jueves, mayo 02, 2019

Javier Vidal inconforme

Hijo,madre y padre.


A Javier, el bebé catalán de Jaime y Rocío Prada de Vidal, nacido en Barcelona, el 13 de abril de 1953, lo trajeron en el “Monte Altuve”, un barco de carga mixta, durante aquel enero de 1955. En Caracas alumbraron a Silvia, su única hermana.
Ahora, a los 66 años, el venezolano Javier Vidal Prada -desposado con Julie Restifo y felices progenitores de Jan y Josette - es todo un señor primer actor, además dramaturgo con obra propia y articulista temido.
Él, rebobinando su memoria, reconoce que su “vida pública” comenzó escribiendo, en la revista Suma, crítica teatral en 1971, cuando lo llamó el negrazo Porfirio Rodríguez para formar el jurado del Premio Juana Sujo. “Yo era casi un niño y tú ya estabas ahí. Después el ‘grup escenic’ del Centro Catalán me contrató como director. En el ‘círculo de críticos’ conocí a Ibrahim Guerra y este me propuso actuar en Los peces del acuario. Al principio me negué. No soy actor -le dije - ‘pero estás en personaje’-me ripostó. Donata Andreutti, mi novia de entonces, me terminó de convencer -‘a ti te gusta el teatro, acepta y déjate de zoquetadas’-. Acepté y así empecé mi carrera teatral profesional”.
Ambicioso y respetable plan de trabajo tiene Javier Vidal Pradas para este 2019, donde, por supuesto, su esposa, la actriz Julie Restifo, es parte muy importante. Nos cuenta el periodista y destacado teatrero que espera montar la comedia que escribió sobre una familia disfuncional, cuyo nudo es el transgénero, donde el actor Sócrates Serrano encarna a la madre transgenérica.
Sigue como director artístico en Radio Caracas Televisión Internacional con una atractiva serie sobre mitos y leyendas latinoamericanas escrita por Martin Hahn y José Simón Escalona, cuyo título provisional es Almas en pena. Todo eso le llevará el primer semestre de este peculiar año. “Por supuesto que el 2018 fue absolutamente satisfactorio para mí y mi familia”.
¿Satisfecho con lo conseguido hasta ahora o le hace falta algo más, que no sea político, sino personal?
Satisfecho, sí. Conforme nunca. Satisfecho por estos 46 años de carrera, un centenar de obras como actor, otras tantas como director, más de 20 obras escritas, mi participación en estos años en la dirección de T.V., mi compañera y amada esposa Julie, mis hijos adorados Jan y Josette...mis libros editados... en fin. Creo que tengo un camino andado y por andar. No hay banquitos en el camino de la vida, a lo sumo hay encrucijadas donde te detienes a pensar cual escoger.
¿Cómo se siente mejor: periodista, dramaturgo, actor, director o padre de familia?
Me siento comunicador. Nunca lo he dejado de ser. En mis estudios estaban la materia de informativo, de teatro y publicidad.  Es decir, aprendí a buscar la verdad, a ficciónarla... a manipularla... a motivarla con la misma carga deontológica. Así que es cuestión de no equivocarse de rol. El de padre, por supuesto, el más difícil, ni se estudia y ni se aprende. El padre siempre se equivoca.
¿Repetiría   los errores cometidos o se enmendaría?
Los errores están para cometerlos y no repetirlos. Están en la memoria y recurre a ellos como farol, como luz ante lo nuevo o lo desconocido. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Es posible y solemos ser, a veces, demasiado humanos repitiéndonos en errores por descuido, unas, por amnesia, otras. No me arrepiento de mis errores. Es una necedad arrepentirse. Simplemente los reconozco y cargo con ellos, solo para eso, para no olvidarme que erré. Enmendar no solo es corregir, sino cambiar defectos de cosas o personas. Me gusta cambiar. Cambiar es vivir, cambiar es chocar con tus antítesis. En mis obras los personajes dicen que no cambian, en el fondo porque son personajes, no personas. Debemos cambiar para poder entender la vida. Quien dice que no cambia es, o un estúpido o un cínico. 
¿Qué ha pasado con su teatro sobre personajes históricos?
