Autoretato de César Rengifo |
Una esmerada selección
de obras de César Rengifo y otros 43 dramaturgos integra el monumental libro Clásicos del teatro venezolano, el cual
será presentado el próximo 25 de abril, a las 6PM, en el Centro Galipán de Caracas. Esta selecta
y especializada publicación de la editorial Bid &Co, auspiciada por Seguros
Banesco, fue realizada por el crítico y académico Leonardo Azparren Giménez, quien realizó un estudio preliminar.
Clásicos del teatro venezolano,
integrado por tres volúmenes para un
total de 2600 páginas, no es una antología canónica pero sí justa con los 44
escritores que ahí están. No aspira constituirse en un canon del teatro nacional,
puntualiza Azparren Giménez. Presenta un
panorama histórico de nuestra dramaturgia desde la constitución del teatro
nacional a comienzos del siglo XIX, que permita comprender cómo fue
construyéndose el imaginario dramático de lo que somos. “En este sentido,
aspiramos cumplir una función pedagógica para docentes y estudiantes de teatro
y literatura”.
-¿Es César Rengifo el padre del teatro venezolano?
-Es un dramaturgo
importantísimo y tiene una amplia obra. Junto a Chalbaud, Chocrón, Cabrujas y Santana, es uno los grandes puntales del teatro
moderno venezolano de la segunda mitad del siglo XX.
-¿Por qué eligió Las
torres y el viento de Rengifo?
-César Rengifo la escribió
en 1969, como culminación y síntesis de los grandes temas que le preocuparon:
la historia y el petróleo en esa saga. Su propósito fue integrarlos en una sola
fábula. Es un texto ejemplar del nuevo teatro venezolano por su lenguaje
experimental y su compromiso. Última de la tetralogía sobre el petróleo,
escrita durante más de una década, su acción entre 1914 y la actualidad es
doblemente imaginaria. El personaje central, el Visitante, llega herido y en
estado agónico a una posada abandonada, pretexto mediante el cual Rengifo
reconstruye la historia del lugar, metáfora de la historia nacional, en la que
la explotación de los indios en el pasado colonial y la explotación petrolera
actual son una misma historia de sumisión y depredación. La acción va al pasado
y regresa una y otra vez, hasta que al final el espectador sabe que el
Visitante es un correo de las guerrillas. Este elemento de la intriga sirve
para articular la significación de la fábula, una revisión de la historia venezolana
desde la época de la Colonia hasta el presente. La intriga se articula gracias
a la situación onírica y febril del Visitante. Las situaciones del pasado no
son recuerdos suyos porque no fueron vividas por él; es decir, son un artificio
estratégico del discurso de Rengifo para
hacer inteligible su propósito ideológico y político, además de mostrar su
madurez discursiva en el empleo de una estructura dramática abierta
Autores y obras
Gaspar Marcano (El encuentro del español Pablo Cabrera con
el patriota Francisco Machuca en las alturas de Matasiete, 1817).Domingo
Navas Spínola (La Virginia, 1824).Rafael
Agostini (Cora o los hijos del Sol, 1837).Pedro
Pablo del Castillo (El fanatismo druida
o la sacerdotisa, 1839).Heraclio Martín de la Guardia (Luisa Lavellière, 1853).Eloy Escobar (Nicolás Rienzi, 1862). Nicanor Bolet Peraza (A falta de pan, buenas son tortas, 1873).Eduardo Blanco (Lionfort, 1879).Aníbal Dominici (La honra de la mujer, 1880).Adolfo
Briceño Picón (Ambrosio Alfinger, 1887).José
Ignacio Lares (El recluta, 1896). Salustio
González Rincones (Las sombras, 1909).
Rómulo Gallegos (El motor, 1910).Enrique
Planchart (La república de Caín, 1913-1915).
Leopoldo Ayala Michelena (La taquilla,
1922).Pablo Domínguez (Tremedal, 1933). Andrés Eloy Blanco (Abigail, 1937).Luis Peraza (El
hombre que se fue, 1938).Rafael Guinand (Yo también soy candidato, 1939).Julián Padrón (Fogata, 1939).Ramón Díaz Sánchez (La casa, 1945).Aquiles Certad (La
serpiente sobre la alfombra, 1951).Pedro César Dominici (Amor rojo, 1951).Elizabeth Schön (Intervalo, 1956).Ida Gramcko (La rubiera, 1958). Arturo Úslar Pietri (El dios invisible, 1958).Elisa Lerner (En el vasto silencio de Manhattan, 1963-1964). Román Chalbaud (Los ángeles terribles, 1967). Alejandro
Lasser (La cueva, 1967).César
Rengifo (Las torres y el viento,
1969).Mariela Romero (El juego, 1976).Edilio
Peña (Los pájaros se van con la muerte,
1977). Gilberto Pinto (Los fantasmas de
Tulemón, 1979).José Gabriel Núñez (Madame
Pompinette, 1980). Ugo Ulive (Prueba
de fuego, 1981).Néstor Caballero (Con
una pequeña ayuda de mis amigos, 1983).José Ignacio Cabrujas (El americano ilustrado, 1986).Xiomara
Moreno (El último piso de Babilonia,
1992). Isaac Chocrón (Escrito y sellado,
1993).Gustavo Ott (Comegato, 1995). Elio
Palencia (Arráncame la vida, 1995).Carlos
Sánchez Delgado (Su excelencia
Otelo-Páez, 2001).Rodolfo Santana (El
asesinato múltiple como diversión pública, 2011).
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