El fantasma del
dramaturgo y guionista de cine Rodolfo Santana recorre escenarios y también
oficinas públicas y privadas de productores y empresarios teatrales. No descansará
todavía porque se marchó sin culminar uno de sus más ambiciosos proyectos: la
institucionalización del Festival Nacional de Teatro Venezolano.
Santana luchaba
para que, cada dos años, las salas teatrales de Caracas y otras ciudades
albergaran los montajes de los dramaturgos nacionales y de esa manera hacer
conocer al público la existencia del pensamiento, el sentimiento, la historia y
los mitos de los hijos e hijas de esta Tierra de Gracia, poetizados y
convertidos en espectáculos. Logró la promesa de recursos económicos y físicos,
además de logísticos, para ese gran evento teatral, y solo faltaba que fijaran
la fecha y las respectivas convocatorias destinadas a los teatreros y la
organización de sus agendas de trabajo.
Por eso ahora su
fantasma esta por ahí merodeando y maquinando para que no lo echen al olvido,
lo encarpeten o lo pospongan para la próxima semana. En Venezuela es larga la
historia de instituciones culturales que se hundieron tras la desaparición de
sus gestores, dañando así a nuevas generaciones y echando cenizas sobre esas
memorias positivas para la identidad nacional.
DRAMATURGUIA
SOCIOPOLÍTICA
Rodolfo Santana
(Caracas, 24 de octubre de 1944/Guarenas, 21 de octubre de 2012) aclaraba que
el teatro fue, es y será intrincado, tanto que su acceso se vuelve misterioso
por lo que abarca. Él, que pergeñó no menos de 100 textos, además de 13 guiones
cinematográficos, afirmaba que “ante las complicaciones que ofrece el arte
teatral, lo más habitual es ubicar sus aportes a nivel de maricones
exhibicionistas u orgias post estreno. Me perdonaran los poetas y narradores
venezolanos, pero Cabrujas Chocrón, Chalbaud, Rengifo, Ott, Viloria, Agüero y
otros más, constituyen una parte sustancial de la cultura venezolana”. Lo que
pasa, insistía, “también es que el dramaturgo latinoamericano posee una
minusvalía extraordinaria. Por lo general se le considera un extraviado entre
la literatura y el mal decir. Una excrecencia al pie de una columna dórica. He
visto dramaturgos extraordinarios como Tito Cossa -estrenado en todo el
mundo-confesando atributos de galeote y peón de arte. Y no es raro. Los
dramaturgos latinoamericanos, con buenas obras, debemos enfrentarnos a la
estulticia de los directores, a los planos del lenguaje convencional de las
instituciones, al terrible hermetismo de las editoriales. El crítico Rubén
Monasterios, a los autores de los años 70 nos denominó “dramaturgos de gaveta”,
un término que, personalmente, he utilizado para saltar sobre la humillación de
crear sin ningún sustento”.
VIGENCIA
A 32 años del estreno de Baño de damas en la sala Anna
Julia Rojas del otrora Ateneo de Caracas, logrado con gran éxito de público por
Ibrahim Guerra, y a seis lustros de la huida del fundador y líder estético del
grupo Rajatabla, Carlos Gimenez, el director Aníbal Grunn ha realizado una
ejemplar versión escénica del célebre texto de Rodolfo Santana y hace ahora temporada, en el Celarg, como parte de la programación 2019 de la Compañía Nacional de Teatro,
institución productora que comanda Carlos Arroyo.
Para este montaje de Baño de damas, el tercero
que se logra después de que también la presentara Gerardo Blanco en la otrora
sala ateneísta durante la temporada 2002, el vestuario y la
escenografía son creación de Hector Becerra y participa un sólido elenco de
profesionales integrado por Aura Rivas, Francis
Rueda, Livia Méndez, Maria Brito, Citlalli Godoy, Ariana León, Marxlenin Ciprani, Randimar Guevara, Dora Farias, Gerardo Luongo, Yurahi Castro, Jean
Manuel Pérez y Nella Alfonzo, otros comediantes del elenco estable de la CNT.
Para este montaje que se ambienta en el supuesto foyer del
lujoso baño de una discoteca caraqueña, el director Grunn desechó
el brutal hiperrealismo propuesto por Santana, ya que no quería ni
las pocetas ni los lavamanos de los baños tradicionales, y se entregó al
estudio y revisión, además de discretas podas, del texto original; porque
quería trabajar sobre las historias de las mujeres venezolanas ahí
representadas, con ese “mundo maravilloso, complejo y tan actual”.
