La venezolana es depositada por su padre en el hogar de una familia rusa de Nueva York. Pretende hacerle olvidar ese amor imposible y al bebe que parió sin haberse casado. Ella, Bestalia Romero, con 16 añitos, se escapa, se lanza a la calle y la selva de acero, concreto y vidrio de Manhattan la engulle y la asimila. Se asume como Vicky Romero y comienza a trabajar en todos los oficios que consigue, al tiempo que rompe cualquier tipo de contacto con sus progenitores. ¡A un alto precio se libera esa criolla del yugo familiar para siempre!
A los 40 conoce a Eric Bauer, veterano de la guerra de Vietnam, y éste le cambia la vida. La convierte en sirvienta, ama de llaves, enfermera y hasta la hace su amante, a lo largo de dos décadas. Él, muy agradecido, además de amarla, antes de morir, la desposa para resolverle su estatus de inmigrante y hacerla heredera y dueña de sus bienes y beneficiaria de las pensiones oficiales, como su sobreviviente.
Ahora, Vicky Bauer, en los 70, está enferma y acompañada de una hometender, que para mantenerla viva le inventa cartas que vienen del exterior y es por eso que aquella hace un repaso prolijo de su pasado y sueña con una carta del hijo que nunca conoció y…quien ahora pretende visitarla. Pero antes llega la muerte.
Así se argumenta Cartas una madre, “ópera prima” del venezolano Marcelo Rodríguez (45 años), que exhiben en Repertorio Español, de Manhattan, dirigida por José Zayas y con la participación actoral de Miriam Cruz, Rosie Berrido, Mariangélica Ayala, Bárbara Jiménez y Ernesto de Villa-Bejjani. La obra ganó el Concurso Nacional de Obras Teatrales Nuevas Voces 2005, de Nueva York, lo cual financió el espectáculo, cuya gerencia asumió Fernando Then, con el respaldo profesional del sonidista Alfonso Rey, y el soporte de la iluminación, el sonido y la escenografía resueltos por Robert Weber Federico.
Cartas a una madre es algo más que la historia de una adolescente venezolana que envejece y muere en Estados Unidos. Es la radiografía de una generación de féminas que estuvieron sometidas a sus familias y les hicieron fracasar sus amoríos. Pero algunas pudieron revelarse y reorientar sus vidas, corriendo riesgos, como sucedió con Bestalia o Vicky.
El autor, que se inspiró en hechos reales e incluso pudo conocer a la original Bestalia, poetizó parte de la historia real para darle una mayor trascendencia a la pieza. Creemos que puede ser llevada al cine en una producción intimista.
El montaje, dura 105 minutos, resulta placentero. La escena se llena con fantasmas y recuerdos de la agonizante Vicky Bauer e incluso atrapa o engaña al público, porque hay efectos muy bien manejados por el director Zayas. Las actuaciones son de calidad y en especial se destaca la venezolana Mariangélica Ayala, quien asume a la Vicky cuarentona, la hometender o la que cuida del veterano Bauer. La primera actriz Miriam Cruz encarna a la señora Bauer, enferma y recreadora del pasado y el presente. Es una pieza amarga, sí, pero son así las vidas de muchos inmigrantes, de los desterrados, de los habitantes de este planeta.
Marcelo Rodríguez participa en la fundación de la Compañía Nacional de Teatro como actor en el espectáculo inaugural Asia y el Lejano Oriente, de Isaac Chocrón, hacia 1985. Trabaja, vive y ama, desde hace dos décadas, en Nueva York, donde además se ha especializado en comedias musicales para ingresar al mercado del show bussines estadounidense. Con Cartas a una madre -Letters to a Mother es la versión al inglés, resuelta por Heather McKay de Ott- la segunda parte de su american dream comenzó a materializarse, porque siempre le gustó escribir y contar historias.
Cartas a una madre, antes era Bestalia, es la primera de una trilogía de sagas sobre personas de la tercera edad, las cuales vio o vivió a través de otros. La segunda es La papaya dulce, originalmente Liberato, y la tercera Los superhéroes del abuelo o Felo y Gela. Estas piezas serán exhibidas a lo largo de 2009 y del próximo 2010. Mientras tanto investiga para proseguir en su afán de subir a las tablas una selección de historias con los inmigrantes en las tierras de Abraham Lincoln, esos que no se dejaron atrapar por la vorágine urbana y conservan sus valores.
Esta obra es su puerta hacia una exploración dentro del vasto mundo teatral. Mientras tanto sigue en la programación de Repertorio Español y puede además ser vista y degustada en inglés, gracias a la traducción simultánea inalámbrica. Actualmente está en conversaciones con una agrupación española que quiere montarla.
