Con Hugo Kogan se mantiene la tradición del buen teartro argentino |
Algún día se tendrá que investigar
cómo ha sido, y aún continúa, la presencia de la cultura argentina en Venezuela, especialmente el accionar de sus teatreros
en Caracas y su innegable influencia en
el desarrollo de las artes escénicas desde mediados del siglo XX. Se tendrán
que publicar los resultados de esos estudios, muy importantes para alimentar la
historia del teatro contemporáneo, el cual cada día que pasa es más
multisápido.
Mientras llega ese ensayo
historiográfico, hay que recordar que al finalizar la década de los 40 se
instaló Juana Sujo, quien entre otras cosas fundó una escuela, que ahora lleva
su nombre y la cual funciona desde hace 64 años. Y desde entonces la presencia sureña
no ha cesado y es por eso que hace semanas vimos y aplaudimos -ya nuestra mano
zurda tiene más vida- al actor y director argentino Hugo Kogan tras una increíble
performance con la obra Potestad, de Eduardo Pavlovsky, en el Teatro San Martin, y después lo disfrutamos en
una charla con el público, mayoritariamente
estudiantes.
Potestad, que la habíamos visto representada
por el rioplatense Teatro del Secadero, volvió ahora a Caracas con Kogan para denunciar la injusticia
y las atrocidades cometidas en la Argentina dictatorial, una puesta en claro de
la historia de esa nación, una revancha histórica teatral sobre siete años de
ignominia militarista que convirtieron a la patria de Carlos Giménez y Juan
Carlos Gené (teatreros legendarios que también dejaron obra en Venezuela: Rajatabla
y el GA 80) en un campo de exterminio,
del cual salieron las masas populares para negociar una primavera democrática,
por la vía del voto, la cual lleva 30
años, hasta ahora.
En menos de 50
minutos, Kogan plasma uno de los episodios más patéticos de la dictadura
argentina, cual fue el robo de los bebes de los enemigos de los milicos, para
lo cual el actor maneja con destreza todo tipo de registros dramáticos, capaz
de la carcajada y el sobrecogimiento más extremos, además de mantener muy bien
la tensión de la obra. Ahí, como lo señalado la crítica sureña, la mueca, el gesto social, el transformismo
ideológico, el cambio de registro, no son asignaturas que se aprueban sin
estudio. Si había un actor para Potestad, era Hugo Kogan, pues Potestad requiere de un actor sólido, capaz de llenar el espacio
físicamente, cambiar de ritmo, de voz, de actitud y de emociones.
Kogan, durante su entusiasta charla con los espectadores,
puntualizó como gracias a que el teatro
se estudia y se practica desde la escuela primaria, sus compatriotas
crecen amando tal disciplina artística y además desarrollan la imaginación y avanzan en un proceso de socialización básico para su
devenir, “porque antes de formar actores, hay que formar personas”.
Este ejemplar
artista ha dicho que todo esa masa de
dinero que se gasta en armas para matar, él la gastaría “en las distintas
expresiones artísticas y no tengas la menor duda que este mundo de hoy, tan
convulsionado sería un mundo totalmente distinto”. Genio y figura de un artista argentino
combatiente
2 comentarios:
Vi la obra en Mont Laurier, provincia de Québec en 2012, impecable y execente la actuacion de Hugo Kogan, la obra es en español y la mayor parte del publico presente no eran hispanofonicos, a pesar de ello la atencion y ka emocion desatada por el actor trascendia todas las kenguas. Excelente
Vi la obra en Mont Laurier, provincia de Québec en 2012, impecable y execente la actuacion de Hugo Kogan, la obra es en español y la mayor parte del publico presente no eran hispanofonicos, a pesar de ello la atencion y ka emocion desatada por el actor trascendia todas las kenguas. Excelente
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