Lleva 57 años en el escenario del mundo y 30 de ellos los ha disfrutado y padecido en Venezuela, luchando para hacer el mejor teatro posible. Ese es Aníbal Enrique García Belardinelli (Argentina, 1948), >más conocido como el autor, actor y director Aníbal Grunn. Él ahora es la “cabeza artística” del Teatro Escena 8, (Avenida La Guairita con calle Hípica, Las Mercedes), donde además hace temporada con su espectáculo O todos... ¡O ninguno! o A full pompis, una versión criolla de un relato y una pieza australiana, en los cuales también se basaron los productores de la exitosa película británica The Full Monty.
O todos... ¡O ninguno! debutó en la Sala Doris Wells de la Casa del Artista durante la temporada del 2003, pero ahora, como lo admite Grunn, ha sufrido un severo ajuste en el texto, en la puesta y hasta tiene un nuevo elenco, donde sólo participan dos de los actores que intervinieron en el primer montaje.
Este A full pompis es una “creación argumental” totalmente de Grunn, la cual sin embargo, tiene inevitables referencias al cuento y la obra Ladies Night, de los australianos Anthony McCarten y Stephen Sinclair, llevada después al cine por el guionista Simón Beaufoy y el director Peter Cattaneo con el título The Full Monty (Todo o nada), y cuya versión escénica fue otro acontecimiento de público en Nueva York gracias al libreto de Terrence McNally y la música de David Yazbek. ¡No hay nada nuevo bajo el sol... y menos en el mundo del teatro, que es la vida misma!
Grunn tomó la misma “idea dramática” que antes utilizaron McCarten y Sinclair, y que después bordaron Beaufoy y McNally - seis hombres desempleados que, al no encontrar trabajo, deciden un día convertirse en strippers para conseguir dinero, temporalmente, con un show de striptease para damas-, y elaboró su obra, totalmente venezolana, por sus personajes, sus conflictos y su entorno, además del léxico.
Esto que ha realizado Grunn, montarse en la misma “idea dramática”, no es un “crimen” ni es tampoco una novedad en las artes escénicas, para no hablar de la literatura y otras especialidades....¡ y mucho menos en Venezuela... donde el plagio es cosa común y corriente! Pero Aníbal Enrique García Belardinelli está muy lejos de esa torpeza.
La argumentación de O todos... ¡O ninguno! plasma en el escenario a un grupo de amigos sin trabajo, que han instalado, en el garaje de la casa de uno de ellos, una agencia para conseguir empleos. Por un hecho fortuito se dedican a crear y producir un espectáculo de strippers] para mejorar sus ingresos y así sortear los problemas que a cada uno le ha acarreado el desempleo o las vacaciones obligadas y sin remuneración. Durante el proceso de ensayos del improvisado espectáculo, se degustan las confesiones íntimas: de un padre que no sabe cómo enfrentar a su pequeño hijo de siete años ni cómo mantenerlo; de un ex bailarín que se enfrenta a la realidad de verse quebrado económicamente y asumirlo frente a su esposa; de un divertido “gordito” con gustos sexuales distintos a los otros: es homosexual y no lo disfraza, y además cuida a su madre artrítica y anciana; de un joven que lleva más de seis meses que no ve un mísero centavo y es mantenido por su esposa con la venta de almuerzos a los buhoneros; de un patético boxeador fracasado y solo; y de un policía amargado por su oficio y porque no quiere meter presos a los choros o los malandros o los delincuentes de poca monta.
Después de muchas peripecias y de los teatrales arrepentimientos, los seis montan el show, llegando hasta el desnudo total, y lo presentan para las mujeres, y también para los hombres de la popular zona caraqueña donde viven: El Cementerio.
Esta puesta en escena comienza cuando Freddy, en su precaria oficina de empleos, reúnen a los personajes de este show que le dará un vuelco a sus vidas: Jhorman, técnico superior, que a raíz de la crisis se vio obligado a manejar un taxi, el cual hace poco chocó y el dueño de éste, por el accidente, lo dejó sin empleo; además es perseguido por la policía tras la denuncia de su ex mujer porque no aporta dinero para mantener al hijo de ambos; el Gato tiene seis meses sin trabajo; Adolfo es un ex bailarín que perdió su empleo y no se atreve a decírselo a su esposa, quien es una consumista nata y sufre por la falta de dinero. Y a esta empresa se les une un ex policía y “Moncho”, un fracasado boxeador amateur.
La argumentación de este O todos... ¡O ninguno! recurre a una situación cómica para proponerle a los espectadores una reflexión sobre un problema cotidiano, no sólo venezolano, sino mundial, como es el desempleo y la profunda crisis que eso desencadena en las familias y en el país entero. Es importante destacar en este montaje la exaltación de la solidaridad y la unidad como único medio posible de enfrentar los problemas e intentar resolverlos, desde la plausible óptica humanista de Grunn. También es notable el existencialista monólogo del desempleado “Moncho”, un boxeador fracasado sin haber peleado, el cual es caracterizado por Marco Alcalá, el mismo que lo hizo hace tres años.
Aníbal Grunn montó este espectáculo con las actuaciones de Gustavo Camacho, César Bencid, Marco Alcalá, Pedro Pablo Porras, Pedro Hidalgo y Erick Ronso. Apoyado además por el escenógrafo Héctor Becerra y el coreógrafo Gustavo Gámez. El público, como siempre, dirá la última palabra sobre este trabajo cuya argumentación llega en el momento indicado.
Con dignidad y humor
Aníbal Grunn, sin pretender erigirse en filósofo, el autor y director de O todos ... ¡O ninguno! le dice al público de su espectáculo, que él cada vez está más convencido de que todos los seres humanos tenemos los mismos problemas. “Aquí, en China, Turquía o en Tuxtla de Guerrero, un pueblo perdido al sur de México. Y es así, todos nos hemos sentidos solos, desamparados, con hambre y desnudos alguna vez. Como también creo que desde que el hombre existe, ha recurrido a la solidaridad para poder subsistir, para poder vivir. El hombre solo no es nadie, es solamente eso: un hombre solo. Pero cuando se une con otros, cuando se junta y lucha brazo a brazo, codo a codo, le salen muy bien las cosas”. Reitera que su espectáculo es un trabajo artístico, netamente nacional, centrado en la solidaridad, “en el compromiso y en la urgente necesidad de luchar por la vida misma”. Advierte que los que no huyen al exterior, los que aquí se quedan sí deben unirse para salir adelante, ya que los que huyeron cuando vean lo que hemos podido hacer, volverán, y si no es así, es que no hacían falta. Enfatiza que su montaje no es una obra contra nadie en especial, pero sí está a favor de todos, especialmente de aquellos que creen de verdad en el esfuerzo común. Y él reconoce que gracias al equipo de actores, técnicos y los indispensables mecenas, habría sido imposible llegar a subir el telón para mostrar el drama de seis venezolanos que se las ingenian para comer y no perder jamás la dignidad ni el humor.
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