Nueva y valiosa generación de actores se muestra en la Caja de Fósforos. |
Hay gente valiosa e indispensable para desarrollar el
ámbito cultural caraqueño. Son quienes sacrifican trabajos cómodos y bien
remunerados y se dedican a la práctica pública de labores didácticas o de
formación de las nuevas generaciones teatrales. Nos referimos a Orlando Arocha
y Diana Volpe, quienes durante los tres últimos tres años se han convertido
en auténtico motor de un valioso movimiento de capacitación artística,
identificado como La Caja de Fósforos, precisamente para predicar y ser modelo desde
un mínimo espacio teatral, ubicado en el backstage de la
Concha Acústica de Bello Monte.
Cuando la
agrupación Teatro del Contrajuego se quedó sin su sede, en el Ateneo, comenzaron
a recorrer Caracas buscando espacios y mecenas. Finalmente, la Alcaldía de
Baruta le ofreció uno de los salones de la Concha Acústica de Bello Monte.
Montaron la sala (70 butacas) con el apoyo de innumerables amigos que los
ayudaron a pintar, coser telones, construir tarimas, montar los aires
acondicionados. Otros les prestaron luces y sonidos. Dieron talleres para
financiar los gastos. Fueron semanas de mucho trabajo, pero también de mucha
emoción. Ahí están. Cuando la programación se lo exige tienen otra minisala, El
dedal (50 butacas), que les permite cumplir su siempre ambiciosa programación.
Y es precisamente
entre El dedal y La Caja de Fósforos que avanza la segunda edición del Festival
de Teatro Contemporáneo de USA, durante el cual presentaran ocho obras –desde
el 10 de junio- algunas dirigidas por egresados del Taller Superior de
Dirección Teatral que dictó Orlando Arocha en el 2015. O sea que no solo
entretienen al insaciable y hermoso público sino que forman los necesarios artistas
del futuro. Más no se les puede exigir a unos venezolanos comprometidos con la
difícil realidad de su pais, quienes no lloran como el árabe Boabdil, sino que
trabajan cual Prometeos vernáculos.
Y precisamente
ahora, cuando La Caja de Fósforos avanza con la programación del Segundo Festival
de Teatro estadounidense, el cual ha de culminar el 25 septiembre, queremos subrayar
que los contenidos de las ochos piezas programadas se centran en la multiculturidad
de esa nación y de como coexisten las cosas buenas y las absurdas de sus habitantes,
como nos los enseña su nada complaciente teatro.
Ya mostraron
obras del tamaño melodramático de Proyecto
Laramie (Moisés Kaufman) y El próximo otoño (Geoffrey Nauffts) y ahora marcan pauta humanística con El cine (Annie Baker), un fino trabajo
de dirección asumido por Diana Volpe, apuntalada en las excelentes
caracterizaciones de Darwin Torres, Aitor Aguirre, Valentina Garrido y Giancarlo
Ferrini.Cuatro joyas más para el nuevo teatro que ahí brota.
El cine (2013), cuyo título en inglés es The flick es una muestra de como el
buen teatro de Antón Chejov ha penetrado las entretelas de las nuevas
generaciones de dramaturgos gringos, como es el caso de Annie Baker (Boston, abril
de 1981) por el
cual ganó el premio Pulitzer 2014), donde se revela que si hay una nueva generación
de escritores y espectadores que sueñan un mundo de delirante fantasía a
partir de las peliculas que les llega por televisión o por los cinematógrafos. Es
una pieza teatral que será mucho más disfrutada por los conocedores de los
vericuetos de la historiografía fílmica universal porque es el contexto lingüístico
y de ensoñaciones en que se debaten tres muchachos, no mayores de 30 años, entregados
a la limpieza de un viejo salón de cine con un monstruoso proyector de 35
milímetros, que muy pronto será sustituido por una maquina digital. Ellos, sin
saberlo, enloquecieron por el cine como Don Quijote perdió la cordura con los
libros de caballería.
Los
juegos que Sam (Aitor Aguirre) y Avery (Darwin Torres) hacen con su
batiburrillo de datos sobre el cine y la cacería que les monta la insaciable
vagina de Rose son un contexto lúdico para que transcurra el drama de soledad
de los dos hombres: uno es ambicioso y soñador homosexual negro y no se ha
sumido porque está enamorado de su compañero y el otro es un deschavetado machito
que no piensa ni trabaja por su futuro sino que vive en la cotidianidad evasión
que le da el cine.
Hay una
moraleja: no revelar nunca jamás ese amor hasta que no se esté plenamente
convencido que te amaran. Prohibido enamorarse solo.
El cine estará en La Caja de
Fósforos hasta el 14 de agosto, con presentaciones los viernes a las 8:00 pm y
sábados y domingos a las 7:00 pm.
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