Hay duelo en Argentina y en el mundo del teatro de habla hispana.El célebre dramaturgo Carlos Gorostiza se fue de gira y dejó un gran legado humano e intelectual. Aquí en Caracas, donde estuvo vinculado a El Nuevo Grupo, residiò en diferentes ocasiones y ademas dirigió y presentó sus obras. Hoy el diario Clarín, de Buenos Aires, publicó un destacado articulo, el cual reproducimos.
No es paradójico
que Distracciones, la última producción de Carlos Gorostiza, gire en
torno a la juventud. La escribió el año pasado, a sus 95, y los personajes, y
sus intérpretes, son jóvenes de este siglo. De ese modo el autor cerró un
círculo sabio por la escritura y la vida. “Distracciones fue como volver
al principio, porque mi primera obra, El puente, era para un grupo de
jóvenes. Y los personajes lo eran también. ¿Qué es la juventud? Si la sangre
anda bien, importa que la cabeza de uno esté ubicada en el hoy. Conozco a
directores a los que jamás les daría una obra porque son viejos aunque tengan
cuarenta años”, decía hace poco en una entrevista con Clarín. Ayer, a
los 96 años, se apagó el cuerpo de Carlos Gorostiza, pero su respiración quedará
latente en sus textos. En las formas y tiempos de una obra integral que
atravesó narrativa, poesía y brindó piezas fundacionales del teatro argentino
contemporáneo.
La
sabiduría no es la acumulación zonza de años. Es un modo de transcurrir el
tiempo en acciones que dejan huellas determinadas. Gorostiza lo entendió así y
fue protagonista de su época desde muy joven. En De guerras y de amores,
hermoso libro que contiene poemas, imágenes y textos inéditos ; reproduce, por
ejemplo, su participación como “editorialista”, a los 19 años, en La revista
Oral que publicaba con varios amigos de su barrio. Corría el año 1939, el país
estaba saliendo de la década infame, y en ese marco se preguntaba sobre el rol
de la juventud en una nota titulada, sugestivamente, “Construir destruyendo”.
Luego vino el teatro. Arrancó como actor y director en 1937 con un espectáculo
en apoyo al Patronato Español de Ayuda a las Víctimas Antifascistas: “Eran
varios actos matizados con chocolate con churros que cobraban muy caro -recordó-
y con ese dinero adquirieron una ambulancia que el padre de un compañero de
nuestro grupo llevó a Barcelona”. En ese período también integró el grupo
Lilulí, con maestros y poetas, quienes trabajaban obras de títeres para niños.
Hay una imagen preciosa del grupo dando funciones en una escuela rural en 1943.
De esa experiencia surgió su libro La clave encantada. Esta primera
incursión como autor teatral para títeres lo realizó porque, rememoró una vez,
“el mundo de los chicos, aunque muchos no lo entienden, es al mismo tiempo el
más liberador y el más profundo”.
El puente, estrenada en 1949, cambió las formas de escribir en el país, se dejaba
atrás el ámbito del conventillo y surgía la realidad de clase a través de una
metáfora potente (los que están de un lado y del otro del puente en cuestión).
Buenos Aires entraba en la década del ‘50 y el teatro independiente se preguntaba
su rol y alcance popular. Fue un suceso su debut autoral, rápidamente lo
tradujeron y lo estrenaron en Estados Unidos. Actualmente forma parte de los
manuales de literatura argentina en los colegios. Le siguieron El fabricante
de piolín, El pan de la locura; y ya en los ‘60 escribió Vivir
aquí, y Los prójimos. Dirigió, a la par, en distintos países
latinoamericanos, y en España. De los ‘70 son La gallo y yo, y Los
hermanos queridos, otro texto emblemático que todavía se repone.
En el living de su casa se realizaron las reuniones con Osvaldo Dragún,
Tito Cossa, entre otros, que dieron forma a Teatro Abierto. ‘Goro’ -como
se lo llamaba en confianza- fue considerado el “padre” de una generación de
autores notables que gestó, a principios de los ‘80, la resistencia cultural
más intensa que tuvo la última dictadura militar. En Teatro Abierto estrenó dos
obras breves, que se han convertido en clásicos: El acompañamiento y Hay
que apagar el fuego.
Por su trayectoria, compromiso y concordancia política con la primera etapa del
alfonsinismo, Gorostiza fue nombrado, con el regreso de la democracia,
Secretario de Cultura de Nación. Estuvo en el cargo hasta 1986. Y años después
continuó su producción con Aeroplanos, A propósito del tiempo y Toque
de queda.
En
los últimos años cada encuentro lo citaba en su casa. Ya no salía tanto. Hablar
con él se convertía en algo increíble por varias razones: fue protagonista del
teatro argentino, era un gran conversador y tenía una memoria prodigiosa. Daba
cuenta con lucidez de su mirada política más coyuntural, como de un puñado de
anécdotas que incluían a Armando Discépolo, quien le dirigió sus obras, o
recuerdos de sus encuentros en Cuba con Fidel Castro.
‘Goro’ remarcaba siempre que al cumplir los 30 años es necesario quemar las
naves. Decía que a sus primeros textos los escribió a deshoras, después del
trabajo. El tiempo para escribir cobraba forma cuando uno lograba condensarlo
en deseo. Se trataba, parafraseando a Eugenio Barba, de mantener siempre en
llama la vida. Fue un hombre capaz de asistir a la primera obra de un autor
joven y llamarlo el otro día para conversar durante cuarenta minutos sobre lo
que había visto; y de entregar su más reciente producción al grupo Los
distraídos, del circuito alternativo, para que debuten en el Cervantes.
