Oscar Acosta y su pasión por la investigación del pasado teatral. |
La vida
da sorpresas y especialmente cuando son exhumaciones de archivos y bibliotecas.
Lo decimos con satisfacción porque el teatrero Oscar Acosta, quien vive dedicado
a investigar la historia del teatro venezolano, nos asaltó, por así decirlo, en
la cola de una institución bancaria, con la fotocopia de un asombroso libro criollo
del siglo XIX.
Acosta dijo que, mientras escribía sobre el segundo Coliseo de Caracas, inaugurado en
1819, en plena Guerra de Independencia, halló una buena provisión de obras desconocidas.
Algunas ni siquiera se consiguen en Venezuela y reposan en los inventarios digitales
de universidades o bibliotecas extranjeras. “En los repositorios de la Comunidad
Europea hay millones de libros, periódicos y documentos a la disposición de quien
sea paciente. En esa búsqueda constante, encontré una obra editada en
Caracas (1867), titulada Honra y crimen por amor, que
podemos estimar como la primera obra literaria en nuestro idioma que incluye la
temática homosexual en su contenido y personajes. La homosexualidad no es el
tema central de ese drama, pero sí hubo la intención deliberada del autor de
incluirla, a sabiendas de la moral imperante que condenaba o, incluso,
penalizaba, tal conducta. Tamaña audacia literaria, que presenta este
comportamiento como lo absolutamente normal que es, se comprende mejor si
sabemos que fue retomada décadas después, en 1934, por el mexicano
Salvador Novo, con su texto El tercer
Fausto. No he encontrado hasta ahora, luego de meses de estudio de la
literatura española, un texto que incluya el tópico antes de este drama
caraqueño, a no ser algunos escritos moralizantes religiosos que lo presentan
como un comportamiento delictivo o enfermizo. Ni siquiera estos libros
condenatorios son explícitos, solo se refieren a la sodomía o el
pecado nefando , como mencionan claramente
el asunto, aún para satanizarlo, fuera un sacrilegio”.
¿Quién es su autor?
Ah... Buena pregunta. El drama se
editó de manera anónima, suscrito por UN VENEZOLANO, así, en mayúsculas.
Obviamente, su creador no quiso asumir de manera abierta su autoría por
las consecuencias que pudiera traerle, dado que los personajes y el detalle de
la sexualidad proscrita no eran cosas de juegos en esos años, sino que se
rechazaban con gran repulsa por la moral hipócrita que imperaba. Se
toleraban, siempre y cuando no se hicieran públicos, pero era impensable
incluirlos en la literatura dramática. Me dediqué a perseguir al autor,
buscándolo entre los dramaturgos que conocemos del siglo XIX. Luego de semanas
y gracias al uso del software especializado podemos afirmar, sin lugar a la
menor duda, que la pieza fue escrita por Heraclio Martín de la Guardia.
Así lo determinan las similitudes del léxico, concurrencias gramaticales,
coincidencias muy frecuentes de la rima... Incluso hay frases y recursos
dramáticos similares con otras obras de Guardia. Más aún, en otro drama
publicado 11 años antes que tituló Luisa de Lavalliere, el autor
exploró el argumento y algunos personajes, aunque muy convencionalmente y sin
atrevimiento alguno. Adentrarse en la estilometría, disciplina humanística muy
reciente que estudia las características literarias de un autor y compara sus
textos, me resultó fascinante. No sé si se había hecho algo así antes en
Venezuela. Trabajé también de un modo artesanal, por decirlo de algún modo, es
decir comparando con repetidas lecturas las piezas de este y otros autores, con
la anónima, sin emplear la informática.
¿Dónde lo consiguió?
El texto fue divulgado hace
unos dos años a través de la biblioteca digital de la Universidad de Carolina
del Norte, de Estados Unidos. Es de dominio público y cualquiera puede bajarla
desde www.archive.org. Honra y crimen
por amor está ambientada en
la corte del Rey Luis XIV, la misma donde anduvo Moliere. Personajes de
su trama, como el duque Felipe de Orleans y el de Lorena, pasaron a la historia
por mantener amoríos notoriamente escandalosos, aunque sin resultados
peligrosos por su elevada posición; es decir, el argumento parte de hechos y
personajes de la realidad y no fue solo invención. Sigo investigando
hemerográficamente a ver si fue escenificada o si su publicación tuvo alguna
repercusión.
¿Cómo van tus investigaciones sobre la historia antigua del teatro venezolano?
¿Cómo van tus investigaciones sobre la historia antigua del teatro venezolano?
