Jan Vidal,Julie Restifo y Javier Vidal en otra empresa cultural. |
“La catira del general sería
la tercera de mi primera trilogía sobre el poder político a la venezolana, la
cual circunstancialmente está enmarcada en la región andina del Táchira, donde
su gentilicio, entre cariñoso y despectivo, es gocho”, así dispara, literariamente,
el periodista y actor, además de dramaturgo, Javier Vidal Pradas, al referirse
a su nuevo estreno teatral, pautado para el viernes 30 de junio, a las 7 pm, en
el teatro Trasnocho Cultural.
Gochos fueron, acentúa Vidal Pradas, los venezolanos
Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina
Angarita, Diógenes Escalante, Ramón J. Velázquez y Marcos Pérez Jiménez. “Me quedaría
pendiente Carlos Andrés Pérez, pero por ahora no me interesa llegar a una
tetralogía; todos son protagonistas de esta saga andina en mis tres piezas”,
comenta.
Explica que en su casa, aquí en Caracas, desde
niño escuchó mucho más el nombre de Cela que el del dictador. “Dentro de mi
hogar, con papà y mamà catalanes, el dictador tenía un solo nombre: Francisco
Franco. No había otro. Mi tío Sol Pradas Gil era jefe de lavandería del hotel
Tamanaco y llegó a conocer a Camilo José Cela y los cuentos de sus cuentos eran
relatados cada tanto junto al nombre de La
Catira, toda una afrenta al nacionalismo como en su tiempo lo fue Salvador de
Madariaga con su Bolívar. Al tener
conciencia literaria en mi adolescencia y a través de mi maestro claretiano el sacerdote
Eduardo Blanco descubrí La Colmena,
fascinante novela plural con sus decenas de personajes; La muerte de Pascual Duarte, tan violenta como fascinante -ambas
rabiosamente carpetovetónicas- y un photobooks
intitulado Izas, rabizas y colipoterras
que encontré en la biblioteca de Gloria Goldmitz en mi inocente juventud
preuniversitaria, que me arrugaba, según puedo recordar, el corazón mientras no
dejaba de reír burlonamente de esas pobres mujeres de la calle. La Catira es una novela que llegó a mis
manos tardíamente, influenciado, quizá, por la leyenda negra que mi familia me
había construido en mi imaginario infantil. Cela es un gran escritor, no voy a
decir lo contrario”.
Reitera que Cela era un magnífico
novelista. “Entrevistado era petardista, homófobo y españolista. Alejado de la
izquierda caviar y muy incómodo para la derecha católicanacionalista. Su Nobel
me llevó a leer definitivamente La
Catira y más que molestarme me resultó, a la distancia, un libro de humor
con un sarcasmo proyectivo sólo entendible a estas alturas de este nuevo
renacer de ramplonería chauvinista y castro-comunista. Sí, chauvinista, no hay
fe de erratas. Cuando inicié mi travesía iniciada con Diógenes Escalante ya
tenía en claro que Pérez Jiménez sería el cierre de esta nueva trilogía. Cela
me ayudó a incluir a la intelectualidad y el arte frente al “Ogro filantrópico”
como menta Octavio Paz. Las dictaduras siempre se han valido de las muletas de
los intelectuales para justificar su gendarmería. La intelligentsia al servicio de lo más abyecto e infecto de nuestra
sociedad: el poder corrupto autocrático. En nuestra actualidad algunas muestras
de esa connivencia son bien conocidas”.
Advierte que con Pérez Jiménez
vivimos ese tipo de contradicciones tanto con artistas como Carlos Raúl
Villanueva, de comunistas convictos y confesos del realismo socialista a saber
César Rengifo, como de igual manera y sin remordimientos estéticos Pedro
Centeno Vallenilla, primo de Laureano Vallenilla-Lanz Planchart.
PURA FICCION TEATRAL
Reitera que su pieza La catira del general es la ficcionalidad
del encuentro de un “encargo” entre un novelista, un dictador, su culto y civil
ministro del “interior” y un migrante gallego albañil. Ahí están, a partir de
entrevistas, la investigación, la documentación hemerográfica, unas cuantas obras
literarias, memorias, biografías y el gran aporte editorial del premiado ensayo
de Gustavo Guerrero, Historia de un encargo. “Mi pieza teatraliza los
momentos del encuentro entre el gendarme necesario de Marcos Pérez Jiménez y el
escritor Camilo José Cela a instancias del ministro Laureano Vallenilla-Lanz
Planchart para encargarle la escritura de una novela que se insertara en el
Nuevo Ideal Nacional y enterrara la Doña
Bárbara del novelista y defenestrado presidente, el escritor Rómulo Gallegos. Con ésta obra
cierro mi trilogía sobre el poder y los gochos, iniciada con Diógenes y las camisas voladoras y Compadres.
FICHA TECNICA
Dice Vidal que sobre las tablas del
teatro estarán, pues: Sócrates Serrano como Camilo José Cela; Juan Carlos
Ogando como el presidente Marcos Pérez Jiménez; Jan Vidal-Restifo como
Francisco Ogando y el primer actor Gonzalo Velutini como el ministro Laureano
Vallenilla-Lanz Planchart. El Video-Arte del montaje es de Daniel Dannery; la dirección
de arte está resuelta por Vladimir Sánchez, la coreografía
de Beatriz Álvarez; la composición en gaitas es de Gabriel Figueira de Gaélica;
la asistencia de dirección de Catherine Medina, asistencia de escena de Sergio
Malpica. Todos bajo la producción de Jota Creativa, Julie Restifo, Samuel
Hurtado y mi dirección general”.
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