Llevo una tetralogía de personajes históricos y otras tantas de contextos históricos como la muerte de Delgado Chalbaud,  la locura de Diógenes Escalante, los amores del general Isaías Medina Angarita y las peripecias de la Pérez Jiménez  con Camilo José Cela y su  novela La Catira. Podría seguir con otros tanto o más interesantes de los que he tocado, pero los caminos que se me abren me desvían por los mismos intereses del contexto actual. Hace un año escribí una pieza sobre una familia transgénero, aún sin estrenar y otra sobre el "portazo de Nora" Tenemos que hablar, con un estreno que no me trajo muchas satisfacciones y que espero remendar o enmendar con un nuevo montaje para el 2020 con la producción de Alejandra Nali. Este año me ha tocado interpretar mi primer monólogo sobre Primo Levi que llevaré a Colonny Theater en junio. Estoy dirigiendo a Julie en La señora Ímber y hacia finales de año el proyecto de llevar al teatro una versión de Casas Muertas, la novela de Miguel Otero Silva, que hizo mi hijo Jan bajo la producción de Evelyn Navas. Ya tienes un tubazo.  Por esta actividad propia de mi condición trinitaria, no me solo enfoco en la escritura. Actor, director, dramaturgo.
¿Y La señora Imber como anda 
La señora Ímber es una versión que dirijo a partir del libro homónimo de Diego Arroyo Gil. He querido respetar el texto del periodista y biógrafo sin caer en la tentación de que aparezca "mi" Sofía Ímber, ya que como sabes, trabajé con ella en los inicios de las páginas culturales de El Universal y tuve una relación de amistad hasta su último suspiro. Julie está elaborando un personaje teatral y universal que nace de nuestra identidad nacional. Es un personaje muy complejo, con aristas filosas y cortantes, con deslizamientos sesgados de relaciones, amores y una insostenible pasión por vivir. Sofía no descansaba. Quizás a hora lo haga, pero a veces lo pongo en duda, tanto así que ahora la veremos de nuevo sobre las tablas a partir del 23 de mayo y solo por 4 días en el teatro municipal de Chacao. 
TEATROLOGIA DEL PODER
Advierte, con satisfacción, que su melodrama La íntima del Presidente, centrada en la vida del general Isaías Medina Angarita y su romántica relación con Estrella Serfati, la madre de Isaac Chocrón, completó su tetralogía sobre el poder en Venezuela y la presencia de los gochos en la política criolla. “Con mis piezas no pretendo historialiciar o historiar nuestro pasado sino poetizar nuestra historia a través de la dramaturgia. Es la mejor forma que encontré para enfrentarme al presente de mi país”.
¿Por qué ese interés por la historia política venezolana y entregar así cuatro textos, todos además representados?
El público joven, ese que va al teatro, por supuesto, poco conoce de nuestra historia mediata y la historia, la petit historia, la historia de cachifas, la historia oral, levanta siempre un atractivo morboso a todo nivel. La cronología que he mostrado como mis cuatro piezas es ajustada, casi exacta a la objetividad de los hechos, pero el diálogo, la vida privada, a todos, nos atrae observarla, degustarla, como voyeristas, como mirones de parque, como mudos infantes tras el ojo de una cerradura. Ahí están, pues, Diógenes Escalante y Ramón J. Velázquez (Las camisas voladoras), Cipriano Castro Y Juan Vicente Gómez (Los compadres), Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita (La intima del Presidente), Marcos Pérez Jiménez (La catira del general), todos gochos, todos del Táchira. Son figuras que se revelan teatrales por todos sus costados. Después, dentro de esas ficciones me acompañaron Camilo José Cela, Laureanito Vallenilla, Arturo Uslar Pietri, un gallego albañil de inspiración real, Estrella Serfati y una doncella -la ninfa- para calmar las ansias del sátiro de Castro. Esos fueron mis personajes donde el público y la crítica encontró un lenguaje y una estilística que me adverbializa: vidalianos, vidalianamente, etcétera”


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