Otro autor que piensa en su país. |
Pablo García Gámez no se duerme en los laureles,
que en este caso serían los dólares que se gana con su trabajo artístico en
Nueva York, donde vive desde hace ya un cuarto de siglo. El estreno y la
temporada de premiada pieza Oscuro, de
noche, la más reciente producción de la Compañía Nacional de Teatro, lo ha
revitalizado ante el público venezolano. Por eso lo entrevistamos.
¿Te
hemos notado muy activo en estos días?
He estado activo en teatro, pero no con la
intensidad que quisiera. Después de
dirigir Cariaquito Morao en Nueva York y de ver las funciones de Oscuro,
de noche en Caracas, tuve que
centrarme en las clases de español que doy en York College (CUNY) y concentrarme
con la tesis que debo defender a comienzos de 2019; paso el día dando clases, preparando
la lección siguiente, corrigiendo exámenes, tareas. Fuera de eso, el grupo Harlem 9 publicó 48Hours… in The Bronx, antología de las
dos experiencias de esta actividad con autores latinos en la que participé a
comienzos de año; escribí Eclipse Total
en G.T.s. de 10 minutos en 10 horas para estrenarla al día siguiente de la entrega
en Pregones y el Teatro Rodante Puertorriqueño.
Ver la obra publicada fue una grata sorpresa.
¿Qué
nueva obra hay para montar?
Al momento, no tengo nada pautado para
realizar en Nueva York. Siempre digo eso
a fin de año y después paso el año metido en varios proyectos a la vez. Los
proyectos concretos los tengo en Caracas y en Madrid. Para la escena caraqueña
van dos monólogos: Taller de Actuación
Espina, con Francis Rueda bajo la dirección de Oscar Acosta, que se estrena
en la Sala Experimental del Celarg el 8 de marzo 2019, Día Internacional de la Mujer. Demás está decirte la contentura que me da
ese proyecto porque Oscar es un teatrero que respeto por su talento, saberes y verticalidad;
a Francis la admiro hace décadas: es una actriz de inmensas posibilidades que
se entrega de lleno a los retos que asume.
Es un trabajo en el que Francis interpreta a una maestra que, al ofrecer
una utopía para sobrevivir a la rutina, crea situaciones completamente
neuróticas.
El segundo monólogo es Cheily: princesa de Catia, cuyo estreno
está pautado en abril 2019. En él trabaja
Annie Ferrer, actriz que conocí hace unos años; Annie vive empecinada en
aprender diversos códigos, experimentar en escena y además tiene gran potencial. La dirección está a cargo de un viejo amigo:
Maenys Pérez Rojas, teatrero underground
cuyas propuestas se orientan por el rigor y el trabajo artesanal para brindar
lecturas alternas, lo que redunda en beneficio del sueño Cheily: encontrar su
príncipe catire.
¿Qué
haces en este invierno 2018?
El invierno, además de pasar frío, será
para la tesis. Tengo la energía
concentrada en finalizar ese proyecto.
¿No
preguntas por lo que acá se cocina en los escenarios?
Mira, sigo de cerca lo que por allá se
hace. Escribir implica curiosidad.
Cuando puedo, entro a las redes sociales.
Me gusta ver imágenes de los diferentes montajes, hay fotos
impactantes. También reviso los títulos
de la cartelera, comentarios, críticas para tener idea de qué se representa y
por qué: por qué determinada obra, qué cosas puede sugerir al espectador, qué
impacto puede tener en él. Ello me lleva
a tener una idea del país a partir del teatro. Ese país está conmigo.
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