Nuevos comediantes para una tematica eterna. |
Los filósofos Daniel Innerarity (Bilbao, 1959), Manuel Cruz (Barcelona,
1951) y César Rendueles (Gerona, 1975), dieron una interesante entrevista al
diario madrileño El País (27-11.2026), donde manifestaron que a la gente
común y corriente le hace gracia que ellos piensen sobre las cosas
concretas porque en el fondo esperan que el filósofo vea en ellas más cosas de
las que uno ve normalmente. Pero por otro lado, ellos creen que la gente
necesita esquemas teóricos, elementos que le organicen un poco el mundo”, ya que
“el tiempo ha desaparecido y ya no funcionamos con tiempo, sino con una
sucesión de instantes de los que se espera la máxima intensidad. Proponen evitar automatismos y no estar
sujetos a la lógica de lo inmediato es liberador. Afirman que se vive en una sociedad que no
está muy interesada en replantearse la cuestión de qué significa que algo sea
útil. Consideran que es una cuestión que incomoda, porque frente a una inercia
heredada del pasado, cada vez hay más gente, sobre todo estudiantes y jóvenes, quienes hacen grandes esfuerzos para
vivir de otra manera. Advierten que el coleccionismo tecnológico es el síntoma
de una aceleración consumista… llevada a ámbitos de nuestras vidas que de otra
manera sería más difícil comercializar… como el ámbito de las emociones o el de
la información. Ante lo cual, por ejemplo, sistemáticamente se busca una
especie de ídolo en las tecnologías digitales. Y puntualizan que hay una larga
tradición de pensadores de izquierda, como Walter Benjamin o Paolo
Pasolini, quienes fueron premonitorios, con una enorme capacidad para
vislumbrar hacia dónde nos llevaba el desarrollismo brutal.
Y citamos aquí, algunas opiniones de esos tres filósofos españoles,
porque hemos visto el experimental montaje Pulp
History del teatrero Leonardo Mendoza (Caracas, 1987), durante la breve temporada que hizo en la Sala Cabrujas, ya
que, de alguna manera, en ese espectáculo se refleja ese brutal desarrollismo
de una sociedad mundial y la desesperada búsqueda de nuevas experiencias, casi todas
al margen de lo tradicional, todo muy alimentado, en nuestro caso, por la
venezolana y muy nefasta cultura del petróleo.
Leonardo Mendoza llegó al teatro por una decepción, pero antes logró
egresar como filósofo de la UCV (2012), donde los grupos teatrales eran escasos
y sectarios como él lo cuenta. Así que
decidió buscar fuera del claustro lo que le interesaba. Realizó varios talleres
de actuación y dirección en el Celarg e hizo varias asistencias de dirección. Los
tomó y supo que eso era lo que quería. Desde el año 2014 trata de superar los
meandros del teatro vernáculo, después de hacer un Diplomado de Dramaturgia con
profesores como José Gabriel Núñez, Johnny Gavlovski, César Rojas y Javier
Moreno. Pulp History la comenzó en
2013 y la terminó en 2015. Decidió iniciarse como director con su texto en el
año 2015, cuando formó el Grupo Teatral Par64.
Pulp History se centra el amor entre más de dos personas, el poliamor. Al principio,
los ensayos fueron poco provechosos, revela el autor-director. Los actores no
entendían la saga, porque la consideraban abstracta. Esto los obligó a usar
varias técnicas partiendo desde la imaginación. Fueron construyendo la trama
con varios ensayos centrados a recrear las situaciones de las que se hablan en
el texto para luego tomar esa historia como base. A partir de entonces, el
cuento teatral se hizo palpable y creíble. “Los primeros ensayos los hicimos en
La Concha Acústica de Bello Monte gracias a que nuestra primera asistente de
dirección trabajaba con Ricardo Nortier y así accedimos a un espacio cómodo
para poder ensayar. Nos hemos presentado en el Teatro Catia, en el Celarg, en
el Teatro Bolívar y ahora estamos en la Sala Cabrujas”. Así desafiando a
los imposibles, se gestó, se ensayó y se mostró Pulp History sobre preocupaciones de la gente joven, esa menor de
30 años, porque más allá… ya se tienen respuestas o experiencias que lo dicen
todo, tras haberlo conocido casi todo.
Explicado de otra
manera, el poliamor de Pulp History
es amar a varias personas a la vez, de forma consensuada y consciente. Sus
exegetas consideran que el amor no tiene límites, porque la filosofía vital de
esas relaciones es que el amor no es necesariamente exclusivo entre dos
personas. Pero, ¿hasta qué punto somos capaces de aceptar esta realidad, más
común de lo que se cree? ¿Hasta qué punto los celos no juegan un papel
influyente en este tipo de relaciones?, pregunta Mendoza y suscribimos nosotros.
CHALBAUD Y CHOCRON
Es posible que Leonardo Mendoza y sus actores no
hayan aún leído los poéticos textos teatrales Los ángeles terribles (1967)
y La máxima felicidad (1975) de
Román Chalbaud e Isaac Chocrón, quienes los escribieron y mostraron durante los
últimos 40 años del siglo XX, donde eso del poliamor era tan popular, dentro y
fuera del teatro, como las arepas de carne mechada. Por supuesto que dichos espectáculos
levantaron ronchas en las delicadas pieles sociales, pero hicieron temporadas y
hasta al cine llegaron.
Hay que achacarle la culpa
a los currículos escolares –posiblemente ni ahí están comprendidos esos autores
criollos, lo cual no nos sorprende- para que Leonardo Mendoza y su gente hayan trabajado
tanto hasta crear un texto y finalmente producir su espectáculo, que no alcanza
los 60 minutos, sobre el poliamor en el siglo XXI. De haber conocidos tales
piezas, se habrían ahorrado tiempo,
aunque a lo que llegaron no está mal. Sí, hay una búsqueda, que forma a sus
artistas, pero les ha quitado mucho tiempo o desplazamiento en el espacio, para
decirlo con los criterios de Einstein. Una vez más, la dramaturgia venezolana
resulta desconocida para las nuevas generaciones, pero estas se las arreglan
para salir adelante, menos mal.
Hace poco vi un
espectáculo donde se fusilaron varios textos de Rodolfo Santana y Román
Chalbaud, donde lo único “novedoso” era la imagen gráfica de los ojos del
comandante Chávez, sin pedir permiso, además.
¿Si los profesores abordaran
un poquito más la historiografía del teatro criollo, serían más útiles? ¿Por
ahí a donde se llega? ¿Dónde está el colectivo del teatro venezolano interesado
en preservar su historia y su docencia para las nuevas generaciones? ¿Quién
tiene la culpa? ¿Si seguimos así veremos al Hamlet andino o la Bernarda Alba
llanera, sin que los artistas lo sepan? ¿Y al público quien lo defiende?
El espectáculo
de Pulp History es brutalmente
físico, se realiza en un espacio a la italiana y tiene un ritmo tan acelerado
que termina por machacar las palabras de algunos actores y convertirlas en
ruidos estridentes. Lo del amor o poliamor es muy obvio y muestra la pasión, la
lujuria, el crimen y la venganza, que termina por ser “un frenesí con aires
shakesperianos”, como dice la nota de prensa, que además suscribimos. Hay, eso no les puede negar, pasión, fuerza
física y talento por parte de ese grupo de teatreros, que integraron Paola Ancidey, John Vicent, Migda Freites y Ramón
Casanova con su autor-director Leonardo Mendoza, un filósofo que trabaja además
como manager de redes sociales
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