Marco Antonio de la Parra (Santiago de Chile, 1952) está de nuevo en los escenarios venezolanos. Ya era suficientemente reconocido por las importantes producciones exhibidas en Caracas de La secreta obscenidad de cada día, King Kong Palace o El exilio de Tarzán y El ángel de la culpa, los cuales impactaron a las audiencias criollas por la originalidad de sus temas: los locos Marx y Freud haciendo terrorismo en America Latina; la decadencia del rey de la selva y su mujer Jane, además de otros héroes de comiquitas y las peripecias de un exótico detective que investiga un extraño asesinato. Ahora, en el Teatro Trasnocho, el apodado “Ateneo caraqueño del siglo XXI”, hace temporada su Monogamia, una producción de Jorgita Rodríguez, protagonizada por Javier Vidal y Antonio Delli, y con la puesta en escena que firma el mismo Javier Vidal, ya que Daniel Uribe abandonó el montaje después de dos semanas de ensayo.
¿Por qué se monta nuevamente a este reconocido autor chileno en estos momentos en Venezuela? Las respuestas son variopintas, pero la única razón valedera y de peso, porque las otras oscilan entre la envidia y la ignorancia vestida de xenofobia, es que Jorgita Rodríguez conoció el texto, se enamoro de él y lo demás fue coser y cantar. Llamó a dos de los más exitosos actores teatrales del mercado teatral criollo y “el siempre listo” Daniel Uribe trato de hacer el resto en menos semanas de las tradicionales y debio abandonar el espectáculo "por exceso de trabajo o falta de tiempo".
¿Por qué se monta nuevamente a este reconocido autor chileno en estos momentos en Venezuela? Las respuestas son variopintas, pero la única razón valedera y de peso, porque las otras oscilan entre la envidia y la ignorancia vestida de xenofobia, es que Jorgita Rodríguez conoció el texto, se enamoro de él y lo demás fue coser y cantar. Llamó a dos de los más exitosos actores teatrales del mercado teatral criollo y “el siempre listo” Daniel Uribe trato de hacer el resto en menos semanas de las tradicionales y debio abandonar el espectáculo "por exceso de trabajo o falta de tiempo".
El paciente público dirá la última palabra. Si le gusta o rechaza lo que se propone en Monogamia, aunque no está mal recordar que desde el año 2000 ha impactado en las temporadas chilenas y argentinas, donde esa pieza ha dado un increíble éxito de taquilla, además del reconocimiento de la crítica, calificándola de "audaz" por su “hondo contenido ideológico y social”.
De la Parra, que además es médico y psiquiatra, ha escrito sobre su Monogamia que los seres humanos, especialmente, los hombres, “todos intentamos ser monógamos. Nadie lo consiguió. Fue cosa de tiempo. Nos cambiamos de partido político, de barrio, de amigos, de auto, de esposa... Hablamos de lealtad como de un paraíso perdido y la soledad se convirtió en lo único sólido”. Pero lo que él hace es proponer en la escena un encuentro entre dos hermanos, un tanto distanciados por sus actividades profesionales y ritmos de vidas afectivas, además de los éxitos y los fracasos, en un sitio extraño para uno, pero normal para el otro, porque trata de un club exclusivo. Ahí, esos dos hombres, unidos sólo por los recuerdos de la infancia, desnudan sus almas ante el acoso de una culpa: la fidelidad a sus parejas sentimentales o compañías sexuales. Todas las cargas culturales de los dos hermanos se desbordan y chocan: uno es una especie de artista libre pensador, nada dado a la fidelidad, y el otro es un conservador que por vez primera quiere pecar, o sea dejar de ser honesto y ponerle los cuernos a su esposa, como lo confiesa a lo largo de su barroco conversación. No hay que descartar que las relaciones humanas, especialmente la matrimonial o los romances libres, son muy complejas, y que la sociedad contemporánea, especialmente la caribeña, da mayores liberalidades a las parejas como tal. Ahí la mayor o menor cultura pone lo suyo, su especie de ají, picante siempre.
La densidad del texto de Monogamia que aborda complejas situaciones sociales y exalta morales machistas y hasta de carga religiosa, se soporta únicamente por el juego actoral de Vidal y Delli, quienes con su versatilidad sacan partido de los dramones que viven o vivieron sus personajes, todos procedentes de clases sociales acomodadas, donde hay mayores posibilidades para las aventuras extramaritales o levantes amorosos por aquello del tiempo libre y el indispensable dinero que gasolina que mueve las pasiones.
