Una comedia para algo más que reírse. |
A escasos 30 años de haber creado a la medieval Melibea, en el memorable montaje
de La Celestina, de Fernando de Rojas, que hizo Carlos
Gimenez con la Fundación Rajatabla (1987), Mariú Favaro regresó a las tablas
para ser dirigida por Julie Restifo en la comedia Hasta el último trago de Javier Vidal, al lado de Mariely Alcalá y Alberta Centeno, quienes dan vida a Minerva, Kore e Isis,
primas contemporáneas que no se dejan aplastar por las difíciles circunstancias
que atraviesan. ¡Bravo por ese trío tan criollo!
Vidal reescribió Ambas tres
(2001) y la retituló Hasta el
último trago, para acentuar el
drama de esas féminas que viven las crisis al arribar a su primera cuarentena
y un poquito más allá, y además están marcadas como sobrevivientes del
deslave de Vargas (1999). Se citan en un bar para drenar frustraciones y
afloran intimidades: embarazo no deseado por una relación con un cubanito de 20
años, amores fugaces o fantasías eróticas, complejas peripecias para pagar las
tarjetas de crédito y otras trampas de la sociedad de consumo que acorrala a la
clase media, además de la quimera de un viaje al Norte en pos del esquivo
futuro. Trío inteligente que desafía leyes machistas y sale airoso por los
mutuos consejos que se dan, teniendo como telón de fondo a una Venezuela con múltiples
trampas existenciales para todos.
No es fácil digerir el enredo existencial de las tres, pero la directora
Restifo inventa o retoma los positivos usos del ron y las pone a beber y
cantar, en un improvisado karaoke, una serie de temas románticos apropiados
para las circunstancias que ellas atraviesan. El ritmo del espectaculo es
impactante y atrapa al público que podría terminar hasta bebiendo y cantando a
coro esos desenfadados temas de esas tres indómitas.
Este espectáculo, que presenta AENE
Producciones Teatrales en la sala Urban Cuplé, no es frívolo, sino todo lo contrario.
Tras su falsa alegría está la misoginia en un pais donde las estadísticas son
ocultadas o maquilladas, pero se les olvida los récords de la morgue, que es el
definitivo y da un perfil macabro, pero la vida sigue y el teatro también.
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