Otras luchas
Su biografía es el mejor argumento para un teatro, pero Marcelo Rodríguez no lo escribe por ahora, aunque sueña ver sus piezas en una sala de Venezuela. Sus décadas en Estados Unidos pusieron a prueba todo su ser. Vive de su trabajo como periodista animador de espectáculos de lucha libre y con sus constantes participaciones actorales. Tiene apartamento propio en Manhattan y otro para alquilar en Queens. Lo acompañan Rufa y Lorenzo, auténticos canes Bóxer y Boston Terrier.
A los 40 conoce a Eric Bauer, veterano de la guerra de Vietnam, y éste le cambia la vida. La convierte en sirvienta, ama de llaves, enfermera y hasta la hace su amante, a lo largo de dos décadas. Él, muy agradecido, además de amarla, antes de morir, la desposa para resolverle su estatus de inmigrante y hacerla heredera y dueña de sus bienes y beneficiaria de las pensiones oficiales, como su sobreviviente.
Ahora, Vicky Bauer, en los 70, está enferma y acompañada de una hometender, que para mantenerla viva le inventa cartas que vienen del exterior y es por eso que aquella hace un repaso prolijo de su pasado y sueña con una carta del hijo que nunca conoció y…quien ahora pretende visitarla. Pero antes llega la muerte.
Así se argumenta Cartas una madre, “ópera prima” del venezolano Marcelo Rodríguez (45 años), que exhiben en Repertorio Español, de Manhattan, dirigida por José Zayas y con la participación actoral de Miriam Cruz, Rosie Berrido, Mariangélica Ayala, Bárbara Jiménez y Ernesto de Villa-Bejjani. La obra ganó el Concurso Nacional de Obras Teatrales Nuevas Voces 2005, de Nueva York, lo cual financió el espectáculo, cuya gerencia asumió Fernando Then, con el respaldo profesional del sonidista Alfonso Rey, y el soporte de la iluminación, el sonido y la escenografía resueltos por Robert Weber Federico.
Cartas a una madre es algo más que la historia de una adolescente venezolana que envejece y muere en Estados Unidos. Es la radiografía de una generación de féminas que estuvieron sometidas a sus familias y les hicieron fracasar sus amoríos. Pero algunas pudieron revelarse y reorientar sus vidas, corriendo riesgos, como sucedió con Bestalia o Vicky.
El autor, que se inspiró en hechos reales e incluso pudo conocer a la original Bestalia, poetizó parte de la historia real para darle una mayor trascendencia a la pieza. Creemos que puede ser llevada al cine en una producción intimista.
El montaje, dura 105 minutos, resulta placentero. La escena se llena con fantasmas y recuerdos de la agonizante Vicky Bauer e incluso atrapa o engaña al público, porque hay efectos muy bien manejados por el director Zayas. Las actuaciones son de calidad y en especial se destaca la venezolana Mariangélica Ayala, quien asume a la Vicky cuarentona, la hometender o la que cuida del veterano Bauer. La primera actriz Miriam Cruz encarna a la señora Bauer, enferma y recreadora del pasado y el presente. Es una pieza amarga, sí, pero son así las vidas de muchos inmigrantes, de los desterrados, de los habitantes de este planeta.
Marcelo Rodríguez participa en la fundación de la Compañía Nacional de Teatro como actor en el espectáculo inaugural Asia y el Lejano Oriente, de Isaac Chocrón, hacia 1985. Trabaja, vive y ama, desde hace dos décadas, en Nueva York, donde además se ha especializado en comedias musicales para ingresar al mercado del show bussines estadounidense. Con Cartas a una madre -Letters to a Mother es la versión al inglés, resuelta por Heather McKay de Ott- la segunda parte de su american dream comenzó a materializarse, porque siempre le gustó escribir y contar historias.
Cartas a una madre, antes era Bestalia, es la primera de una trilogía de sagas sobre personas de la tercera edad, las cuales vio o vivió a través de otros. La segunda es La papaya dulce, originalmente Liberato, y la tercera Los superhéroes del abuelo o Felo y Gela. Estas piezas serán exhibidas a lo largo de 2009 y del próximo 2010. Mientras tanto investiga para proseguir en su afán de subir a las tablas una selección de historias con los inmigrantes en las tierras de Abraham Lincoln, esos que no se dejaron atrapar por la vorágine urbana y conservan sus valores.
Esta obra es su puerta hacia una exploración dentro del vasto mundo teatral. Mientras tanto sigue en la programación de Repertorio Español y puede además ser vista y degustada en inglés, gracias a la traducción simultánea inalámbrica. Actualmente está en conversaciones con una agrupación española que quiere montarla.
Otras luchas
Su biografía es el mejor argumento para un teatro, pero Marcelo Rodríguez no lo escribe por ahora, aunque sueña ver sus piezas en una sala de Venezuela. Sus décadas en Estados Unidos pusieron a prueba todo su ser. Vive de su trabajo como periodista animador de espectáculos de lucha libre y con sus constantes participaciones actorales. Tiene apartamento propio en Manhattan y otro para alquilar en Queens. Lo acompañan Rufa y Lorenzo, auténticos canes Bóxer y Boston Terrier.
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