Por supuesto que el amor existe en los seres humanos que quieren vivir situaciones conjuntas y luchan para lograrlos, a sabiendas que el adulterio asecha y las pasiones se enfrían o surgen otras con mayor fuerza.
Será interesante ver que pasa con Monogamia durante las próximas semanas, porque cierta “moralina” de la obra crea expectativas, especialmente por el público del Teatro Trasnocho. Estamos informados que la versión femenina de Monogamia ha tenido más éxito, pero esperamos los primeros resultados de la masculina en Caracas.
¿Usted es monógamo estimado lector o lectora?
Influencias
Marco Antonio de la Parra está en las lides teatrales desde 1978 cuando hizo conocer Lo crudo, lo cocido, lo podrido, y desde entonces ha mostrado no menos de 20 obras. Ha ganado varios premios y hasta la televisión ha contado con sus servicios como guionista. Ademas del teatro ha escrito ensayos y cuentos, ha jugado futbol y da talleres literarios para dejar más huella. Reconoce que buena parte de su producción esta influenciada por la dictadura de Pinochet, a la cual ha satirizado de mil maneras.
De la Parra, que además es médico y psiquiatra, ha escrito sobre su Monogamia que los seres humanos, especialmente, los hombres, “todos intentamos ser monógamos. Nadie lo consiguió. Fue cosa de tiempo. Nos cambiamos de partido político, de barrio, de amigos, de auto, de esposa... Hablamos de lealtad como de un paraíso perdido y la soledad se convirtió en lo único sólido”. Pero lo que él hace es proponer en la escena un encuentro entre dos hermanos, un tanto distanciados por sus actividades profesionales y ritmos de vidas afectivas, además de los éxitos y los fracasos, en un sitio extraño para uno, pero normal para el otro, porque trata de un club exclusivo. Ahí, esos dos hombres, unidos sólo por los recuerdos de la infancia, desnudan sus almas ante el acoso de una culpa: la fidelidad a sus parejas sentimentales o compañías sexuales. Todas las cargas culturales de los dos hermanos se desbordan y chocan: uno es una especie de artista libre pensador, nada dado a la fidelidad, y el otro es un conservador que por vez primera quiere pecar, o sea dejar de ser honesto y ponerle los cuernos a su esposa, como lo confiesa a lo largo de su barroco conversación. No hay que descartar que las relaciones humanas, especialmente la matrimonial o los romances libres, son muy complejas, y que la sociedad contemporánea, especialmente la caribeña, da mayores liberalidades a las parejas como tal. Ahí la mayor o menor cultura pone lo suyo, su especie de ají, picante siempre.
La densidad del texto de Monogamia que aborda complejas situaciones sociales y exalta morales machistas y hasta de carga religiosa, se soporta únicamente por el juego actoral de Vidal y Delli, quienes con su versatilidad sacan partido de los dramones que viven o vivieron sus personajes, todos procedentes de clases sociales acomodadas, donde hay mayores posibilidades para las aventuras extramaritales o levantes amorosos por aquello del tiempo libre y el indispensable dinero que gasolina que mueve las pasiones.
Por supuesto que el amor existe en los seres humanos que quieren vivir situaciones conjuntas y luchan para lograrlos, a sabiendas que el adulterio asecha y las pasiones se enfrían o surgen otras con mayor fuerza.
Será interesante ver que pasa con Monogamia durante las próximas semanas, porque cierta “moralina” de la obra crea expectativas, especialmente por el público del Teatro Trasnocho. Estamos informados que la versión femenina de Monogamia ha tenido más éxito, pero esperamos los primeros resultados de la masculina en Caracas.
¿Usted es monógamo estimado lector o lectora?
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Marco Antonio de la Parra está en las lides teatrales desde 1978 cuando hizo conocer Lo crudo, lo cocido, lo podrido, y desde entonces ha mostrado no menos de 20 obras. Ha ganado varios premios y hasta la televisión ha contado con sus servicios como guionista. Ademas del teatro ha escrito ensayos y cuentos, ha jugado futbol y da talleres literarios para dejar más huella. Reconoce que buena parte de su producción esta influenciada por la dictadura de Pinochet, a la cual ha satirizado de mil maneras.
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