El hijo pródigo regresa por unos días a casa. A casi 20 años de haberse ido a estudiar y hacer su carrera teatral en Nueva York, Moisés Kaufman (Caracas, 21 de noviembre de 1963) llega el 28 de marzo para estar presente en la inauguración del XVI Festival Internacional de Teatro de Caracas 2006 y además presentar uno de sus espectáculos más premiados, I Am My Own Wife, de Doug Wrigh, el cual mereció sendos premios Tony, como mejor obra y mejor actor, durante la temporada del 2004.
Hoy por hoy, uno de los más prestigiosos directores de teatro en Nueva York es este caraqueño Moisés Kaufman, quien se marchó en 1987 y diez años después ya era catalogado, por el influyente periódico The New York Times, como “uno de los 10 personajes que habían logrado transformar el ámbito cultural de Estados Unidos de América, en aquel año 1997”. Desde entonces, él es la versión positiva y humanista del rey Midas del teatro: todo lo que toca o hace en los escenarios o para la pantalla chica es éxito de taquilla, algo sumamente importante en el norte, y para la crítica mucho más. Lleva diez años haciendo, triunfando y no ha parado. No se ha envanecido con la fama y se comporta como cuando empezó: gentil y abierto al diálogo con los periodistas. Más de 300 mil sites en los buscadores yahoo y google indican que es un trabajador incansable y de calidad. Y ahora es cuando está subiendo.
Este calificado creador del teatro estadounidense, hijo de judíos sobrevivientes del Holocausto, tras cursar Administración de Empresas en la Universidad Metropolitana, al tiempo que hacía sus primeras armas teatrales, bajo la égida de Fernando Yvoski en el grupo Tespis, ingresó a la New York University y se dedicó de lleno a un postgrado en el ala experimental de las artes escénicas. Le aconsejaron que creara una agrupación para poder experimentar y así materializar sus ideas y responderse sus preguntas. Así lo hizo y en 1992 ya había fundado, con otros artistas, al grupo Tectonic Theater Project con el cual comenzó a lidiar.
Hacia 1995, Kaufman asumió el reto de la escritura teatral, producto de sus lecturas, y lo demostró en la escena con Gross Indecency: The Tree Trials of Oscar Wilde. Eso fue un tiro al piso: más de 600 funciones en Nueva York y, por si fuera poco, le correspondió dirigir otros montajes en Los Ángeles, San Francisco, Toronto, París, Estocolmo, Budapest, México, Franfurt y Londres; además autorizó 40 puestas en escena en varias ciudades estadounidenses. Eso fue lo que provocó la reacción consagratoria del principal periódico de Estados Unidos, tras reconocer que era la pieza más representada en la temporada.
El segundo éxito de Kaufman llegó en 2001. Tomó el escabroso asesinato de un joven gay en Laramie, lo investigó, con técnicas periodísticas y montó The Laramie Project. Otro cañonazo teatral que se ha seguido exhibiendo en todo el país. La revista Time la consideró entre las 10 mejores obras del año y el guión obtuvo el American Library Associations Glbt Literature Award. La cadena de televisión HBO compró los derechos y se hizo una severa producción, dirigida por Kaufman, que ya se ha distribuido en todo el planeta.
Y lo más reciente es el triunfo de I Am My Own Wife de Doug Wright, estrenada en mayo de 2002, que al llegar a Broadway al año siguiente conquistó sendos premios Tony: para el autor y el actor Jefferson Mays. Kaufman estaba nominado como mejor director.
Kaufman ha revelado que se siente satisfecho por lo logrado en casi dos décadas en Nueva York. “Siempre se comienza con mucha fe en el trabajo y especialmente en las artes narrativas, la base del teatro mismo. Es la importancia de contar cuentos, de reanimar la historia, de tratar de comprendernos y de comprender a los demás. Y cuando el trabajo trasciende y logra llegar al público, es muy emocionante. Es una de las pocas veces cuando uno se siente parte de la humanidad. Me parece que a eso aspiramos todos. Ya sea que tengamos a un espectador en la platea o a un millar”.
Confiesa que le es dificil hablar de “claves” o “secretos” para el oficio teatral, para él hay siempre dos nortes. “El primero es seguir indagando: ¿Qué es el teatro? ¿Cómo contamos cuentos en el escenario? ¿Cuál es la magia del arte escénico y qué cuentos se benefician de ser contados en un escenario? Estas preguntas llevan a un cuestionamiento formal: ¿Cómo logramos que el teatro, en un mundo en las manos del cine y la televisión, siga manteniendo un diálogo con el público? Creo que mucho del trabajo tiene resonancia porque sigue un riguroso planteamiento estético. Y la segunda razón es que los temas que trato de abarcar deben ser temas que nos permitan dialogar con un público de hoy. Necesito que el material al cual nos dedicamos sea válido en nuestro momento histórico. Esas dos anclas han sido la fundación de nuestro trabajo”.
Victoriosa trilogía gay
¿Habría podido Moisés Kaufman hacer en Caracas esa espectacular carrera teatral que ahora adelanta en Estados Unidos? Difícilmente, porque “los actos culturales y artísticos, no son inocentes”. Todos ellos tienen un contexto histórico, social y político que los enmarca. En Venezuela hay que hacer múltiples colas para lograr un subsidio y además luchar para que los dueños o administradores de las salas permitan una temporada de 24 funciones como máximo, y ,por si fuera poco, hay que perseguir al público,ya que este quiere un teatro para hacer la digestión y rechaza todo aquello que lo confronte o le genera preguntas.¿Habrían gustado tres piezas sobre la homosexualidad y sus críticas feroces a la intolerancia y a la persecución social contra los que eligieron sus conductas sexuales? ¡No!, jamás, aquí lo que gustan son las “locas” y nunca un gay encerrado y sufriendo en su closet, por aquello de los espejos... aunque los tiempos han ido cambiando. La trilogía de obras exitosas de Kaufman tienen como protagonistas a homosexuales de diferentes épocas y periplos: el irlandés Oscar Wilde y su tragedia personal por la severa justicia británica del siglo XIX, que le arruinó su carrera profesional y lo mató antes de tiempo. Matheus Shepard, de 21 años, en los años 90 y en Estados Unidos, fue torturado y crucificado por su homosexualidad al caer en manos de dos homofóbicos en Laramie.Y el caso del travesti alemán Charlotter von Mahlsdorf (Lothar Berfelde 1928-2002), fantástico personaje que logró imponer su estilo de vida al régimen nazi y después a la dictadura comunista. Sobre esta “dama”, el dramaturgo Doug Wright y Kaufman hicieron un pieza,I Am My Own Wife, que ahora será vista en Caracas. Moisés Kaufman hizo pues lo correcto. Ahora reina en Estados Unidos y aquí lo miran con asombro. ¿Pero como él hay otros criollos que aún luchan allende las fronteras por llegar muy lejos... y triunfar? Sí y de ellos se sabrá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario