Nueva York ha ejercido especial fascinación entre venezolanos y venezolanas durante los últimos 200 años. Selectos políticos y afamados artistas han instalado en esa urbe sus cuarteles de primavera o de otoño, algunos para crecer y labrarse un futuro, otros para pergeñar memorias y despedirse del mundo, pero sin olvidar ese trópico que dejaron atrás. Otros, menos afortunados y más mundanos, encontraron entre los rascacielos y los hospitales los curetajes para su dolencias físicas o espirituales. La mayoría de los criollos, casi siempre transplantados y asimilados, nunca regresó a la patria, porque ese gran puerto al mundo los atrapó, los devoró y los hizo suyos para siempre. Algunos, victimas del AIDS, retornan incinerados y en mínimas cajitas de madera para disminuir el dolor a sus familiares, como lo revela Gustavo Ott en su pieza Fotomatón.
Durante los últimos 30 años hemos conocido en los boroughs de Brooklyn, Manhattan o Queens, de trato y de palabra, a centenares de compatriotas entregados a complejas disciplinas para ganarse el pan cotidiano y el respeto de sus conciudadanos. Hemos fraternizado con adustos profesores universitarios y rumbosos artistas del performance nocturno, además de venerables promotores de artes escénicas, como el tachirense Abdón Villamizar, el estelar autor y director Moisés Kaufman, la inquieta y persistente Aminta de Lara Rojas y, por supuesto, un puñado de disciplinados actores y técnicos, como esos que ponen, día y noche, hombros y cerebros para que la institución Repertorio Español no desfallezca en su loable tarea de hacer el mejor teatro en lengua de Cervantes en la costa Este de Estados Unidos, teniendo como ejemplares conductores a Gilberto Zaldivar, René Buch y Robert Federico Weber, quienes, sin dar sus brazos a torcer, desde su teatrito en el 138 East de la calle 27, llevan 40 años en esos menesteres y todavía sueñan con proseguir y capturar más espectadores durante las próximas décadas.
Precisamente en Repertorio Español, entregados al montaje del espectáculo La fiesta del chivo hemos topado con los venezolanos Fernando Then, Pedro de Llano, Marcelo Rodríguez, Eduardo Navas, Gredivel Vásquez, Alfonso Rey y Gabriel Flores. Todos ellos desempeñan diversas tareas para hacer posible, junto a otros calificados artistas, la impactante representación de una gran saga sobre las intensas y sangrientas luchas que dieron los indomables y valientes dominicanos contra la dictadura del general Rafael Leonidas Trujillo y en especial el crudo drama de una niña ofrendada por su propio progenitor, para que fuese manoseada por el entonces Presidente de la República Dominicana; desalmado septuagenario que se valía de sus dedos para ciertas exploraciones íntimas, y a quien sus súbditos le pusieron de apodo “El chivo”; él precisamente murió en un atentado organizado por sus rivales, como se muestra en la obra.
La fiesta del chivo se estrenó durante la temporada de 2003 y desde entonces está en la programación de Repertorio Español, teniendo en los roles protagónicos a Ricardo Barber, Zulema Clares, Mónica Pérez-Brandes, Marcelo Rodríguez, Mario Matei, Fernando Then, Rene Sánchez y Pedro de Llano, entre otros. Una excelente adaptación y versión escénica de la novela homónima de Mario Vargas Llosa, la cual suscriben los colombianos Verónica y Jorge Ali Triana.
A este espectáculo lo vimos y aplaudimos hasta rabiar en su temporada inaugural y ahora lo hemos repetido, hace dos semanas, para evaluar los trabajos de los actores y técnicos venezolanos ahí involucrados. Fue ejemplar esa representación, algo cambió y ahora es más directa y más vehemente en su prédica por la libertad de los pueblos latinoamericanos, tal como lo ha mantenido desde siempre Vargas Llosa.
Pero no podemos dejar de exaltar, con gran satisfacción, la excelente tarea, doble además, del primer actor Ricardo Barber (nació en Cuba y lleva 50 años sobre las tablas) quien encarna al criminal y libidinoso tirano y al horrendo progenitor Agustín Cabral que utiliza a su hija Urania para reconquistar el afecto del sátrapa gobernante, sin sospechar que la naturaleza iba a impedir que la adolescente fuese violada, pero quedó mancillada en su ánima y alterada, para siempre, su historia, como lo describe la novela y la hace más patética este espectáculo teatral, de excelente factura.
Cartas a mamá
Y la cuota de venezolanos en Repertorio Español se ha incrementado, recientemente, con la participación de la comedianta Mariangélica Ayala en Cartas a una madre, la ópera prima del criollo Marcelo Rodríguez, que mereció el primer premio del Concurso Nacional de Obras Teatrales Nuevas Voces 2005, auspiciado por MetLife Foundation. Este montaje, con dirección de José Zayas y protagonización de la primera actriz Miriam Cruz, participa en la temporada 2009 y ha recibido positivos reconocimientos de la crítica y del público. Fue vertido al inglés, por Heather Mckay de Ott, para los estadounidenses que acuden a los espectáculos de la institución latina y utilizan la traducción simultánea infrarroja.
Durante los últimos 30 años hemos conocido en los boroughs de Brooklyn, Manhattan o Queens, de trato y de palabra, a centenares de compatriotas entregados a complejas disciplinas para ganarse el pan cotidiano y el respeto de sus conciudadanos. Hemos fraternizado con adustos profesores universitarios y rumbosos artistas del performance nocturno, además de venerables promotores de artes escénicas, como el tachirense Abdón Villamizar, el estelar autor y director Moisés Kaufman, la inquieta y persistente Aminta de Lara Rojas y, por supuesto, un puñado de disciplinados actores y técnicos, como esos que ponen, día y noche, hombros y cerebros para que la institución Repertorio Español no desfallezca en su loable tarea de hacer el mejor teatro en lengua de Cervantes en la costa Este de Estados Unidos, teniendo como ejemplares conductores a Gilberto Zaldivar, René Buch y Robert Federico Weber, quienes, sin dar sus brazos a torcer, desde su teatrito en el 138 East de la calle 27, llevan 40 años en esos menesteres y todavía sueñan con proseguir y capturar más espectadores durante las próximas décadas.
Precisamente en Repertorio Español, entregados al montaje del espectáculo La fiesta del chivo hemos topado con los venezolanos Fernando Then, Pedro de Llano, Marcelo Rodríguez, Eduardo Navas, Gredivel Vásquez, Alfonso Rey y Gabriel Flores. Todos ellos desempeñan diversas tareas para hacer posible, junto a otros calificados artistas, la impactante representación de una gran saga sobre las intensas y sangrientas luchas que dieron los indomables y valientes dominicanos contra la dictadura del general Rafael Leonidas Trujillo y en especial el crudo drama de una niña ofrendada por su propio progenitor, para que fuese manoseada por el entonces Presidente de la República Dominicana; desalmado septuagenario que se valía de sus dedos para ciertas exploraciones íntimas, y a quien sus súbditos le pusieron de apodo “El chivo”; él precisamente murió en un atentado organizado por sus rivales, como se muestra en la obra.
La fiesta del chivo se estrenó durante la temporada de 2003 y desde entonces está en la programación de Repertorio Español, teniendo en los roles protagónicos a Ricardo Barber, Zulema Clares, Mónica Pérez-Brandes, Marcelo Rodríguez, Mario Matei, Fernando Then, Rene Sánchez y Pedro de Llano, entre otros. Una excelente adaptación y versión escénica de la novela homónima de Mario Vargas Llosa, la cual suscriben los colombianos Verónica y Jorge Ali Triana.
A este espectáculo lo vimos y aplaudimos hasta rabiar en su temporada inaugural y ahora lo hemos repetido, hace dos semanas, para evaluar los trabajos de los actores y técnicos venezolanos ahí involucrados. Fue ejemplar esa representación, algo cambió y ahora es más directa y más vehemente en su prédica por la libertad de los pueblos latinoamericanos, tal como lo ha mantenido desde siempre Vargas Llosa.
Pero no podemos dejar de exaltar, con gran satisfacción, la excelente tarea, doble además, del primer actor Ricardo Barber (nació en Cuba y lleva 50 años sobre las tablas) quien encarna al criminal y libidinoso tirano y al horrendo progenitor Agustín Cabral que utiliza a su hija Urania para reconquistar el afecto del sátrapa gobernante, sin sospechar que la naturaleza iba a impedir que la adolescente fuese violada, pero quedó mancillada en su ánima y alterada, para siempre, su historia, como lo describe la novela y la hace más patética este espectáculo teatral, de excelente factura.
Cartas a mamá
Y la cuota de venezolanos en Repertorio Español se ha incrementado, recientemente, con la participación de la comedianta Mariangélica Ayala en Cartas a una madre, la ópera prima del criollo Marcelo Rodríguez, que mereció el primer premio del Concurso Nacional de Obras Teatrales Nuevas Voces 2005, auspiciado por MetLife Foundation. Este montaje, con dirección de José Zayas y protagonización de la primera actriz Miriam Cruz, participa en la temporada 2009 y ha recibido positivos reconocimientos de la crítica y del público. Fue vertido al inglés, por Heather Mckay de Ott, para los estadounidenses que acuden a los espectáculos de la institución latina y utilizan la traducción simultánea infrarroja.
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