Cuando descubrió el verdadero conflicto de la que sería su versión,
ambientado en un local de la Caracas contemporánea, se dio cuenta de lo que
pedía Santana, hacia donde apuntaba sus baterías. Se trataba de una obra coral, donde todas se unen para enfrentar su gran
conflicto: el machismo. Y todo el elenco aceptó que se trataba de hacer una
comedia no solo para que el público la pasara bien, sino que también
reflexionara a partir de las 14 historias personales que ahí se iban a plasmar.
De todo ese trabajo de mesa quedó una sinopsis relativamente simple: una
mujer, “de pueblo”, cuida los baños y tiene que atender a su nieta de 15, que
lleva tres meses de embarazo ,al tiempo que espera por un informe médico sobre
su esposo hospitalizado de emergencia; y todo esto se desarrolla, a lo largo de
70 minutos de tiempo real, donde doce mujeres y dos hombres desocupan sus
cuerpos y sus almas de todos los conflictos que les acosan: un marido celoso
que golpea a su pareja, una parejita de jovencitas consumidoras de drogas y
además lesbianas que son recriminadas por una alegre madre que quiere lo mejor
para su hija, una actriz de televisión que disfruta de su fama y de la solidez
de su cuerpo, un transexual que trabaja como mesonero en ese local y que sueña
someterse a una operación definitiva en Bogotá, un diputado de la
Asamblea Nacional que todo lo resuelve a puñetazos y amenaza a quienes se le
opongan con un pistolón, y una mujer que planifica abortar para evitarse
mayores problemas en su relación con la pareja que tiene. En fin, un mundo
femenino, a la venezolana, en su mayoría entregado a la diversión, pero sin
olvidarse que la vida continua después de ese noche de jolgorio.
En síntesis, Baño de damas no es una simple comedia
para reírse a costillas de los personajes ahí plasmados, pues ahí están los
ejemplos básicos de la violencia de género, las prácticas abortivas, los
embarazos no deseados ni planificados por no existir una cultura sexual racional,
además de otras “perlas”, como la homofobia y la transfobia. Una temática
global que hace 30 años era un asunto cotidiano y que ahora en segunda década
del siglo XXI no sufrido mayores alteraciones, salvo que la transexualidad
ahora es más aceptada y cuenta con mayores y mejores técnicas para la temible
RQS, pero las discriminaciones están a flor de piel, a pesar que la CRBV 1990
impera…pero no se aplica totalmente.
MONTAJE ACTUAL
Santana llegó a la elaboración de este texto porque escuchó una
grabación de conversación de unas mujeres en una discoteca
caraqueña y de ahí salió un texto ampuloso, que inicialmente duraba dos horas
en escena.
El montaje de Grunn es austero, nada de excesos, los personajes entran y
salen al foyer, van a los baños, y vuelven a la rumba, mientras que la
cuidadora del baño espera el desenlace fatal de su marido, con más de 30 años
de matrimonio, y recrimina la liberalidad sexual de su hija. Muestra una
cotidianidad casi kafkiana: unos trabajan y sufren mientras que otros se divierten.
La realidad siempre será superior a la fiction teatral, por supuesto, otros
dirían que vivimos el mito de Sísifo sin saberlo.
Para Grunn, Baño de damas no
es solo una obra de mujeres, definitivamente es una obra feminista, donde los
valores, debilidades, inseguridades, contradicciones y luchas están presentes
en el escenario. Cree que el universo profundo de ellas, las clases sociales,
sus miedos y sus aciertos están representadas en la obra y muchas de esas
situaciones no están resueltas. Ellas, las mujeres, y los transexuales y las
lesbianas viven y cuando entran al baño, se sienten seguras, unidas,
acompañadas, fuertes. El sector masculino está mal representado, es brutal y
verosímil pero Santana no tuvo tiempo de maquillarlo.
El público, que significa el éxito o
el fracaso del espectáculo mismo, disfruta de principio a fin y en la escena
final o el desenlace, cuando las mujeres y el transexual le caen a golpes al
diputado abusador, aplaude frenéticamente, cual si fuese una representación del
legendario obra Fuenteovejuna (1619) de Lope de Vega, cuando
el populacho castiga al tirano y clama por la presencia del rey, siempre de
origen divino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario