La escritora Sonia Chocrón debuta en el teatro caraqueño |
En las peluquerías y en los confesionarios, como tambien en las barras de
los bares o en los saunas, no hay secretos ni a los oídos ni a los ojos. Todo
se revela o se conoce. Y una prueba de ello es la comedia Ni un pelo de tontas, de la escritora Sonia Chocrón, la cual llega
al Teatro Urban Cuplé del CCT, desde este jueves 2 de abril, bajo la dirección de Javier Vidal y con las
actuaciones de Marycarmen Sobrino, Robert Chacón y Michelle Taurel.Una
pieza en tiempo real donde sus tres personajes nos harán pensar en lo que somos
como país.
-¿Qué
hace usted metida en el teatro? le
preguntamos a la autora Sonia Chocrón?
-Soy una intrusa debido a mi
absoluta irresponsabilidad. Aunque si soy sincera, no siento que estoy metida
de lleno en el teatro, más bien asomada. Por ahora
-¿Hay alguna
experiencia teatral previa?
-Mí única experiencia teatral
previa es como espectadora. Y también como lectora. Hubo una época en mi vida
en que leí mucho teatro. La inmediatez del teatro me ha seducido siempre.
-¿Tiene algún parentesco con Isaac Chocrón?
Sí, mi padre e Isaac eran primos.
Asi que Isaac es una figura que recuerdo desde mi infancia. De hecho, en mi
adolescencia, pensé que quería ser actriz, y mi papá habló con Isaac para que
me orientara sobre talleres y escuelas de actuación. Pero casi de inmediato
descubrí que me sentía más cómoda en la soledad de la escritura que frente a un
público. Entonces le agradecí su diligencia y me excusé con él un día de Yom
Kippur, es decir, un día del perdón, en la mismísima sinagoga de Mariperez.
-¿Por qué una comedia y precisamente de peluquerías
o en peluquerías?
-Una comedia porque se me
solicitó que así lo fuera. Pero como la anécdota completa es la respuesta a una
de las siguientes preguntas, me abstengo de responderlo en este párrafo. En
cuanto al set, una peluquería, diré que se me impuso como si fuera el recodo
más familiar de cualquier confesionario. Ese lugar en donde ocurren
infidencias, confidencias, coincidencias. Ese espacio que por cierto se
multiplica en todas partes para que nosotras, las mujeres, pensemos que la
belleza está al alcance, y que un estilista es casi Dios.
-¿Qué
trata o que pretende con Ni un pelo de tontas?
-Ni un pelo de tontas es una comedia con país. O un país con
comedia. En resumen, el pretexto de dos mujeres y un hombre, confinados en el
espacio hermético de un salón de belleza, atrapados, pretende ser el espejo del
país que vamos siendo. Pero visto desde la acera menos dramática. La más
estúpida. O la más graciosa.
-¿Cómo nació esa pieza Ni un pelo de tontas?
-Hace tal vez unos diez años, una
amiga muy querida que ya no está con nosotros, me pidió que le escribiera una
comedia, sencilla, de pocos personajes. Así que inicialmente, Ni un pelo de tontas era una comedia
para Lourdes Valera. No pudo ser. Y el texto permaneció en los archivos de mi
ordenador durmiendo el sueño de los justos. Hasta que un día, a través del
tuíter, la productora Alejandra Nali me preguntó si por casualidad yo escribía
teatro. Por supuesto le contesté que no. Pero que sí tenía una obra inútil,
ociosa y engavetada. Se la envié, luego ella contactó a Javier Vidal (mi
adorado profesor de la universidad). Y el resto, es un suicidio colectivo.
-¿Quién la metió en este
proyecto teatral?
Alejandra Nali y Javier Vidal.
Dos locos a los que admiro y quiero.
-¿Ha visto ensayos?
-Sí, he visto uno. Y me he
divertido. E increíblemente he comprobado que a pesar de que Ni un pelo de tontas (el título
original era Champú) fue escrita
hace diez años, sigue vigente como si hubiera sido producida hace 15 minutos.
Hay cosas que demoran en cambiar.
-¿Qué espera que le digan sus amistades al verla
convertida en una autora de comedias?
-Pues no espero que digan nada.
Espero que sonrían, que olviden el mal tiempo por un rato. Que es lo que suelo
hacer yo cotidianamente: Reírme de Janeiro.
.-¿Ya tiene lista la otra
obra?
-No, tengo que tener lista
primero una novela que completa la trilogía de historias negras que inicié con Sábanas negras y con La dama oscura. Pero sorprendentemente
para mí, ya tengo una imagen en mi cabeza que es la primera escena de una
futura obra de teatro. Y su trama armada en un resquicio de mi imaginación. Lo
que falta nada más es escribirla.
Situación rocambolesca
Una peluquera
voluptuosa, Margot, y su clienta Doña Leonor, coinciden a última hora del día
en el salón de belleza para un corte y tinte de cabello de urgencia para Doña
Leonor. Pero el rumbo de esta sesión de belleza cambia cuando un evento
inesperado da una vuelta de tuerca: un hombre, un atracador, irrumpe en ese
espacio femenino y cerrado de la peluquería, y convierte la noche en una
situación de rehenes imprevista y rocambolesca que los hace confrontar -a los
tres- sus secretos, sus verdades y miserias y el terruño donde conviven.
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