"Robinson en la casa de Asterión" al Festival de Medellín" |
Para nadie es un secreto que la agrupación Compañía
Regional Teatro de Portuguesa (CRTP) es la que más y mejor se presenta en
Caracas y la que más se exhibe en otras ciudades. Por eso entrevistamos a su
director, Carlos Arroyo, para que nos informara sobre mayores detalles de su
proyecto.
¿Cómo
surge la CRTP?
Nace producto de un proyecto de Estado conocido como
Sistema Nacional de Compañías Regionales de Teatro de Venezuela, la cual contó
con 23 compañías regionales por cada uno de las 23 entidades regionales, un
Centro Dramático Nacional para la investigación y un centro para la difusión de
los productos artísticos de este sistema de compañías de teatro. Este proyecto
se inició en el año 1990 bajo la dirección de Herman Lejter. Al presente quedan
muy pocas compañías regionales, lamentablemente, entre esas la Compañía
Regional de Teatro de Portuguesa que ha mantenido una producción artística y un
elenco estable desde 1991 hasta el presente. Es una visión nacional que debe
encararse nuevamente, cada entidad regional debe tener una estructura teatral
que dé respuesta de sus procesos, oportunidad a sus actrices y actores, dramaturgos,
directores, técnicos. Y que cree ciertamente un circuito nacional. La visión de
una Compañía Nacional solamente en Caracas es una respuesta a medias. Debe
existir la Nacional de Caracas como de la misma manera se debe mirarse al país
y ofrecer las mismas oportunidades.
¿Cómo
es la organización y cómo sus relaciones con el Estado?
Somos unos toderos, la CTRP tiene un equipo de
hombres y mujeres que comparten sus tiempos entre lo burocrático y la
producción artística, posee un personal administrativo, obrero y un elenco
artístico. Que vive día a día con la imperiosa necesidad de tener un franco
dialogo con sus espectadores a nivel regional, nacional y allende sus fronteras.
Las relaciones con el estado regional y nacional son buenas y de larga data, lo que ha generado distintos escenarios unos
buenos y otros no tantos, aun así entendemos claramente que la realidad de los
medios de la producción teatral venezolanos y los nuestros están signados por
una relación con el Estado (entiéndase gobierno) cultural y también otros
entes. Allí podríamos abordar un tema que nos permita reflexionar los limitados
espacios que tiene el teatro para desarrollarse. Es un tema para tesis.
Tenemos un teatro débil desde el modelo de
producción y muy artesanal. Se ha puesto cuesta arriba llevar a escena un
montaje por más simple que su producción parezca. Lo que ha determinado en una
dura tarea el tener una agrupación con un elenco. Funciona “el vente tu”, como
modelo y nuestros hombres y mujeres del teatro corren de un ensayo a otro, o de
una función a otra, sin el debido tiempo, ni las posibilidades de un verdadero
proceso de creación. Eso debemos revisarlo en el teatro mismo, no es un
problema de culpar solamente, sino de observar cual es nuestra propuesta. Que
hacemos con el público, difícil dilema de encarar más allá de los deseos. Así
como eso quedan muchas preguntas, que la dinámica de la vida que tenemos, las
observamos someramente, nos quejamos como es nuestro deber de humano, pero no
sabemos cómo encararlas desde lo proactivo
¿Cuál
es la respuesta de la comunidad?
Treinta años
de trabajo ininterrumpidos da respuesta de ello, una cartelera de marzo a
octubre dan constancia de ello. Tres salas con una actividad consecuente durante
todo el año en Guanare es el resultado de la respuesta que comunidad y
teatro-teatro y comunidad hemos concertado.
¿Han
logrado exhibirse en el exterior?
Si hemos
tenido la suerte de trabajar en distintos festivales tanto en América latina
como en Europa. Próximamente estaremos en el Festival de Manizales, un festival
de reconocida trayectoria donde llevaremos Robinson
en la casa de Asterión del dramaturgo venezolano Tomás Jurado Zabala
y con las actuaciones de Aníbal Grunn y Wilfredo Peraza.
