Solo Dios es eterno. Nada nos pertenece. Todo es prestado. Es tiempo de cambios, porque, como enseña el poeta Porfirio Barba Jacob, “la vida es clara, undívaga y abierta como un mar”. Eso lo saben aquellos artistas e intelectuales quienes sí hicieron de sus vidas un canon filosófico. Recordamos esto porque la agrupación Theja se desplaza desde la sala “Alberto de Paz y Mateos”, donde trabajaron a lo largo de casi dos décadas, hacia otro espacio para iniciar su temporada 2009. Eso explica porque se presenta en el Teatro Trasnocho con la realista y patética comedia De todo corazón, escrita y puesta en escena por José Simón Escalona y con las actuaciones de Alfonso Medina y Nacarid Escalona.
El argumento es simple: los cuarentones El (Alfonso Medina) y Ella (Nacarid Escalona), antiguos amantes, se citan en la habitación de un hotel, luego de tres lustros de separación u olvido. El la busca como amiga al saberse traicionado por su ultima esposa, mientras que Ella fue abandonada, porque su conyugue la cambió por una joven. Ese reencuentro está cargado de quejas, reclamos y anhelos de retroceder el tiempo, pero se impone el inexorable presente y ambos se entregan a esa lucha corporal que es el sexo, ayudados por pastillas azules y afectos. Al final, gana el amor y esos seres continuarán viviendo, quizás con deseos de volverse a citar. ¡Nadie debe olvidar que un viejo amor ni se olvida, ni se deja, porque nunca dice adiós, como dice la canción!
No es un melodrama telenovelesco, aunque tiene ese aliento vital de enamorados, de seres que han querido rememorar y escaparse hacia un pasado para disfrutar como lo hicieron 15 años atrás. Es una reflexión sobre seres humanos capaces de utilizar el amor, ese que se sobrepone al sexo y al tiempo materializado en segundos. Ese que utiliza el intercambio de fluidos y de energías y de esa manera revive a los seres que no niegan sus sentimientos y están dispuestos a manifestarlos por encima de las convenciones. Es, dicho en lenguaje coloquial, una maravillosa droga capaz de revitalizar a quienes creían que estaban muertos en vida.
Eso lo predica Escalona con su pieza, donde, reitera su fe en el amor y por eso lo recomienda con la metáfora o la parábola que brota a partir del cuento de la pareja de ex amantes que se reúnen, precisamente cuando atraviesan complejas crisis existenciales, para darse fuerza y proseguir viviendo. Fuerza escondida entre sus recuerdos románticos, adormilada por las mezquindades propias de quienes se amaron y nunca quisieron abandonar ni ser abandonados.
Los actores usan gestos y tono agresivos, al borde del paroxismo y sus roles están creciendo, acercándose al punto ideal para apoderarse del público y hacerle sentir como propio el drama de esa pareja que busca el amor como único refugio.
Hay por supuesto una obvia lectura política: El y Ella reconocen que pertenecen a una generación que esperó mucho de su país y que ahora están desmoralizados, pobres y a punto de perder las esperanzas. ¡Lo que queda es la lucha aliñada con mucho amor para recrear el presente porque el futuro se construye!
El argumento es simple: los cuarentones El (Alfonso Medina) y Ella (Nacarid Escalona), antiguos amantes, se citan en la habitación de un hotel, luego de tres lustros de separación u olvido. El la busca como amiga al saberse traicionado por su ultima esposa, mientras que Ella fue abandonada, porque su conyugue la cambió por una joven. Ese reencuentro está cargado de quejas, reclamos y anhelos de retroceder el tiempo, pero se impone el inexorable presente y ambos se entregan a esa lucha corporal que es el sexo, ayudados por pastillas azules y afectos. Al final, gana el amor y esos seres continuarán viviendo, quizás con deseos de volverse a citar. ¡Nadie debe olvidar que un viejo amor ni se olvida, ni se deja, porque nunca dice adiós, como dice la canción!
No es un melodrama telenovelesco, aunque tiene ese aliento vital de enamorados, de seres que han querido rememorar y escaparse hacia un pasado para disfrutar como lo hicieron 15 años atrás. Es una reflexión sobre seres humanos capaces de utilizar el amor, ese que se sobrepone al sexo y al tiempo materializado en segundos. Ese que utiliza el intercambio de fluidos y de energías y de esa manera revive a los seres que no niegan sus sentimientos y están dispuestos a manifestarlos por encima de las convenciones. Es, dicho en lenguaje coloquial, una maravillosa droga capaz de revitalizar a quienes creían que estaban muertos en vida.
Eso lo predica Escalona con su pieza, donde, reitera su fe en el amor y por eso lo recomienda con la metáfora o la parábola que brota a partir del cuento de la pareja de ex amantes que se reúnen, precisamente cuando atraviesan complejas crisis existenciales, para darse fuerza y proseguir viviendo. Fuerza escondida entre sus recuerdos románticos, adormilada por las mezquindades propias de quienes se amaron y nunca quisieron abandonar ni ser abandonados.
Los actores usan gestos y tono agresivos, al borde del paroxismo y sus roles están creciendo, acercándose al punto ideal para apoderarse del público y hacerle sentir como propio el drama de esa pareja que busca el amor como único refugio.
Hay por supuesto una obvia lectura política: El y Ella reconocen que pertenecen a una generación que esperó mucho de su país y que ahora están desmoralizados, pobres y a punto de perder las esperanzas. ¡Lo que queda es la lucha aliñada con mucho amor para recrear el presente porque el futuro se construye!
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