La elaboración, distribución, venta y consumo de las drogas psicotrópicas, y además la descarada utilización de los capitales que de ahí surgen, es uno de los grandes problemas que acosan a los gobiernos de todas las naciones del planeta, especialmente por el daño irremediable que produce entre las comunidades, particularmente la adolescente, y por la inyección millonaria de dólares en negocios ilegales, fundamentalmente, los cuales desajustan las economías.
El mundo entero adelanta en estos momentos una guerra sin cuartel contra las narcotraficantes en general, la cual arroja un saldo sangriento de proporciones negativas, pero el problema no ha sido erradicado y está muy lejos de ser resuelto por esa vía. Un gran sector de la opinión pública, con Mario Vargas Llosa entre ellos, recomienda cambiar tales estrategias gubernamentales, porque al narcotráfico no se le puede derrotar por la vía militar-policial, sino con una acentuada campaña social, destinada a convencer y demostrar que las drogas son nefastas para la vida misma, ya que amenaza a los miembros más indefensos de nuestras comunidades: niños y jóvenes. Es otro problema sociocultural en medio de una crisis crónica que fractura a la familia, base de las actuales sociedades modernas. ¡Plomo y fuego por un lado, verbo y compasión por el otro!
Aquí en Venezuela, gracias a la alianza humanista de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA) y un sector de intelectuales y padres de familia preocupados por sus hijos, están en marcha planes y acciones contundentes porque son convencidos que la única forma de combatir ese flagelo es hacerlo en conjunto, aportando cada uno su grano de arena. Toda esa gente cree y comulga que las drogas si deterioran y desestabilizan al individuo, a la familia y a la sociedad. Y creen que la arma más eficaz es evitar caer en ellas, o sea: prevenir y para ello hay que conocer los tipos de drogas, sus efectos y sus consecuencias, para planificar la metodología de trabajo, sin olvidarse del dialogo sincero y abierto con niños y jóvenes, e incluso recurrir a la ayuda profesional de médicos y psicólogos. El silencio es cómplice del problema y termina siendo fatal.
Teatro herramienta
Y para pasar de las palabras a los hechos, con el respaldo de la Fundación del Colegio Francia y la sociedad de padres y representantes, se exhibe, en su recién inaugurado espacio teatral, el espectáculo Los árboles caídos, de Norberto Benavides Pérez (Caracas, 15 de enero de 1962), una importante y lúdica respuesta, fuerte pero sutil, contra ese conflicto de la narcoadición entre la juventud.
El veterano actor Fermín Reyna asumió la teatralización del texto y para ello se reunió y ensayó con jóvenes intérpretes íntimamente convencidos de la gravedad del tema y la violencia que el mismo ha generado. Logró obtener un montaje bastante aceptable con marcadas acciones del mundo juvenil, representado en dos parejas, el cual oscila entre las características de la adición con la cocaína, los efectos y las consecuencias degenerativas, al tiempo que la replica escénica se manifiesta con el accionar de dos adultos dispuestos a darlo todo para rescatar a muchachos y muchachas de ese infiernillo de las drogas que los anula, condena y destruye.
Utilizó, pues, al teatro como herramienta didáctica para mostrar al público una saga, basada en hechos reales, creada por el autor tras numerosas entrevistas e investigaciones. Siempre la realidad es más cruda que la ficción, pero en el teatro hay poesía y eso la hace más verdadera.
El montaje está en proceso de ajuste y requiere de mayor interacción entre los dos niveles de las tareas escénicas: uno lúdico y desolado, con drogadictos y sus conflictos, y los adultos que utilizan el dialogo como herramienta para detener la hecatombe de las drogas entre la niñez y la adolescencia. El primero tiene buena resolución teatral, mientras que el segundo carece de ritmo y de verdad, porque los personajes no son auténticos, lucen acartonados y parecieran estar en otro país y no en esta calida Venezuela. Necesitan más ensayos para superar esos baches y buscar que el espectáculo corra rápido y refrescante como un arroyo entre la montaña. Es cuestión de rutinas exigentes y más funciones.
No es fácil montar una pieza como la que propone Benavidez Pérez, quien aplica una estructura circular y atemporal, donde las acciones son casi cinematográficas, pero Reyna la saca hacia adelante y logra convencer, aún con los desaciertos anotados, los cuales son solucionables.
