Regresó la dueña del hato apureño “El miedo”. Doña Bárbara, a casi 90 años de su huida, cuando dejó atrás a su hija Marisela enamorada del victorioso Santos Luzardo, la mítica cacica está otra vez en sus territorios para imponer sus bárbaras leyes, ahora apuntalada por los fusiles rusos Kalashnikov que portan sus secuaces.
Así se lo cuenta a sus lectores, el periodista y escritor Juan Carlos Zapara (Guasdualito, 1960) en su décimo libro Doña Bárbara con Kalashnikov, el cual exhibe en su portada una fotografía en blanco y negro del jefe de la guerrilla colombiana “Tirofijo” o Manuel Marulanda Vélez. Dos personajes míticos unidos en una publicación venezolana de 2008, con 240 páginas, lanzada al mercado por la Editorial Alfa, que debe despertar pasiones y opiniones encontradas por todo lo que ahí se trata.
Zapata, que es un reconocido autor de ensayos sobre la economía y la política venezolanas, además de una novela “negra” y un interesante búsqueda de huellas e informaciones veraces sobre cuando Gabriel García Márquez era un feliz indocumentado en Caracas, tiene una brillante historia como periodista (fue jefe de redacción de El Mundo) y como revolucionario creador de una pagina Web dedicada a la economía (Descifrado), comentó que su Doña Bárbara con Kalashnikov es el producto de una intensa y extensa investigación como “sólo la podemos hacer los periodistas”.
Todo ese proyecto nació hace tres años cuando Zapata se reunió con su colega Milagros Socorro y tras hablar y revisar la novela Doña Bárbara, con la cual Rómulo Gallegos desafío a las fuerzas de la tiranía en la Venezuela de los años 20 y 30, optó por emprender la búsqueda de las razones o sin razones del regreso de la violencia a los llanos venezolanos desde finales del siglo XX y hasta nuestros días. Él no sabía lo que iba a obtener. No sabía si sería un reportaje periodístico o una novela. Simplemente tenía en su mente la muerte del hijo de una amiga en Guasdualito, que lo conmovió mucho. Comenzó a indagar y así se dio cuenta que también habían matado a mucha gente que había conocido, amigos, otros conocidos y unos cuantos hijos o nietos de amigos. Con lo cual se percató del gran drama de esa gran zona de los llanos venezolanos, de ese clima de miedo, de la innegable presencia de la guerrilla, de los paramilitares, del narcotráfico, de las bandas de contrabandistas. Comenzó, pues, a investigar los hechos como lo hace un periodista, sólo que en ese momento se dio cuenta que se estaban cumpliendo los primeros 80 años del viaje de Rómulo Gallegos al llano para escribir Doña Bárbara. Y es por eso que en su encuentro con la colega Milagros le preguntó cuáles serían los símbolos equivalentes en estos momentos a la barbarie, que servirían para definir en estos momentos a un personaje como el creado por Gallegos. Y así empezó la otra parte de la historia que narra en su obra.
Doña Bárbara con Kalashnikov viene a ser la sumatoria de lo que ocurre en el llano en estos momentos, lo real y lo concreto. Lo que significó Doña Bárbara en su tiempo y lo que hizo Gallegos al escribir la novela y lo que vincula a Gallegos con la realidad venezolana. Y la tercer parte es el actual discurso político del poder centrado en Caracas. Hay tres historias que nos meten en la barbarie: la de Doña Bárbara, la de la guerrilla y toda la violencia que se extiende en el llano y la saga del discurso chavista. Todo eso hace una trilogía, según la creación de Zapata, quien al releer a Gallegos se dio cuenta que “su obra tiene una gran actualidad por todo lo que esta pasando en el país y especialmente en la región de los llanos. Disfruté sus documentos políticos, sus discursos, sus artículos, su parte humana y hasta sus creencias religiosas. Ahí me di cuenta que ha sido el gran presidente civilista que nunca este país había tenido”.
Zapata niega que su obra sea ficción. “Milagros opina que es una novela que tiene su origen o reminiscencias en Memorias de un venezolano en la decadencia, de José Rafael Pocaterra. Teodoro Petkoff dice que es un reportaje o una investigación donde los hechos son reales y donde se han cambiado algunos nombres. Yo diría, como Jorge Volpi, que es una especie de mutación, de una historia que muta al ensayo, al reportaje libre o la crónica y todo conforma una especie de genero novelado”.
Periodista y escritor
Juan Carlos Zapata vendió sus empresas periodísticas y se dedicó a la escritura. Nadie lo amenazó ni cosa parecida. Necesitaba tiempo para atender proyectos creativos y no podía seguir siendo patrono de nadie, sino de él mismo. Ahora entrega su décimo libro y tiene lista la novela El espejo de Venecia, que saldrá a las librerías a principios de años. Está recorriendo al país para otra investigación que será histórica, pues esta centrada en los nuevos ricos venezolanos o la boliburguesía, los surgidos durante los nueve años de la revolución bolivariana. Espera vivir de sus publicaciones. Si eso no es así, regresa al trabajo periodístico, porque lo lleva en la sangre.
