay que subrayarlo, todo el elenco
estuvo a la altura del compromiso, porque de lo contrario aquello habría sido
un plomo o un bloque de concreto armado, indigerible como es obvio.
Creemos que ese guión
teatral está más adecuado para elaborar un guión fílmico y hacerlo en cine, donde,
por supuesto, las imágenes provocarían otro clima artístico, pero, por ahora, hay que
exaltar el trabajo grupal del elenco, todos en sus roles y sirviendo al drama
del protagonista y bloqueado Andrés, aunque los personajes que finamente
resolvieron los comediantes Palmero
y Alvarado terminan por destacarse más,
ya que son frívolos y están vacilándose
o disfrutando la víctima, por así decirlo. Son como la sal en aquella
herida profunda que deja la soledad, aunque ésta en ocasiones esté acompañada.
Nos place resaltar los balsámicos roles de Eloísa y Martha, sin ellas
difícilmente la comedia podría haberse realizado placenteramente porque los personajes
de Andrés y Bruno son muy complejos, aunque Arráiz y Segnini logran
materializarlos.
Fernando Azpúrua nos declaró que este montaje lo
realizó porque la vida lo ha enfrentado a situaciones de clara homofobia y recordó
que “es muy poco lo que se ha avanzado en términos de derechos LGBT en nuestro
país. El texto de Roca es un acercamiento muy conmovedor a la vida de una
pareja gay, por supuesto, que tiene que perdonarse y dejarse ir, para poder
seguir adelante. Me siento muy identificado con el personaje de Andrés y
con su búsqueda personal. La obra tiene además, situaciones muy divertidas, con
las cuales muchos espectadores, sin ser gays, podrán identificarse
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