El legado del montaje original de 1989. |
El
anciano coronel, inventado y teatralizado por Gabriel García Marquez y Carlos Giménez, nunca recibe la carta del Ministerio de Guerra
de Colombia sobre su pensión como veterano combatiente y, por supuesto, la miseria y la soledad los consume a él y su mujer, dejando a no se
sabe quién el gallo por el que mataron a su hijo Agustín en la gallera.
Esa
saga -bajo las lluvias de octubre en un poblado colombiano a la rivera del gran
rio, durante los años 50 del siglo XX- nuevamente está en los escenarios venezolanos
gracias al director Pepe Domínguez quien asumió la reposición del espectáculo El coronel no tiene quien le escriba, estrenado
hace 25 años en Maracay, el cual se mostró ahora en el Festival de Teatro de
Caracas, con la original escenografía de Rafael Reyeros, la música exquisita de
Federico Ruiz y las profesionales producciones de Rebeca Ríos y
Carlos Scoffio para el grupo
Rajatabla.
El texto de El coronel no tiene quien le escriba es
revisitado e interpretado con imágenes y frases de La hojarasca, Los
funerales de la mama grande y esa
atmósfera penumbrosa y mágica de Cien años de soledad. El coronel y su esposa, además
del médico, no tienen nombres, son símbolos de sectores de la sociedad
colombiana o latinoamericana, pero Agustín, así como otros personajes
claves de la anécdota, tiene nominativos.
No es panfleto. Es una sobria y amarga reflexión sobre la historia de un
viejo militar retirado que pudo lucrar con los trofeos económicos de la
revolución en la cual participó, pero quien opto por ser honrado y esperar
una pensión. Es una denuncia sobre la desidia de los gobernantes
latinoamericanos empeñados en tener en condiciones similares al más
salvaje e inhumano esclavismo a sus ciudadanos.
Para el remontaje
2014 de El coronel no tiene le escriba, Domínguez retomó el texto utilizado
por Giménez, revisó exhaustivamente los videos de versiones anteriores y armó
así un elenco con Aura Rivas, Francisco Salazar, Gonzalo Velutini, Marcos Alcalá, José Sánchez, Loly
Sánchez, Rafael Ortiz, Vicente Lezama, Johnny Torres, Vicente Bermúdez, Demis
Gutiérrez, Leo Puello y Gustavo Torrealba, entre otros.
El espectáculo es trepidante y centrado en el desempeño actoral de sus histriones.
La acción se inicia en un humilde rancho de hojalata y ahí mismo termina,
después de plasmar o mostrar a un pueblo arruinado en las riveras del rio
y conocer las miserias de sus habitantes, entregados a sepultar a sus muertos y
envidiar las riquezas de los dirigentes. Y el mayor punto de acción y
emoción se logra con una riña de gallos que da fortuna y muerte a pobres
y ricos.
Son 90 minutos que no permiten ni un pestañeo por la virulencia de sus
acciones y la veracidad de sus actores, como Aura y Francisco, además de
Marcos, Gonzalo y todo ese puñado de jóvenes, como Bermúdez y Gutiérrez.
El coronel no tiene quien le
escriba, más ensayado y depurado de los nervios propios del evento festivalero, seguirá en la escena caraqueña: primero
en Chacao y después en el Nacional, hasta ahora.
¡Venezuela, pues, conoce así su coronel del siglo XXI, gracias a los
actores rajatablinos y al talento de Pepe para revivir todo aquello y Rajatabla vuelve a la cresta de la ola!
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