El sacerdote católico Jorge Piñango Mascareño (Barquisimeto, 1959) apareció asesinado en una habitación del caraqueño hotel Bruno, el 22 de abril de 2006. Las investigaciones que esclarecieron las causas de dicha muerte (asfixia mecánica y hematomas en la región occipital y nasal) y además identificaron al supuesto criminal (Andrés José Rodríguez Rojas), inspiraron al dramaturgo Elio Palencia para que pergeñara su oportuna, estrujante y valiente pieza Penitentes, la cual hace ahora su segunda temporada en una de las salas del Celarg bajo la creativa y excelente dirección de Costa Palamides y las convincentes y plausibles actuaciones de Ludwig Pineda, Delbis Cardona y José Gregorio Martínez, tres generaciones actorales de gran valía.
Costa Palamides, venezolano de padres griegos, es el motor del grupo Teatrela, con el cual lleva largos 20 años de labores auténticamente culturales. Y lo reitera con Penitentes, el cual desató una polémica, durante el pasado semestre, por su tema corrosivo y desgarrador, inspirado en la saga de la muerte del cura católico y las extrañas circunstancias en apareció su cuerpo, además del posterior enfrentamiento público entre el gobierno y la Iglesia Católica de Venezuela.
El objetivo de Teatrela, explica Palamides, es llevar a escena obras de dramaturgia latinoamericana vinculadas a su realidad sea esta política, social y cultural. En el caso de Penitentes han querido enfrentar al público con una realidad que los estremezca más allá de los cuatro costados de un escenario. Ahí se revisa la posición del individuo frente a una sociedad castradora, engavetada o en todo caso hipócrita. Más allá de la tolerancia a la diversidad sexual está el cómo esa conducta sexual es tratada por el gobierno, la iglesia, los estamentos militares o los medios. “Y la verdad que el panorama actual es bastante decepcionante, puesto que ninguna de ese status de poder tiene una visión humanista del asunto. Basta que surja un crimen con visos de diversidad sexual para que este sea enfrentado con retóricas fascistoides o de amarillismo político o de regresión a la edad de piedra. El reciente caso del asesinato periodista Javier García muestra la falta de respeto a la vida privada de las personas, más allá de la degradante inseguridad que nos agobia, y la búsqueda de sensacionalismo o la actitud de Pilatos en todos los recovecos del poder. Creo que esta es una de las razones fundamentales por la cual quisimos mostrar esta obra de nuevo”.
Penitentes, precisa el director de Teatrela, revisa crudamente la intolerancia y la indiferencia de algunos sectores de la sociedad venezolana, teniendo como punto de partida tres perspectivas de homosexualidad que se entrecruzan por la fuerza de sus pasiones. “Palencia pone sobre el tapete a tres personajes -un religioso, un estudiante y un buscavidas-cuyos destinos se atarán para siempre en la noche de un sábado cualquiera en una caraqueña discoteca gay de la capital y remata en una cárcel para pagar la penitencia que impone la justicia y la sociedad. la El espectáculo, cargado de acción dramática, nos revela una historia de revelaciones y confesiones de alta tensión que vuelven añicos una cantidad de tabúes y falsas morales de nuestra amada sociedad venezolana”.
Teatrela siempre ha tratado de presentar diversas obras, autores y en especial tendencias para que no se le encasille en un estilo o manera de hacer teatro como siempre se hace con los grupos que llevan más de 20 años en el escenario venezolano. “Siempre mantenemos dos pautas dramatúrgicas que son: teatro latinoamericano y clásicos latinos, hagamos teatro de sala, de calle o infantil. En estos últimos años hicimos realidad el llevar a escena la obra cumbre del teatro rioplatense, Barranca abajo, estrenar a un autor venezolano como es Elio Palencia, poner por fin a Racine y su Fedra en las tablas venezolanas, dar a conocer a los dramaturgos canadienses Carole Frechette (La piel de Elisa) y Michel Tremblay (Una vez más, por favor) o poner en contacto escénico a dos grandes dramaturgos cubanos como Virgilio Piñera y Abelardo Estorino. La cosecha ha sido grande y difícil pero cuando uno tiene una meta precisa y fundamental, avanza y derrumba los obstáculos, puesto que no hay que olvidar que el teatro y la danza en estos últimos años han sido los olvidados de la gerencia cultural del Estado”.