Su
último estreno comercial fue Vuelo a Capistrano, con dirección de Alezzo
y el protagónico de María Ibarreta. Se inspiró para escribirla en las
golondrinas que admiraba desde la ventana de su departamento, frente al jardín
Botánico. Lo inquietaban, tal vez, porque las veía en espejo. “Qué libertad.
Nunca me canso de verlas -decía-, tienen una resistencia admirable. Viajan
todos los años desde Palermo hasta California en busca del calor. Algunas
quedan en el camino, pero saben del coraje de buscar lo que realmente
anhelan”.
Un líder
Por Pepe
Soriano
Hablé con Carlos
hace poco más de un mes, por su cumpleaños y estuvimos bromeando con la edad.
Tuvimos una relación larguísima y muy estrecha, por el teatro y por amistad. El
es uno de los hombres a quien le debo mi inserción en el teatro más serio, a la
dignidad de estar sobre un escenario. Es alguien que nos deja una enorme
riqueza artística y humana, que tuvo un reconocimiento extraordinario por ser
un líder en el mundo del arte y las letras. Con su cargo de Secretario de
Cultura de Raúl Alfonsín cumplió una gestión impecable. Con él se va una
conducta de respeto, del hombre que cumple con sus roles desde la dignidad. Más
allá del dolor por la pérdida, nos queda saber que tuvo una buena vida, empezó
como actor y derivó en autor y fue, como una de sus obras, un verdadero puente
entre generaciones. Es un regalo haberlo tenido en la Argentina. Queda recorrer
el camino que marcó.
Un maestro
Por
Roberto "Tito" Cossa
Fue un maestro
de nuestra generación, el mayor referente, todos queríamos llegar a lo que él
llegó. Más tardé forjé con él un vínculo personal, sobre todo a partir de
Teatro Abierto. Compartimos la felicidad por el teatro y el dolor por lo que
estaba pasando en esa época. Gorostiza fue un hombre de cultura democrática. Se
disfrutaba hablar con él, estaba atento a lo político y lo social. Además de
dramaturgo, fue novelista, poeta y autor de obras para títeres. Y sobre todo un
hombre íntegro, coherente con su vida y su obra, con una lucidez impecable
hasta el final, a sus 96 años, con el sentido del humor intacto. Su gran legado
es su obra teatral, era un narrador nato de teatro, con un pie en lo popular,
con lo que me identifico. Solíamos leer nuestras obras mutuamente. Tuvimos un
vínculo entrañable.
Hasta siempre, querido Goro
Por
Ricardo Cárcova (Editor fotográfico de Clarín)
Conocí a Carlos
Gorostiza por el año 1974, porque era amigo de mi primer suegro, Pedro
Krichmar. Eran hombres de la cultura, humanistas, actores y escritores de
teatro, pero que también aportaban su creatividad a la publicidad. Progresistas
a los que los vientos huracanados de la juventud militante y la feroz dictadura
posterior les provocó dolores inmensos entre desaparecidos, exiliados, desarraigos
y muerte.
Cuando en el
regreso de la democracia Alfonsín lo nombró Secretario de Cultura fue una
enorme alegría. Pero como me diría él mismo mucho más tarde, las arideces de la
política no eran el terreno en que germinaran sus mejores energías.
Siempre seguí su
vida por las novedades públicas que brindaban los medios y porque Pedro y él
conservaban la costumbrede reuniones semanales de charla íntima y amistosa de
las que estaba al tanto.
Luego de la
crisis de Argentina en 2001/2002 hice contacto directo con él como una manera
de encontrar en la sabiduría de un hombre grande algunas pistas que me
ordenaran un poco: ¿hay que volver a hacer política?, ¿hay que volver a irse
del país?, ¿qué consejos puede darnos alguien de tan buena madera y con una
vida tan vasta? Una especie de padre substituto a quien consultarle en
confianza.
Me sorprendió su
inmensa capacidad de vincularse con gente de otra generación, su apertura
mental, su memoria impecable, su energía enorme para escribir obras de teatro,
novelas, hacer yoga, tener una intensa vida social. También su extraordinario e
inteligente humor.
Le propuse hacer
una entrevista en video para Clarín a agenda abierta. Con una natural dulzura y
amabilidad accedió advirtiéndome que sería abierta hasta que él decidiera lo
contrario. Nunca esquivó ningún tema que le propuse.
Cuando cumplió
92, Teresa, su hermosa mujer, me invitó a la fiesta en su casa. Ya existía la
grieta famosa y al subir en el ascensor todos los invitados nos encontrábamos
con un cartel que daba la bienvenida el festejo y prohibía hablar de política o
temas que pudieran complicar la velada. Tito Cossa y Jorge Halperín festejaban
animados junto con Mario Sabato o Hipólito Solari Irigoyen. Se sumaban
personalidades varias de las artes y la cultura que hicieron un maravilloso
silencio cuando los nietos de Carlos ejecutaron una impecable obra en la
guitarra o cantaron un maravilloso tango.
Me pidió
consejos técnicos cuando escribió una novela sobre el romance de una fotógrafa
argentina y un fotógrafo de guerra internacional: La tierra inquieta. No hubo
correcciones que hacer.
Hicimos luego
varios reportajes en video más y el último que hice fue en otro de sus cumples,
en donde sus amigos y Teresa dejaron unas palabras memorables sobre una amistad
y una relación que no dejaba nada para después.
Hace una semana
suspendieron un homenaje en su honor en el Teatro Cervantes porque su salud no
lo permitía. Goro me seguirá inspirando desde donde se encuentre.
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