Francis Rueda,primera actriz de la CNT. |
Hacia la tercera
semana del venidero mes septiembre, lo más seguro hacia el jueves 19, se ha fijado el estreno de Fin de mundo, pieza de Rubén Joya López
(Maracay, 25 de abril de 1970), quien ganó el Premio Nacional de Dramaturgia
Apacuana 2018, según la versión escénica de Carlos Arroyo para la actual
temporada de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), en la sala Alberto de Paz y
Mateos.
Reveló Joya que ha sido un gran estímulo para la creación este galardón y el montaje que ahora se adelanta,
porque le permitirá visibilizar esfuerzos engavetados y le inquieta mucho más
saber que tanto puedo ofrecer a quienes les interesa escribir o hacer teatro. “El
premio, en fin, es reconocer y encontrarnos en la palabra frente al mundo
insensato y una asociación espacio- tiempo inolvidable. Además, tenemos el derecho
de continuar expresando y esta es una de las oportunidades para ofrecerle a la
vida algo más interesante; a veces, hay que inhabilitar lo cotidiano,
traicionar la lógica; el hecho real por sí me fastidia. Hay que motivar a crear
otros concursos con una línea de montaje, o lo que esté al alcance para que a
obra salga a la luz, como un parto bravío".
¿Puede resumir la temática y la
argumentación de Fin de mundo?
El tema es la opresión frente a un
mundo que decide cambiar y vuelve a reincidir tanto en lo que aspira, como en
lo que intenta y va dejando a su interés. Presenta una estructura con cuatro
obras cortas, concatenadas que llamo cuadríptico, pues, su composición es
importante dentro de la relación temática. Es una obra atemporal,
con visos absurdos, con un ambiente de guerra, personajes enigmáticos dentro de
un lenguaje particular y realista. Es un ejercicio poético de la desdicha y la
esperanza que se desarrolla en un entramado de teatro, música, danza,
performance. Hay que vivir el teatro para entender qué nos está pasando y qué podemos
reflexionar al menos en torno a eso. Espero, púes, su estreno del montaje que ahora
adelanta el director Arroyo, donde además yo participo como actor al lado de profesionales de la talla de Gerardo Luongo, José
Canelón, María Brito, Francis Rueda, Jean Manuel Pérez y Yordano Marquina,
entre otros integrantes del elenco estable de la CNT, institución adscrita al
Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
¿Hay más obras escritas tienes o más
proyectos para desarrollar?
He escrito varias obras, incluso
algunas han sido estrenadas como por ejemplo, Tacones seguros, Independencia
una historia de hoy, Una tarde gloriosa, Los
nadie (homenaje a Eduardo Galeano), una breve obra
infantil El cochinito desobediente, obras cortas para espacios de
calle y no convencionales, otras para Radio Teatro, algunas por encargo
como Poseidón en el cual fui su coautor y se presentó en una gira
por varios estados del país.
“Quiero escribir una pieza donde
refleje un contexto de niños, es decir, actores representando a niños de la
calle o sin refugio, además de toda esa imaginación lúdica, también llevo adelantado
un tema sobre el petróleo y sus vaivenes históricos, quiero fortalecer mi
ejercicio escritural en el guion para cortos y largometrajes, así como este año
ser parte dela Compañía Nacional de Teatro ¡Qué gran sorpresa! Y quizás ser
sorprendido de nuevo, quizás, como actor de Fin de mundo, o sea, de
mi propia obra”.
¿En un país donde el profesional del
teatro no sobrevive fácilmente, que hace usted para ayudarse?
La subjetividad siempre ayuda, es un
motor para seguir creando sin que las criaturas cotidianas te encadenen al
suelo. Pero hay que formalizar los sueños, tratar de que tengan un espacio
terrenal, y eso amerita colocarse paralelamente en otro oficio por ejemplo en
la docencia, como facilitador de procesos de aprendizaje, también como
productor o más bien, “entrompador” para lograr viabilizar políticas en
colectivo acordes con las acciones que pueden impulsar condiciones creativas
con más posibilidad productiva.
¿Qué perspectivas tiene o trabaja
para realizar?
Concebir un teatro más integrado,
desde la escritura como en la puesta en escena; trabajar por un movimiento que
pueda generar acciones en torno al arte dramático, como festivales, muestras,
formación, como ya lo habíamos hecho en gran parte. El teatrista, siempre tiene
algo pendiente. Siempre tiene una desobediencia ante lo maltrecho, frente a la
opresión; El dramaturgo, frente a los desajustes, eso nos da un escenario para
repensarnos en todos los ámbitos tanto educativos, como socioculturales.
Debemos vernos en la realidad concreta, y convertir todo lo que acontece en un
riesgo mucho más creativo. Debemos vernos frente al espejo pero no para
contemplarnos, parafraseando a Octavio Paz, el espejo es el destino donde nos
realizamos. El escenario, es nuestro; necesario es vernos. Un aplauso para
todos”.
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