Un clasico del teatro venezolano. |
El pordiosero Zacarías se debate entre la
soledad de Dios, cuando ha estado sin compañía y sin necesitar de nadie, y la soledad del demonio, donde ahora vive y
disfruta, la cual es sumamente bulliciosa y donde siempre ha logrado convocar a
todos los seres humanos posibles y por la
que se permite acompañarse, en esa especie de cueva coronada por una monumental
cama gigante, con una rocambolesca y
ambigua pareja de mozalbetes, sin muchas definiciones morales y éticas, y una
prostituta que ha quedado embarazada y no puede asegurar quien sea el progenitor
de lo que lleva en su útero.
Hablamos, pues, del delirante ritual de los
cuatro fantásticos entes que Román José Chalbaud Quintero (Mérida, 10 de
octubre de 1931) ha creado para su pieza teatral Los ángeles terribles, un texto que desde 1967 ha sido consecuente en
los escenarios venezolanos y la cual muy pronto saltará al cine gracias al
proyecto que lidera César Bolívar.
Ahora Chalbaud, cuando tiene en su haber una
veintena de piezas teatrales, todas estrenadas y exhibidas dentro y fuera de
Venezuela, y otra larga veintena de películas, con decenas de premios,
ha podido ver otra respetuosa versión escénica de su texto, gracias al director
Rafael Barazarte (Caracas,1993), dentro
de la programación del IV Festival de Nuevos Directores del Teatro Trasnocho,
con un elenco compuesto por Luigi Sciamanna, María Alejandra
Tellis, Josbel Lobo y Raoul Gutiérrez, quienes asumen, de manera más que convincente
los personajes chalbaudianos en la sala Espacio Plural, de la peculiar sala de
espectáculos.
FAMILIA DISFUNCIONAL
Zacarías es el personaje
principal en una familia disfuncional, con la cual el autor, mediante un ritual
de juegos, realiza una crítica a la sociedad venezolana, donde la prostitución
y la promiscuidad conviven hermanadas con la carencia de afectos y de planes
futuros, en medio de un clima de violencia que los obliga a encerrarse y
solamente compartir con los amigos y ser agresiva hacia todo lo desconocido. Un
mundo poético que Chalbaud ha repetido, con algunas variaciones, a lo largo de
la mayoría de sus piezas. Una fantasía que se permite o se logra en el teatro.
Chalbaud ha explicado que hace varias décadas,
al promediar la centuria pasada, un anciano fue detenido por la policía
caraqueña porque hacia constantes “ballets rosados” u orgías en su rancho. Los
vecinos de aquella barriada lo habían denunciado por los sucesivos escándalos y
la obvia presencia de menores de edad en su humilde morada. Ahí, las
autoridades encontraron además muñecos y muñecas de tamaño gigante, con los
cuales él se “ayudaba” para sus reuniones con muchachos y muchachas, donde
además corría el licor, etcétera.
De esa escueta y tendenciosa información
periodística, publicada en el diario ÚLTIMAS NOTICIAS, el dramaturgo tomó los elementos básicos
para la creación de la que sería una de sus más exitosas piezas teatrales, como
Los ángeles terribles,
por sus postulados críticos, precisamente ahora que han desplazado
drásticamente el teatro venezolano y han dado demasiado paso al teatro
comercial. Esto hace que el público llegue a olvidar y hasta desconocer el buen
trabajo de dramaturgia que se ha producido en nuestro país. No queremos con
esto decir que actualmente no se lleve a escena buen teatro de autor, pero el texto
venezolano no tiene en estos momentos el reconocimiento escénico que debería
tener y eso no debería ocurrir.
CLAVES
CHALBAUDIANAS
Los ángeles terribles
es considerada por la crítica en general como una de las mejores piezas de
Chalbaud, cuyo texto nos atrapó desde la primera lectura y el primer montaje
que presenciamos en los años 80, bajo la dirección de José Ignacio Cabrujas. Su dramaturgia es excelente y la presencia de
elementos simbólicos a lo largo de toda la pieza nos presentó un reto que fue
imposible no aceptar. Su metáfora obliga a replantearse la veracidad y honestidad
de las relaciones humanas en medio de una sociedad donde el mercantilismo desenfadado
es la norma, donde el amor y la amistad se disfrazan y terminan por ser otras
baratas manifestaciones de la prostitución consentida y obligada por la
carencia de los más mínimos recursos para la subsistencia. Amor con hambre no
existe ni dura tampoco. No es, pues, una obra fácil, sino todo lo contrario,
pero donde la poesía reclama lo suyo.
Sobre las características del montaje de este
año 2018, el cual fue abordado desde un concepto intimista, tratando de que el
público siempre se sienta envuelto en la pieza y además palpe un sector
marginado de la sociedad, sus emociones y sentimientos, sus vivencias y
relaciones personales. Donde además se
mezcla el realismo que puede y debe estar presente, con todos los elementos
simbólicos y mágicos que están en el texto, lo cual lleva este montaje a un
plano un poco más allá de la realidad misma, es decir, a un realismo mágico,
como lo han dicho y demostrado la mayoría de los directores o puestistas.
Los ángeles
terribles es pues un ritual que oscila
entre lo grotesco y lo sublime del amor avasallante de unos seres que viven
desesperadamente en su cueva pero siempre bajo la amenaza de que ese aislamiento
puede desaparecer, como ocurrirá al parir Sagrario, mientras que Angel y Gabriel, sus otros cómplices acompañantes
de ese rara familia no sanguínea, terminan por descubrir la verdad de esa
realidad que hay entre ellos y replantearse el futuro de todos, al tiempo que
el más viejo Zacarías tendrá que replantearse su soledad o asumirse como el
padre-madre de ese extraño colectivo.
Chalbaud, quien actualmente espera culminar el
proceso de preproducción de un largometraje sobre el comandante Hugo Chávez (De arañero a Miraflores), considera que
“Barazarte tiene talento” y que al ponderar su trabajo le permitió rememorar el
que hiciera hace años atrás con otros intérpretes.
Nosotros creemos que Barazarte va por buen
camino en la profesión de director de escena y lo demuestra con el vigor de su
puesta de Los ángeles terribles,
además de ser un hábil director de actores para combinar al veterano Sciamanna
con la Telliz y los otros comediantes y alcanzar así la magia escénica de un
exótico ritual de un cuarteto de marginados en una sociedad que es muy severa y
cruel.
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