Hay tanto por descubrir, corregir
y por difundir, que abruma la cantidad de material y datos por ordenar e
ir interpretando. Los centros documentales para la investigación, como el
Archivo Histórico Municipal de Caracas, el Archivo General de la Nación, la
Hemeroteca Nacional, entre otros, contienen un caudal enorme de información
para recomponer la historial teatral del país. Los trabajos al
respecto tienen como puntos de partida a publicaciones muy desactualizadas, que
orientan en la búsqueda, pero fueron elaboradas sin ser confrontadas
documentalmente. Se cita con ligereza lo dicho por Arístides Rojas, Manuel
Landaeta Rosales o Carlos Salas sobre el teatro caraqueño; cuando
profundizas en los detalles, caes en cuenta que ellos cometieron errores pues
carecían del rigor necesario. Son muy valiosos sus escritos, pero no se
debe confiar ciegamente en ellos. Mira este ejemplo: siempre han
sostenido, desde los tesistas universitarios hasta los más respetados maestros,
que el Coliseo de Caracas, primer edificio teatral venezolano, tenía una
capacidad de 1600 a 2000 espectadores. Así lo escribió Humboldt y luego lo
repitió la procesión de los que han abordado el caso. Cuando estudias
detenidamente el plano original del escenario y el expediente que se conserva,
notas que la capacidad máxima rondaba los 600 espectadores, casi la tercera
parte de lo que siempre se ha afirmado. También conseguí, luego de años de
indagar, la lista de obras que se montaron en la temporada inaugural del
Coliseo, en 1784, que enumera 19 títulos en 34 funciones. Es el repertorio más
completo de escenificaciones que tenemos de la época colonial, en el cual se
nota la preponderancia del teatro barroco español y, en especial, de Pedro
Calderón de la Barca.
Es muy gratificante aclarar equívocos o vacíos de tal naturaleza; parecen irrelevantes, pero no lo son. El teatro es reflejo o expresión de su tiempo, medida a escala y espejo de la sociedad que lo produce. Determinar sus detalles nos ayuda a entender cabalmente el pasado para enfrentar el presente. No se trata de una simple curiosidad de anticuario, que también la hay, sino de mirar lo acontecido para situarnos, con la mayor claridad posible, en lo que sucede ahora.
Es muy gratificante aclarar equívocos o vacíos de tal naturaleza; parecen irrelevantes, pero no lo son. El teatro es reflejo o expresión de su tiempo, medida a escala y espejo de la sociedad que lo produce. Determinar sus detalles nos ayuda a entender cabalmente el pasado para enfrentar el presente. No se trata de una simple curiosidad de anticuario, que también la hay, sino de mirar lo acontecido para situarnos, con la mayor claridad posible, en lo que sucede ahora.
¿Qué problemas se afrontan y
como se superan?
La falta de estímulos financieros
o editoriales, el poco interés institucional, la subestimación o simple
ignorancia de la investigación teatral y su divulgación por parte de los
decisores oficiales, son los signos permanentes que enfrenta este tipo de
labor. Te lo digo fuera de mis circunstancias particulares, pues en el teatro
jamás he dependido de ayudas de ningún tipo. Muchas veces las dificultades se
convierten en una excusa para no aportar absolutamente nada, para gente que no
aportaría incluso teniendo el mayor apoyo del mundo. Hechos son pasiones y no
buenas razones, digo yo, parafraseando a Santa Teresa. Haces lo que haces por
gusto y placer de contribuir con los demás, con los tiempos por venir. Eso no
obvia la obligación del Estado de darle soporte y ampliar el alcance de tus
logros. Otros de los grandes problemas es el poco estudio y difusión de lo
hecho fuera de Caracas. Hay que meterse de lleno a ampliar la investigación del
teatro celebrado en otras ciudades.
Ojalá en algún momento exista un
centro o institución que se dedique a esta tarea pendiente, mas allá de las
veleidades de la burocracia o la dedicación académica. Mientras, no nos queda
más que cerrar filas en la mutua colaboración con otros afines que se esfuerzan
en lo mismo. Permanentemente, intercambio información o textos con
investigadores y docentes de dentro y fuera del país; es la mejor manera de
sentirse acompañado y superar los escollos. Hoy día, la tecnología resuelve
mucho; puedes fotografiar cien o más documentos con el teléfono en un dia,
luego lo revisas frente a la comodidad de tu computadora; esa ventaja no
existía antes. Aún así, la investigación tiene necesidades que
nadie sospecha. No me refiero al tiempo que dedicas durante días o semanas y
sin contraprestación alguna a los archivos, hemerotecas o internet para
encontrar un dato, sino a tonterías prácticas como sufragar en
ocasiones de 400 a 500 fotocopias mensualmente. Esas pequeñas dificultades se
convierten en grandes problemas. ¿Cómo se superan? Nada de quejumbres.... Ya
sabes: ¡Hechos son pasiones!
Un venezolano
Cuenta Oscar
Acosta que de Heraclio Martín de La
Guardia (Caracas,1929/1907), quien aparece reseñado en todos los
compendios de poesía y teatro venezolano que incluyen el siglo XIX, conocemos
muy poco. “Nadie menciona que era sobrino segundo del Libertador, como tampoco
que sufrió cárcel y exilio por razones políticas ni que tuvo una gran amistad
con José Martí. Algunos
colegas teatreros a quienes comenté la pieza se han interesado por montarla.
Incluso uno de ellos se entusiasmó en llevarla a la ópera. No es fácil porque
su contexto es el barroco y el palacio de Versalles, lo que dificulta
simplificar la escenografía y el vestuario, pero ya sabemos que en el arte la
imaginación obra milagros, es cuestión de voluntad más que de recursos. Tengo
interés en verla publicada por su especial significación; quizá promueva la
lectura dramatizada. Veremos. Lo más importante de
todo, es que poco a poco, vamos descubriendo facetas insospechadas de nuestra
escena que le dan lustre y relevancia. Y ahora, con lo de esta obra, le
confieren el valor de la audacia y originalidad, a pesar de la marcada dependencia
de los modelos europeos que tanto la limitaron.
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