Costa Palamides, venezolano de padres griegos, es el motor del grupo Teatrela, con el cual lleva largos 20 años de labores auténticamente culturales. Y lo reitera con Penitentes, el cual desató una polémica, durante el pasado semestre, por su tema corrosivo y desgarrador, inspirado en la saga de la muerte del cura católico y las extrañas circunstancias en apareció su cuerpo, además del posterior enfrentamiento público entre el gobierno y la Iglesia Católica de Venezuela.
El objetivo de Teatrela, explica Palamides, es llevar a escena obras de dramaturgia latinoamericana vinculadas a su realidad sea esta política, social y cultural. En el caso de Penitentes han querido enfrentar al público con una realidad que los estremezca más allá de los cuatro costados de un escenario. Ahí se revisa la posición del individuo frente a una sociedad castradora, engavetada o en todo caso hipócrita. Más allá de la tolerancia a la diversidad sexual está el cómo esa conducta sexual es tratada por el gobierno, la iglesia, los estamentos militares o los medios. “Y la verdad que el panorama actual es bastante decepcionante, puesto que ninguna de ese status de poder tiene una visión humanista del asunto. Basta que surja un crimen con visos de diversidad sexual para que este sea enfrentado con retóricas fascistoides o de amarillismo político o de regresión a la edad de piedra. El reciente caso del asesinato periodista Javier García muestra la falta de respeto a la vida privada de las personas, más allá de la degradante inseguridad que nos agobia, y la búsqueda de sensacionalismo o la actitud de Pilatos en todos los recovecos del poder. Creo que esta es una de las razones fundamentales por la cual quisimos mostrar esta obra de nuevo”.
Penitentes, precisa el director de Teatrela, revisa crudamente la intolerancia y la indiferencia de algunos sectores de la sociedad venezolana, teniendo como punto de partida tres perspectivas de homosexualidad que se entrecruzan por la fuerza de sus pasiones. “Palencia pone sobre el tapete a tres personajes -un religioso, un estudiante y un buscavidas-cuyos destinos se atarán para siempre en la noche de un sábado cualquiera en una caraqueña discoteca gay de la capital y remata en una cárcel para pagar la penitencia que impone la justicia y la sociedad. la El espectáculo, cargado de acción dramática, nos revela una historia de revelaciones y confesiones de alta tensión que vuelven añicos una cantidad de tabúes y falsas morales de nuestra amada sociedad venezolana”.
Teatrela siempre ha tratado de presentar diversas obras, autores y en especial tendencias para que no se le encasille en un estilo o manera de hacer teatro como siempre se hace con los grupos que llevan más de 20 años en el escenario venezolano. “Siempre mantenemos dos pautas dramatúrgicas que son: teatro latinoamericano y clásicos latinos, hagamos teatro de sala, de calle o infantil. En estos últimos años hicimos realidad el llevar a escena la obra cumbre del teatro rioplatense, Barranca abajo, estrenar a un autor venezolano como es Elio Palencia, poner por fin a Racine y su Fedra en las tablas venezolanas, dar a conocer a los dramaturgos canadienses Carole Frechette (La piel de Elisa) y Michel Tremblay (Una vez más, por favor) o poner en contacto escénico a dos grandes dramaturgos cubanos como Virgilio Piñera y Abelardo Estorino. La cosecha ha sido grande y difícil pero cuando uno tiene una meta precisa y fundamental, avanza y derrumba los obstáculos, puesto que no hay que olvidar que el teatro y la danza en estos últimos años han sido los olvidados de la gerencia cultural del Estado”.
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