El
periodista venezolano Oscar Silva Araque publicó su segunda novela de tamiz
histórico, Sangre de mariposas
–después de la estremecedora Santa
Bárbara, una venganza ancestral en la no tan bárbara región zuliana– para
adentrarse en aquel trecho tumultuoso de mitad del siglo XX previo a la
democracia de la cuarta república, marcador del destino político contemporáneo
de Venezuela y Colombia, penetrando una inédita intimidad de tres protagonistas
del poder: los asesinados Carlos Delgado Chalbaud y Jorge Eliécer Gaitán, junto
a los pasos del Rómulo Betancourt exiliado y las intrigas que los envolvieron, para
revelar con sospechosos visos reales más verdades y terribles certezas.
Tormentos
y avatares de estos líderes de entonces, recrean la tenaz fuerza de la conspiración
que malogró tantas oportunidades para asentar nuestras accidentadas repúblicas.
Manuel
Felipe Sierra reseña a Sangre de
mariposas como un texto literario logrado “donde al igual que en su
anterior novela Santa Bárbara,
incursiona en el ejercicio del periodismo como ‘literatura mestiza’, según la
definición de Antonio Muñoz Molina. Silva Araque rescata y enriquece sobre la
base de una rigurosa investigación, episodios fundamentales de la vida de
Carlos Delgado Chalbaud, entrelazados misteriosamente
en tiempos y narrativas con otros personajes históricos como Jorge
Eliécer Gaitán y Rómulo Betancourt.
Profundiza sobre Delgado Chalbaud, personaje
elusivo y protagónico en la historia venezolana del siglo XX que a lo largo de
una década (1940-1950) fue Ministro de la Defensa de Rómulo Gallegos y
Presidente de la Junta Militar que lo derrocó, el 24 de noviembre de 1948, y
cuyo asesinato o primer magnicidio registrado en el país el 13 de noviembre de
1950, a pesar de los años, aún permanece en las sombras del misterio o como
pretexto para interpretaciones no necesariamente solventes ni esclarecedoras.
De esta manera, Silva Araque ofrece a los lectores una obra que suma a la
interpretación histórica, el testimonio de la capacidad y la lucidez narrativa
de un destacado comunicador y escritor venezolano”.
El
autor remonta paralelismos con batallas y latitudes remotas, que detectan cierto
guión subterráneo del acecho constante de la violencia, traiciones y envidias con
saldo su saldo inevitable de derrotas, por el ansia de retener a toda costa el
poder.
Retrata
con fina escritura licencias y apetencias “de palacio” en almas desoladas de
mujeres y amantes de los que mandan; odios de cortes, verdugos y bandidos o visitadores
de burdeles que igualan al mundo, con escenas intensas, habitaciones de lujuria
y penas, o choques sanguinarios de la Independencia y la Europa de fascismo
encendido que rezuman desprecio por la trascendencia de la política.
Célebres
relatos pasados grafican instintos sangrientos, el eterno forcejeo democracia-populismo-dictadura
de los tiempos, o intercambios epistolares de Bolívar con leales y enemigos que
muestran su desolación, reciedumbre o totalitarismo en medio de la inquina y
las rivalidades. Otra fina metralla es la correspondencia ácida Gaitán–Betancourt;
o las desesperadas cartas de la viuda de Delgado Chalbaud al régimen de Pérez Jiménez.
Todos contando dilemas y heridas que parecieran irresolubles.
Lectura
para paladear otra Historia, con una luz nueva sobre los genes del encanto y el
fracaso de nuestra inacabada fundación. Texto que lanza preguntas y respuestas
que tímidamente aparecen como rumores que si eran ciertos.
Silva
Araque, promotor de valiosos proyectos y medios de comunicación venezolanos, persiste
desde muy joven en la literatura empeñada en Venezuela, y en su arraigo
zuliano, con una vena estudiosa del lado inexpugnable del poder.
Describe
Manuel Felipe Sierra al autor como periodista de reconocida y meritoria
trayectoria en todos los retos del oficio, reportero, ex jefe de redacción de
los diarios El Nacional, El Zuliano y sub director de Panorama, quien además de docente
universitario e investigador de la comunicación, ofrece a los lectores una obra
de sumo valor para cualquier generación de este difícil presente venezolano.
En
nuestra lectura encontramos que el colega periodista desechó la posibilidad de
ficcionar o novelizar algunas facetas de Gaitán con Alfredo Sadel y Betancourt,
y optó por lo histórico, no le hizo caso a los rumores que muchos eran auténticos,
porque rumor en boca del pueblo es casi siempre verdadero por aquello que las paredes
tienen ojos y oídos. También deja de tocar a Medina Angarita y sus desenfrenados
amoríos en los 30 y 40 que terminaron exiliándolo y muriendo después en Nueva York,
dejando sin esperanzas económicas a sus dos hijos en la ex esposa de Elías
Chocrón, un tema, que, según me han contado, ya teje Javier Vidal Prada, pero
que nosotros antes hemos teatralizado en ¿Amas?.
En
fin, el autor tiene ahí varios huevitos de serpiente como para empollarlos y hacer
por lo menos dos novelas más y menos periodismo, especialmente en el capítulo
XI o Ricauter, quien nunca tuvo dudas, “así que cada hijo que le nació, y
fueron doce, llevaron los nombres de los hombres que en su oportunidad
acariciaron y arremetieron contras sus duras nalgas de cadete de la Aviación
Militar de Colombia”(pag. 155).
Sorpresas
nos da la vida y esta de Oscar Silva Araque ha sido mayúscula, además por
perderle el miedo a los héroes militares de la Independencia de las hoy repúblicas
de Venezuela y Colombia. Hay, pues, un escritor adormilado y dispuesto a seguir
publicando para revivir muertos y exaltar a ciertos vivos que por ahí andan
como almas en pena. Hay también un poeta que habla de la sangre de las mariposas
y la usa para titular esta obra que atrapa y revive el pasado reciente que ha
sido tan definitorio para el eterno presente, o sea eso que algunos
llaman futuro.
Leímos,
pues, esta noveleta de 194 páginas de un envión, con las normales huidas al
baño y la cocina para bañarnos en el agridulce vino de los árabes.
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