¿Quién está organizando el centenario de César Rengifo? |
No sé si ya organizan los festejos
del primer centenario del caraqueño
César Rengifo, el 14 de mayo de 2015. Es de suponer que ese grupo de
pensantes y sensibles personas, esté muy interesado en que se le rindan todos
los honores al Padre del Teatro Moderno Venezolano, entre los cuales estarían varios importantes eventos, tales como concursos
de dramaturgia y ensayística, además de la exhibición de selectos montajes de algunas
de sus piezas más importantes, como ya ocurre con el espectáculo Bajo tierra. ¡Hacer popular y cotidiano al teatro de ese gran caraqueño deberia ser la meta!
Conocí de trato y palabra a César
Rengifo y de él aprendí que no somos
un país independiente económicamente. Junto con el alud del capital foráneo,
llegó también una civilización estandarizada. Y junto a los ranchos, habitados
por gente depauperada y sin ninguna cultura, brotó la llamada “cultura del
petróleo”.¿Cuántos venezolanos han luchado contra eso?
Lo recuerdo ahora al rever y disfrutar
el excelente Bajo tierra, que presenta Rio Teatro Caribe, en su
sede de San Bernardino, bajo la
dirección de Francisco Denis Boulton y con el desenfadado apoyo actoral
de Verónica Arellano, Gladys Prince, Zair Mora, Luis Domingo González, Jesús
Carreño, Antony Castillo y Valentina Garrido, dentro del dispositivo creado por
Rafael Sequera.
Bajo tierra es un comprometido y amoroso
ensamblaje, logrado por Karin Valecillos (la dramaturga de moda) con cuatro
piezas de César sobre la explotación petrolera: Las mariposas de la oscuridad (1951-1956), El
vendaval amarillo (1952), El raudal de los muertos
cansados (1969)
y Las torres y el viento (1969). Ahí resumió los
inenarrables avatares de los trabajadores del petróleo y de los campesinos
desplazados por tan cruel industria. Escribió para advertir sobre las
frustraciones de un amplio sector de la sociedad venezolana por el sinuoso
destino de la renta petrolera, además de la muerte lenta de la agricultura y el
éxodo de los campesinos a las grandes ciudades para buscar un destino incierto
o esquivo, al tiempo que señaló la incesante sustitución de la cultura nacional
por una foránea. ¡Qué nadie olvide la novela Casas muertas de Miguel Otero Silva y la versión teatral que hizo
Carlos Giménez con su grupo Rajatabla!
Denis Boulton quería montar cada uno
de esos textos pero no consiguió los recursos económicos y optó por el “comprimido”
que le hizo Vallecilos: la parodia de un
programa de televisión que es visto por una abuela y su hija, mientras al nieto lo devora la
Internet, en cualquier hogar venezolano. Trabajó con tal fusión y los mínimos
actores, reelaborando lenguaje y puntualizando acciones escénicas.
El montaje está centrado en el relato de la desgracia humana como
consecuencia de la miserable explotación del recurso natural y el engaño a que
se sometió al campesino principalmente. El humor es el otro personaje presente
y es bálsamo para digerir todas las desgracias de esos seres arruinados sin
saber porque.
El espectáculo se llama Bajo
tierra porque el petróleo se extrae del suelo y para hacer
referencia a los hombres que trabajan bajo tierra, a una cultura que queda bajo
tierra y un país que quizá, todavía, está bajo tierra en el sentido que depende
de este “oro negro”, y esto no solo interviene en lo económico sino en todos
los ámbitos sociales y culturales.
¿Invitarán a Bajo tierra a participar en el centenario de César Rengifo?
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