Héctor Manrique es el propio Edmundo Chirinos,en versión escénica |
El teatro venezolano siempre ha estado a la izquierda del Estado y
mantenido relaciones con el Poder o los Gobiernos de turno porque sus artistas
son gente civilizada y respetuosa de las leyes. Los gobernantes, casi siempre,
han respetado la ideología de los teatreros y no han ido más allá de las
formalidades establecidas, aunque hubo tiempos cuando los teatreros terminaron
haciendo sus comedias en las cárceles o en los cielos, algunos, y otros tantos fueron desaparecidos, tal como
ocurrió en los tiempos del general Marcos Pérez Jiménez, según lo narra Héctor
Rodriguez Bouza en su libro Ida y vuelta
de la utopía, específicamente en el capítulo referido al grupo teatral Máscaras,
fundado por César Rengifo en el año 1952.
Esto es bueno recordarlo, para tirios y troyanos, porque sigue en
temporada, uno de los espectáculos más desgarrados y controversiales que nunca jamás
se haya representado en esta Tierra de Gracia: Sangre en el diván,
gracias al actor y director, además versionista, Héctor Manrique, donde se
aborda una descarnada faceta de la vida real de Edmundo Chirinos (Churuguara, 12.08.1935/ Caracas, 24.08.2013). Un unipersonal para
entender porque pasan ciertas cosas en nuestra Venezuela y para pedirle a Dios
que nos salve siempre, porque los científicos o los sabios y las instituciones
policiales, en ocasiones, son cómplices. ¿Cuántos como él hay por ahí, sueltos
y además matando? ¿La echonería es otra pandemia? ¿No podemos ser más un
país de cómplices?
AJUSTE DE CUENTAS
Griselda Gambaro enseña que toda escritura es teatral o susceptible de
ser teatralizada y siempre generará una confrontación, porque el teatro es arte
profundamente imbricado con lo social. Es acción escénica que, quien la ve,
recibe un destello que lo ilumine, le de placer o ideas o imágenes que lo
enriquecen, aunque sea mínimamente. No es elitista, ni críptico, ni
superfluo. A través de la estética teatral se puede decir no a la
corrupción, a las dictaduras, al olvido de la memoria colectiva, desde lo
teatral y lo no teatral. Por eso toda pieza de teatro es un ajuste de cuentas,
un enfrentamiento más o menos inmediato con la sociedad. Es impredecible lo
puede ocurrir con un público tras haber visto un espectáculo que le pegue en el
estómago y lo haga maldecir desde muy adentro. Por eso el teatro tiene sus
enemigos y estos están desvelados, además.
Y citamos a Gambaro (Buenos Aires, 24 de julio de 1928) porque leímos sobre
Edmundo Chirinos, eminente médico, psiquiatra, psicólogo y político, quien tuvo
un trágico epílogo vital, el cual ni él mismo hubiese deseado. Él, en su avatar
existencial, se topó con una paciente, pero su naturaleza humana lo llevó hasta
el asesinato, quizás para degustar el placer en situaciones extremas. La justicia
venezolana lo condenó a una severa pena pero la muerte lo sacó de escena;
convirtiendo su saga en una desgraciada lección de vida para todos aquellos que
se creen autosuficientes, histriones, seductores y amantes del peligro. Y,
además, su trágico desenlace le recuerda a la sociedad que los códigos de
conducta de todas las profesiones son obligatorios para detectar la corrupción,
terrible cáncer que derrumba imperios, como el romano, para citar a uno de
tantos.
Ahora Chirinos revive porque desde el 10 de octubre de 2014 (en una sala
del BOD) el Grupo Actoral 80 ha estado escenificando un unipersonal basado en
el libro Sangre en el diván:
el extraordinario caso del Dr. Chirinos, de Ibéyise Pacheco, dirigido y
actuado magistralmente por Héctor Manrique. Ahí, el otrora famoso ex
rector de la UCV y miembro de la Asamblea Constituyente y hasta candidato
presidencial del PCV, revive semidesnudo y reposando en un diván blanco en
medio de un alba habitación que puede ser una celda o un consultorio. Se viste
parsimoniosamente para contar, muy convincentemente, lo que ha sido su vida profesional
e íntima, haciendo énfasis en sus relaciones amatorias, causando hilaridad por
el cinismo de sus cuentos o por la ingenuidad de sus juicios de valor sobre sus
coterráneos. Incluso llega a producir conmiseración porque estaba enloqueciendo
y no se sabía ni tampoco la sociedad se enteró hasta que mató a su paciente.
Manrique asumió tal caracterización tras un acucioso trabajo de estudio
del complejo personaje y además logró una transformación física apuntalada en
un preciso maquillaje actoral, interna y externo. Es un espectáculo ejemplar
con su aleccionador y crítico contenido y por la pulcritud de la producción
global. El histrión, sin juzgar a su siniestro personaje, juega con el público,
en el buen sentido del término, y este, como es obvio, ríe, disfruta, pero
queda en estado de shock. Lo vimos el año pasado. Y lo volvimos a ver, por
supuesto, recientemente una función en el Trasnocho Cultural, y todo aquello es
más contundente y estremecedor en estos tiempos. Por eso es que ya contabiliza
más de 200 funciones y puede mostrarse mucho más, pero el artista se va de
vacaciones, por ahora. Ojalá que los jóvenes actores y los veteranos también
puedan verlo y hacerle un foro o pedirle un taller. ¡Gana el teatro entero!
HISTORIA REAL
En el libro Sangre en el diván: El
extraordinario caso del Dr. Chirinos se cuenta la vida del polémico psiquiatra, quién fuera hallado
culpable del asesinato de la joven Roxana Vargas (19 años), uno de los casos
policiales más sonados de los últimos tiempos. Ella, estudiante de periodismo
fue llevada por su madre, Ana Teresa a la clínica psiquiátrica de Chirinos. Ahí,
él, como médico le dice que tiene esquizofrenia y le receta cura de sueños. La
estudiante tenía problemas por su físico- estaba pasada de peso -y estaba
enamorada de un hombre que la veía como su amiga. El doctor abusó de forma
sexual de ella e inician una relación amorosa. Ella escribía en su diario y en
su blogs en Internet lo que sentía y le pasaba. Un día no llegó a casa y fue
hallada muerta. Chirinos fue condenado a 20 años de cárcel, pero murió cuando
pagaba la condena en su casa. El libro está dividido en seis partes y una
especial entrevista que le hizo Miyó Vestrini al susodicho personaje. El texto,
pues, consta de: Capítulo I El Crimen, capítulo II La investigación, capítulo
III El sospechoso, capítulo IV El delirio, capítulo V El diagnóstico, capítulo
VI La sentencia y el anexo de la entrevista. Lo que se relata en esas páginas es una saga triste pero sorprendente ocurrida en Venezuela en el
año 2007 donde una familia perdió a una de sus integrantes porque conocía
muchos secretos de un psiquiatra muy importante en el país, quien además
atendía a políticos muy poderosos.
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