Instalado en Nueva York para escribir teatro. |
Pablo García
Gámez reapareció en los escenarios venezolanos, durante la temporada 2018,
gracias al estreno de su pieza Oscuro, de noche, bajo la dirección de Carlos Arroyo y con la producción del espectáculo
por parte de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) en la caraqueña sala Alberto
de Paz y Mateos. Ahora, este caraqueño de 58 años, quien lleva algo más de
medio siglo de residencia en Nueva York, es nuevamente noticia porque dicha
pieza abre la temporada 2019 en la sala
Anna Julia Rojas, de Unearte (Universidad Nacional Experimental de las Artes),
del 14 al 31 de marzo, en funciones de jueves a domingo, a las 4 PM.
Oscuro, de noche tiene una sinopsis que los eventuales espectadores del espectáculo
deben conocer: Kenny Javier Barrios (25 años) es víctima de la violencia
urbana: pierde la vida y la roban su motocicleta recién comprada. Sus padres se
enteran de la noticia y además comienzan a luchar contra las imágenes negativas
de Kenny. Ellos hacen lo posible por cumplir con los rituales funerarios,
pero encuentran una serie de obstáculos: la abuela Mercedes está seriamente
enferma, los medios mencionan que hacía actividades ilegales, el proceso en la
morgue dura más de lo debido, las funerarias se niegan a velar su cuerpo.
Tratan de resolver cada problema en la marcha buscando encontrar una paz que no
llega. Mientras tanto, tres testigos narran sus versiones que se niegan a
compartir con las autoridades. Deja una novia enamorada.
En
este montaje de Oscuro, de noche, texto merecedor del tercer Premio
Nacional de Dramaturgia Apacuana, el director Arroyo juega con elementos de las
estéticas expresionista, realista y circense, hasta lograr crear un
conmovedor e impactante espectáculo, el cual poetiza el miedo que
se ha apoderado de una ciudad, para no más de 90 minutos de exhibición
escénica.
¿Pensó usted en el éxito con este texto?, preguntamos al autor.
Desde que lo escribí, Oscuro, de noche se
convirtió en un texto con el que me identificaba: expresa visiones que siempre
quise abordar. Se integra a un proceso en el que, a través de la
dramaturgia, me reencontraba con la Caracas de mi mente y a la que tenía dos
décadas sin ver. Los otros textos, extremadamente caraqueños, son Noche
tan linda, El Gos, Vendrán tiempos mejores
y La
vieja herida. En ellos está la memoria y también la necesidad
de explicar cómo es el lugar de dónde soy, un espacio que critico y celebro.
En el proceso, mi escritura encuentra la alteración de tiempos -el tiempo
de la memoria que llega en fragmentos- con personajes que luchan por querer
ser, como escribió sobre mi dramaturgia, en Latin American Theatre Review,
Antonio César Morón, catedrático de la Universidad de Granada.
García Gámez advierte que hace todo este preámbulo
porque no sabía si alguna vez Oscuro, de noche podría ser
representado. “De hecho, una vez leí un fragmento en The New School y una
asistente al evento comentó: “¡Eso es inmontable!” Yo estaba seguro que
era montable, pero no sabía si algún teatrero o grupo estaría dispuesto
a correr el riesgo. Igual estaba satisfecho con lo que leía en el
papel. Definiría Oscuro, de noche
como crónica periodística hecha crónica teatral: una crónica con un hecho que
ha sido tan manipulado que se convierte en palimpsesto de verdades, medias
verdades y mentiras: no sabes qué hechos son realmente ciertos -el caso de los
testigos en la obra- algo que ocurre con la información que actualmente nos
hacen digerir, mucha de ella desvirtuada. Era una obra con la que tenía
empatía, pero de ahí a pensar que tendría dos temporadas, confieso que no, no
lo pensé”.
¿Qué lo llevó a concursar en el Apacuana?
Cuando me enteré del Apacuana, no le presté
atención… o se la presté, pero sé de la calidad que hay en la dramaturgia de
Venezuela. A todas estas, mi amigo Hernán Colmenares, me comenta sobre el
concurso y me convence que envíe una pieza.
Desempolvo el texto y lo mando. Recuerdo exactamente dónde estaba cuando
me enteré que había ganado: estaba en una cafetería y los clientes escucharon
un “¡Coño! ¡Me gané el Apacuana!”
