Moisés Kaufman llegó ayer al hotel Caracas Hilton a las 4 y 15 pm, procedente de Nueva York, con escala en San Juan de Puerto Rico. Subió a su habitación y media horas después, tras un ligero cambio de ropas, salió con su sequito, donde iba el primer actor Jefferson Mays, rumbo a la sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas. A las 5 y 15 estaba ya pisando, muy emocionado, el mismo escenario donde estuvo hace 20 años y donde interpretó al curioso protagonista de la comedia El Misántropo -la mejor obra de Moliere, donde se plasma al prototipo de los seres humanos inconformes- dirigido por Fernando Yvoski. Esa fue la ultima actuación que hizo antes de instalarse, en 1987, en Manhattan para estudiar dirección teatral en New York University City y después convertirse, gracias a su tesonero trabajo de diez años, en una de las diez personas más importantes para la cultura estadounidense del siglo XX.
Desde hoy y hasta el sábado, Moisés -nació en Caracas el 21 de noviembre de 1963 y es hijo de judíos rumanos, sobrevivientes del Holocausto -no tendrá tiempo sino para adecuar el ya viejo y abandonado escenario de la Anna Julia Rojas en un moderno espacio teatral -tuvo que traerse una consola digital para la iluminación- que albergara su montaje I am my own wife, un texto de Doug Wright, protagonizado por Jefferson Mays, el cual ganó los Premios Tony, los Oscar del teatro de Broadway, como mejor pieza y mejor actuación en el año 2004. Con ese espectáculo, Moisés retorna, por escasos días a Venezuela, porque debe atender al rodaje de una película sobre la autista Temple Grandin y proseguir con el montaje de Macbeth, de William Shakespeare, para el Teatro LaCorte, de Central Park, el cual será estrenado durante el próximo verano neoyorquino, sin importarle la leyenda trágica que acompaña a esa pieza, aunque él sabe “... que las brujas vuelan”.
I am my own wife, que se exhibirá desde este sábado 1 al martes 4 de abril, dentro de la programación del XVI Festival Internacional de Teatro de Caracas, es la patética historia de uno de los más famosos travestis alemanes, Charlote von Mahlsdorf. Este personaje, que nació en 1928 y usaba además el nombre de Lotear Berfelde, tras sobrevivir a la represión nazi, consiguió que el régimen comunista de la República Democrática Alemana, enemigo de los homosexuales, aceptara que viviera como mujer y que usara vestidos al estilo de los años 20, al tiempo que creaba un museo privado, en un edificio de Köpenick de 200 años de antigüedad, para instalar ahí su colección privada de muebles y objetos de finales del siglo XIX.Los comunistas nunca aprobaron oficialmente el trabajo que él hacia, aunque en 1959 le dieron el uso gratuito de la histórica edificación, pero en 1990 le permitieron que lo comprara y siete años mas tarde, caído el régimen comunista, el Estado de Berlín adquirió su colección. Este refinado travesti falleció en Suecia, en abril de1997, a donde había huido para huir de la homofobia de su país natal. Pero antes, en 1992, fue condecorado con la Cruz Federal del Mérito.
La crítica en general y nosotros también, porque los vimos en su primera temporada del 2003, coincidimos en que se trata de un críptico y fascinante montaje donde Jefferson Mays interpreta a unos 35 personajes distintos, pasando de uno a otro con el sutil -pero distintivo- cambio de entonación y la expresión facial. En sus funciones aquí en Caracas tendrá traducción simultánea al español en una pantalla electrónica.
Para Doug Wright, quien gano un premio Pulitzer por este texto, “Charlotte von Mahlsdorf ha preservado la cultura que conoció salvando preciosos remanentes de una era turbulenta y no es de extrañar que el gobierno alemán la condecorara en 1992 por sus esfuerzos de preservar trozos de un Berlín legendario. Kaufman explica que la obra tiene dos temas: “El de la vida de Charlotte y el de cómo podemos reconstruir y recontar una vida en el escenario,algo que muchos dramaturgos deberían trabajar mucho más. Charlotte es un personaje,pero también lo es Douglas, el entrevistador. También lo son los otros 35 personajes que hablan sobre Charlotte en el escenario, que se contradicen y discuten. Unos la halagan. Otros la critican. Otros la aborrecen. Y es tarea del público, especialmente ahora de los venezolanos que la contemplen en Caracas, la evaluación final, decidir quién era Charlotte”.
Para el diario Daily News de Los Angeles, “Moisés Kaufman y su compañía tienen una afinidad casi documental hacia personajes marginalizados (Oscar Wilde, Matthew Shepard), y es muy loable su capacidad para presentar de manera tan fluida, alegre y desafiante, la enigmática vida del renombrado travesti alemán.Es un logro extraordinario, así como es incomparable el registro de voces de Jefferson Mays al transformarse en decenas de personajes como soldados norteamericanos, policías de la Stasi, periodistas y todos aquellos que orbitaron alrededor del fascinante personaje con la sonrisa de la Mona Lisa llamado Charlotte von Mahlsdorf”.
Función 500
“Tienen un bonito país” era lo que decía ayer, con un español aprendido en pocas horas, el actor estadounidense Jefferson Mays, el protagonista del unipersonal, de dos horas, que permitirá conocer uno de los más aclamados montajes del venezolano Moisés Kaufman.Este I am my own wife es una producción de las compañías estadounidenses Delphi Productions y Playwrights Horizons, y esta en Caracas con un equipo de 14 personas, por las exigencias del montaje. Después de sus exhibiciones en Caracas se presentará en Irlanda y Australia. A una pregunta del periodista sobre el número de funciones realizadas desde su estreno en una sala de la calle 42, en pleno of Broadway, hace tres años, el director Moisés Kaufman calculó que podría ser la numero 500, “un cifra redonda que dice mucho”. Kaufman también apuntó que estaba feliz de haber retornado con uno de sus espectáculos a Caracas, algo que deseaba hacer desde hace muchos años,pero nunca lo había logrado por la serie de a actividades profesionales que el tiene que realizar, además de una serie de proyectos en los que está involucrado con su agrupación, Thectonic Theater. No obstante él sueña que algún día pueda regresar para dirigir una pieza criolla con actores venezolanos.
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