¿Qué
ha pasado con los festivales?
hay que mirarlo de dos maneras: desde Festival de
Teatro de Occidente que realizamos nosotros y desde los festivales de nueva
data, reiterando mi tesis del principio de que soy optimista y de que me
preocupan más las soluciones que los problemas, debo decir que en el caso del
Festival de Teatro de Caracas que organiza Fundarte uno ve allí posibilidades
ciertas de que esa plataforma permita la vitrina necesaria, la reflexión del
momento que atraviesa el teatro venezolano, esos ejercicios nos llevan una vez
más a que el estado y la sociedad puedan reconocer el nivel de inversión
necesaria y el impacto que este tiene en lo lúdico y en el desarrollo del
imaginario de un pueblo, ahora volvemos a la pregunta que pasa con los festivales? y me pregunto en voz alta,
será que desgastaron su modelo de organización? será que la estructura que
acompaña la posibilidad de la muestra artística, entiéndase alojamiento,
alimentación, transporte, promoción impresos, honorarios profesionales y
alquileres se transformaron en tareas más importantes y más difíciles de resolver que la muestra artística?.
Yo creo que sí, sus costos son importantes y nuestra
realidad económica no coincide con ellos. Eso deja ver lo que ha pasado con los
festivales, sin embargo aún en esta realidad y haciendo practica de vida de esa
famosa frase atribuida a Ernesto Che Guevara quienes organizamos festivales y
que hacemos teatro nos repetimos “seamos realistas, exijamos lo imposible” y
año a año por toda la geografía nacional podrás ver cómo se desarrollan
muestras encuentros y festivales de teatro.
¿Cuáles
son los criterios para la selección de textos?
En nuestro
caso, no hay mucho que discutir, el elemento de análisis social, lo político y
lo histórico han signado las mayorías de nuestras propuestas teatrales (no es
que estemos descubriendo el agua tibia, ni nos sintamos originales) digamos que
sencillamente es nuestra manera de sentir y de entender como nos comunicarnos
con el público. A partir de ese objetivo buscamos autores, construimos con
nuestros dramaturgos y también nos caen por casualidad textos que nosotros
consideramos después de lecturas y discusiones debemos llevar a escena.
No es que sea tan sencillo como lo visualizo, pero
ciertamente hay una experiencia y una natural selección de lo que queremos
decir. Nos interesa revisar lo nacional, aun utilizando textos de autores
internacionales y adaptándolos a nuestras realidades, yo creo que hay una
mirada necesaria a lo que nuestros pueblos quieren decir, oír y ver y que es
tarea del creador, entre muchas, escuchar ese tañido y concordar con él.
Seguramente es una visión temeraria, pensar que lo que ponemos en escena es lo
que se quiere, pero ese camino nos gusta y como diría el poeta “ahí se nos va
la vida”.
Balance
al 2016
Nuestra
posición es entusiasta, en los últimos 25 años hemos construido tanto a nivel
nacional como fuera del país una producción con nombre propio que nos
identifica, hemos llevado a escena más de 50 espectáculos, contamos con dos
salas experimentales, una unidad
administrativa y depósitos, proyectos sostenidos como el Festival de Teatro de
Occidente, el Festival de Teatro Estudiantil “Domingo Araujo Jiménez”, el
Taller Permanente de Formación Actoral y una cartelera teatral permanente de
marzo a octubre. Podíamos haber hecho más cosas, pero no hemos tenido los
recursos. Un promedio de 50 espectáculos en los últimos 25 años. Una de las
políticas que fortaleció el crecimiento de la CRTP fue el traer directores
invitados, que pudieran montar y contaminar con sus procesos artísticos y
formación el teatro que acá se realiza, eso realmente funciono, nos dejó una
cartelera fortalecida, un importante número de actores y actrices con
experiencia y un mapa de conexiones nacionales e internacionales. Creo que esa estrategia
debe seguir usándose en el país de manera sostenida. La combinación de ambas
realidades deja un teatro fortalecido.
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