“Aprovecho la pregunta
para afirmar que el Apacuana debería ser de nuevo inclusivo a los autores
venezolanos en el extranjero. Creo que el diálogo marcará el futuro del
país. A todo nivel. Hay autores que están fuera del país y lo
llevan encima con propuestas que aportan a ese diálogo. Cuando he tenido
la oportunidad de intercambiar con estudiantes en Caracas he notado la
preocupación por la vanguardia, por inscribirse en la vanguardia tomándola como
el grupo de manifestaciones más recientes que se dan en USA o Europa. A
diferencia de este criterio, Richard Schechner -el creador de la disciplina de
Estudios del performance- dice que la vanguardia es policéntrica: cada espacio
tiene su vanguardia. Creo que la
inclusión de autores venezolanos en el exterior abriría un debate que podría
abordar aspectos como el que te acabo de comentar. Además, las ausencias
no dialogan”.
¿Satisfecho de lo que logró el director Arroyo?
No estoy satisfecho con Carlos Arroyo.
Estoy extremadamente agradecido con Carlos Arroyo por todo lo que ha
logrado con el texto. Encontró inmediatamente su carácter manipulable,
sus elementos lúdicos. Vistió al texto
de circo, lo subió al cerro. Hizo que cada actor, cada actriz, cada
músico, cada técnico diera lo mejor para crear este musical cerrícola,
cerrícola con el orgullo y la humildad de reafirmar de donde emerge la obra.
La práctica que emplea la CNT ofrece la posibilidad de múltiples lecturas
al rotar los personajes entre los actores.
Cada función tiene un sabor diferente a las demás, algo difícil, muy
difícil de ver en cualquier contexto.
¿Cuál es la clave para ganar premios, es que no hay
otros concursantes?
Claro que hay colegas
muy buenos. No sé si será parte de la clave, pero escribo sobre temas que
me apasionan: el desarraigo, el paso del tiempo; sobre la periferia y sus
personajes. Durante el día me lleno de imágenes, vivencias,
conversaciones sueltas, recuerdos, cuestionamientos que exploro con la palabra
y el tiempo. Un factor de mi escritura es que la vida ha transcurrido desde el
margen y que tengo arraigado un sentido de pertenencia a diversas minorías en
diversos espacios. Se dio el hecho afortunado de caer en conciencia de
ello y poder revisar ese proceso. De ahí
el re/sentimiento, doble sentir de esas experiencias. A mis estudiantes les digo que traten de ver
la situación desde la periferia, que escriban sobre lo que quieren ver en
escena, que sus obras pregunten, interpelen al espectador. Que sean
fieles a su trabajo, que no hay que estrenar mañana.
¿Cómo hace? ¿Tiene a otros que escriben por usted?
¿Cómo hago? ¿Qué
hago? Escribir. Es la única
manera. Dedico aunque sea una hora al día porque quiero escribir, porque
necesito escribir, porque tienen que salir esas voces, porque me gustaría
verlas en escena. Hace un par de años estoy desarrollando la tesis
doctoral sobre teatro y comunidades hispanas y no he dejado de escribir teatro. Edgar, ¡llevo 32 años escribiendo!
El montón de obras sale porque estuvieron guardadas todos estos años.
Guardadas no, intenté difundirlas en diversos momentos, pero el canon de
la dramaturgia es un filtro; de hecho, el canon es de naturaleza cogollística.
A Venezuela las mandé a grupos, productores; tuve una única respuesta
sobre una obra: “es interesante”. Aquí
mandé a concursos y así fueron saliendo a la luz. Agradezco a la Compañía
Nacional de Teatro por Oscuro, de noche y a la Escuela
Juana Sujo por presentar ¿…Y qué es Nueva York? (Cariaquito Morao). Fue un
modo de aceptación de mi identidad.
“Volviendo
a las piezas, escribí Cariaquito Morao hace 27 años.
De repente, se da la coyuntura y gana el ACE de dramaturgia y de
actuación en monólogo. Con la pieza que ganó el LATA, Eclipse
Total en G.T.s, es diferente: en 2018 soy invitado por Harlem
9 y Pregones para participar en 48Hours in The Bronx, actividad en la que en
dos días trabajas en equipo para hacer un montaje incluyendo el texto. Me
tocó trabajar sobre un bar gay en los ’80 y escribí un texto para recordar a
los que se nos fueron por el SIDA y celebrar a los que están; el LATA fue el sábado
9 de febrero y no pude ir por la tesis… y porque estoy con el borrador de algo
que creo será una obra.
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