Sinopsis
El mundo entero adelanta en estos momentos una guerra sin cuartel contra las narcotraficantes en general, la cual arroja un saldo sangriento de proporciones negativas, pero el problema no ha sido erradicado y está muy lejos de ser resuelto por esa vía. Un gran sector de la opinión pública, con Mario Vargas Llosa entre ellos, recomienda cambiar tales estrategias gubernamentales, porque al narcotráfico no se le puede derrotar por la vía militar-policial, sino con una acentuada campaña social, destinada a convencer y demostrar que las drogas son nefastas para la vida misma, ya que amenaza a los miembros más indefensos de nuestras comunidades: niños y jóvenes. Es otro problema sociocultural en medio de una crisis crónica que fractura a la familia, base de las actuales sociedades modernas. ¡Plomo y fuego por un lado, verbo y compasión por el otro!
Aquí en Venezuela, gracias a la alianza humanista de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA) y un sector de intelectuales y padres de familia preocupados por sus hijos, están en marcha planes y acciones contundentes porque son convencidos que la única forma de combatir ese flagelo es hacerlo en conjunto, aportando cada uno su grano de arena. Toda esa gente cree y comulga que las drogas si deterioran y desestabilizan al individuo, a la familia y a la sociedad. Y creen que la arma más eficaz es evitar caer en ellas, o sea: prevenir y para ello hay que conocer los tipos de drogas, sus efectos y sus consecuencias, para planificar la metodología de trabajo, sin olvidarse del dialogo sincero y abierto con niños y jóvenes, e incluso recurrir a la ayuda profesional de médicos y psicólogos. El silencio es cómplice del problema y termina siendo fatal.
Teatro herramienta
Y para pasar de las palabras a los hechos, con el respaldo de la Fundación del Colegio Francia y la sociedad de padres y representantes, se exhibe, en su recién inaugurado espacio teatral, el espectáculo Los árboles caídos, de Norberto Benavides Pérez (Caracas, 15 de enero de 1962), una importante y lúdica respuesta, fuerte pero sutil, contra ese conflicto de la narcoadición entre la juventud.
El veterano actor Fermín Reyna asumió la teatralización del texto y para ello se reunió y ensayó con jóvenes intérpretes íntimamente convencidos de la gravedad del tema y la violencia que el mismo ha generado. Logró obtener un montaje bastante aceptable con marcadas acciones del mundo juvenil, representado en dos parejas, el cual oscila entre las características de la adición con la cocaína, los efectos y las consecuencias degenerativas, al tiempo que la replica escénica se manifiesta con el accionar de dos adultos dispuestos a darlo todo para rescatar a muchachos y muchachas de ese infiernillo de las drogas que los anula, condena y destruye.
Utilizó, pues, al teatro como herramienta didáctica para mostrar al público una saga, basada en hechos reales, creada por el autor tras numerosas entrevistas e investigaciones. Siempre la realidad es más cruda que la ficción, pero en el teatro hay poesía y eso la hace más verdadera.
El montaje está en proceso de ajuste y requiere de mayor interacción entre los dos niveles de las tareas escénicas: uno lúdico y desolado, con drogadictos y sus conflictos, y los adultos que utilizan el dialogo como herramienta para detener la hecatombe de las drogas entre la niñez y la adolescencia. El primero tiene buena resolución teatral, mientras que el segundo carece de ritmo y de verdad, porque los personajes no son auténticos, lucen acartonados y parecieran estar en otro país y no en esta calida Venezuela. Necesitan más ensayos para superar esos baches y buscar que el espectáculo corra rápido y refrescante como un arroyo entre la montaña. Es cuestión de rutinas exigentes y más funciones.
No es fácil montar una pieza como la que propone Benavidez Pérez, quien aplica una estructura circular y atemporal, donde las acciones son casi cinematográficas, pero Reyna la saca hacia adelante y logra convencer, aún con los desaciertos anotados, los cuales son solucionables.
Sinopsis
Camila sueña con amor y éxito profesional, pero su Renato la hace narcodependiente. Su amiga, Melania disfruta su nota existencial, con cocaína y sexo sin control, aunque su narconovio Manaure cree que pueden salvarse. Paralelamente, un maestro de escuela y la mamá de un jovenzuelo adicto se cruzan y luchan con soluciones dialogadas para detener la marabunta de las drogas. Una sorpresa espera el espectador paciente.
Ficha artística
Ficha artística
Obra:Los árboles caídos. Autor:Norberto Benavides Pérez.Intérpretes: Camila: Daniela Salazar Renato: Christopher Bencomo. Manaure: Giovanni Oviedo. Melania: Estephanie Serrano. Elena Manrique:Angie Hernández. El maestro Aurelio Castañeda: Marco Coir. Coreografías: Soraima Solórzano. Asistentes:Aurismar Villamizar y Alvanis Alvarado. Producción:Good Show Productions C.A. Director y Escenógrafo:Fermín Reyna
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