Rofolfo Santana Salas se marchó en el mejor momento de su periplo intelectual pero su familia elegida no lo puede olvidar y menos ahora. |
Rodolfo Santana Salas (Caracas,25.10.44/Guarenas, 21.10.12) fue un hombre útil que legó positivos aportes culturales. Hace un año hizo mutis por el foro. Dejó una transparente y pública saga
de vida, cuyos familiares y amigos conocen; además de una vastísima obra
teatral y aportes contundentes para el fenómeno cinematográfico nacional, como
director artístico de no menos de 15 filmes y agudo guionista, los cuales fueron
y pueden continuar siendo degustados por la comunidad venezolana e
internacional.
Para no olvidarlo y mantenerlo vivo en los escenarios, durante la crispada
cotidianidad del pasado octubre, su familia elegida y Fundarte, además de
Unearte, la Villa del Cine y el Celarg, organizaron un ciclo de conversatorios
y principalmente una breve temporada con cuatro de sus piezas. Tal ciclo
teatral, rotulado Santana: un año en la eternidad,
culminó con el drama de Orlando Núñez, obrero que tras 20 años de trabajo
alienante en una fábrica comienza a padecer de alucinaciones y termina en las
manipuladoras manos de una psicología, fue materializado por La
empresa perdona un momento de locura, en el Teatro Nacional el sábado 26 y domingo 27 de
octubre. La crítica venezolana considera que es una obra maestra por su
estructura, temática y argumentación, que incluso fue llevada al cine. Pero tan
singular muestra comenzó con Mirando al tendido, poética
reflexión sobre la vida y la muerte que usa como referencia una corrida de
toros, preñada de caústico humor y de alusiones a las circunstancias extremas
del hombre contemporáneo; Catarca Producciones la mostró el sábado 5 y el
domingo 6 en el Teatro Nacional. Después
irrumpió el esperpento Nunca entregues tu corazón a una muñeca sueca,
la fábula de dos hermanos que sueñan con la felicidad posible en Suecia, en
medio de una relación peligrosa y divertida con una muñeca tamaño natural, y su reiterado e intenso repudio hacia
los bancos e instituciones financieras; la plasmó la Fundación Teatro San
Martín el sábado 12 y domingo 13, también en el Teatro Nacional. Las
experiencias de tres amigos (Miguel, Javier y Rudi), marginados de la sociedad
y burlados por sus compañeros de clases y con hogares disfuncionales, fueron exhibidas
por el grupo Séptimo piso en Una tarde poco fastidiosa, una de
las últimas creaciones de Santana, en el Teatro Principal, los días 11 y 12. Cuatro
visiones estéticas sobre nuestro país correctamente escenificadas.
Por supuesto que durante los años venideros y si la pasión que se lo ha
evocado ahora no decae, otras obras de Santana saltaran al escenario y además
abrirán cátedras en las universidades para ser analizada exhaustivamente su literatura dramática,
cuyas cifras superan el centenar, teniendo que el mismo autor reconoció que el
cometía obricidio un ritual para desaparecer aquellas piezas que no le satisfacían y volver a escribir otra
superior a la liquidada. Él decía que “una obra de teatro es un ser vivo, un
mundo probable con leyes específicas, que en oportunidades si no sabemos manejarlo
como es ser vivo es capaz de consumirnos”.
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