Así se lo cuenta a sus lectores, el periodista y escritor Juan Carlos Zapara (Guasdualito, 1960) en su décimo libro Doña Bárbara con Kalashnikov, el cual exhibe en su portada una fotografía en blanco y negro del jefe de la guerrilla colombiana “Tirofijo” o Manuel Marulanda Vélez. Dos personajes míticos unidos en una publicación venezolana de 2008, con 240 páginas, lanzada al mercado por la Editorial Alfa, que debe despertar pasiones y opiniones encontradas por todo lo que ahí se trata.
Zapata, que es un reconocido autor de ensayos sobre la economía y la política venezolanas, además de una novela “negra” y un interesante búsqueda de huellas e informaciones veraces sobre cuando Gabriel García Márquez era un feliz indocumentado en Caracas, tiene una brillante historia como periodista (fue jefe de redacción de El Mundo) y como revolucionario creador de una pagina Web dedicada a la economía (Descifrado), comentó que su Doña Bárbara con Kalashnikov es el producto de una intensa y extensa investigación como “sólo la podemos hacer los periodistas”.
Todo ese proyecto nació hace tres años cuando Zapata se reunió con su colega Milagros Socorro y tras hablar y revisar la novela Doña Bárbara, con la cual Rómulo Gallegos desafío a las fuerzas de la tiranía en la Venezuela de los años 20 y 30, optó por emprender la búsqueda de las razones o sin razones del regreso de la violencia a los llanos venezolanos desde finales del siglo XX y hasta nuestros días. Él no sabía lo que iba a obtener. No sabía si sería un reportaje periodístico o una novela. Simplemente tenía en su mente la muerte del hijo de una amiga en Guasdualito, que lo conmovió mucho. Comenzó a indagar y así se dio cuenta que también habían matado a mucha gente que había conocido, amigos, otros conocidos y unos cuantos hijos o nietos de amigos. Con lo cual se percató del gran drama de esa gran zona de los llanos venezolanos, de ese clima de miedo, de la innegable presencia de la guerrilla, de los paramilitares, del narcotráfico, de las bandas de contrabandistas. Comenzó, pues, a investigar los hechos como lo hace un periodista, sólo que en ese momento se dio cuenta que se estaban cumpliendo los primeros 80 años del viaje de Rómulo Gallegos al llano para escribir Doña Bárbara. Y es por eso que en su encuentro con la colega Milagros le preguntó cuáles serían los símbolos equivalentes en estos momentos a la barbarie, que servirían para definir en estos momentos a un personaje como el creado por Gallegos. Y así empezó la otra parte de la historia que narra en su obra.
Doña Bárbara con Kalashnikov viene a ser la sumatoria de lo que ocurre en el llano en estos momentos, lo real y lo concreto. Lo que significó Doña Bárbara en su tiempo y lo que hizo Gallegos al escribir la novela y lo que vincula a Gallegos con la realidad venezolana. Y la tercer parte es el actual discurso político del poder centrado en Caracas. Hay tres historias que nos meten en la barbarie: la de Doña Bárbara, la de la guerrilla y toda la violencia que se extiende en el llano y la saga del discurso chavista. Todo eso hace una trilogía, según la creación de Zapata, quien al releer a Gallegos se dio cuenta que “su obra tiene una gran actualidad por todo lo que esta pasando en el país y especialmente en la región de los llanos. Disfruté sus documentos políticos, sus discursos, sus artículos, su parte humana y hasta sus creencias religiosas. Ahí me di cuenta que ha sido el gran presidente civilista que nunca este país había tenido”.
Zapata niega que su obra sea ficción. “Milagros opina que es una novela que tiene su origen o reminiscencias en Memorias de un venezolano en la decadencia, de José Rafael Pocaterra. Teodoro Petkoff dice que es un reportaje o una investigación donde los hechos son reales y donde se han cambiado algunos nombres. Yo diría, como Jorge Volpi, que es una especie de mutación, de una historia que muta al ensayo, al reportaje libre o la crónica y todo conforma una especie de genero novelado”.
Periodista y escritor
Juan Carlos Zapata vendió sus empresas periodísticas y se dedicó a la escritura. Nadie lo amenazó ni cosa parecida. Necesitaba tiempo para atender proyectos creativos y no podía seguir siendo patrono de nadie, sino de él mismo. Ahora entrega su décimo libro y tiene lista la novela El espejo de Venecia, que saldrá a las librerías a principios de años. Está recorriendo al país para otra investigación que será histórica, pues esta centrada en los nuevos ricos venezolanos o la boliburguesía, los surgidos durante los nueve años de la revolución bolivariana. Espera vivir de sus publicaciones. Si eso no es así, regresa al trabajo periodístico, porque lo lleva en la sangre.
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