Sube el telón del Teatro Eugene O’Neil, en la calle 49, del exclusivo sector Broadway de Nueva York, el lunes 9 de marzo, a las 6:30 PM. Comienza así, después de un mes de previous, la temporada oficial del espectáculo 33 Variations, escrito y dirigido por el venezolano Moisés Kaufman, con la protagonización de la primera actriz Jane Fonda y con el no menos valioso respaldo actoral de Don Amandolia, Zach Grenier, Colin Hanks, Susan Kellermann, Samantha Mathis, Erik Steele y la pianista Diane Walsh, y teniendo en la producción a David Binder.
La función inaugural fue fijada para las 6:30 PM, porque así los críticos podrán publicar, lo más seguro, al día siguiente sus comentarios, ya que el miércoles 11 arranca la temporada “con todos los hierros”, o sea con el okey baby de esos especialistas. Así es la tradición en esa urbe. Pero eso no le preocupa al caraqueño Kaufman, quien desde 1997,cuando estrenó y se consagró con Gross Indecency: The Three Trials of Oscar Wilde, recibió el total apoyo de los reseñadores estadounidenses, quienes seguramente son los mismos que el año pasado le premiaron el texto de 33 Variations, al cual mostró durante el verano de 2007 en Washington.
Este Kaufman (44 años), caraqueño descendiente de judíos salvados del Holocausto, se instaló en Nueva York desde 1987 para estudiar teatro, después de graduarse como administrador de empresas en la Universidad Metropolitana. En los últimos 22 años ha escrito y dirigido no menos de 15 obras, además de una película para HBO, basada en su pieza The Laramie Project, la versión escénica de la tortura y crucifixión del joven gay Matheus Shepard. Y ha ganado varios galardones y recibido becas para sacar adelante sus proyectos con su grupo Thectonic Theater Project, fundado en 1992. Pero es ahora que lleva, por primera vez, un texto suyo a Broadway y además cuenta con una actriz de las características y el prestigio de Jane Fonda (71 años), quien tenia más de cuatro décadas que no se mostraba en una sala neoyorkina.
33 Variations plasma a Ludwig van Beethoven entre los años 1819 y 1824, lapso que dedicó, aupado por la obsesión y la curiosidad, además de la necesidad económica, entre otras cosas, a la creación de las Variaciones Diabelli, consideradas como sus mejores partituras de piano a partir de un vals del vendedor de música Antón Diabelli.
Esta obra, que por supuesto no es una aproximación histórica como tal, sino una pieza donde la realidad se combina con la ficción, pretende mostrar al público lo que le sucede a un artista cuando se obsesiona por un tema o un proyecto de creación. En ella están: Beethoven (Viena del siglo XIX) entregado de lleno, durante tres años de su vida, a crear sus variaciones sobre la partitura de Diabelli; mientras que la investigadora musical Katherine Brandt (Nueva York del siglo XXI) -encarnada por Jane Fonda-, sin preocuparse de su salud que es delicada, también se obsesiona por esa difícil etapa del compositor.
Kaufman llamó la atención sobre lo que ocurre con la vida de un creador cuando se entrega de lleno a su acto artístico y vive así muy intensamente. Se identificó con varios de los personajes de la obra, especialmente con Beethoven y Katherine, con el creador y la investigadora. Le emocionó la historia de esa faceta de la vida del legendario músico y ha estado durante los últimos cuatro años de su vida dedicado a estudiarlo, tal como lo hace Katherine.
El texto que ahora se disfrutará en Nueva York ha variado, ha seguido creciendo y tiene nuevas escenas, porque no esta cerrado, nunca ha sido cerrado, lo revisa continuamente y para este montaje tiene tres actores nuevos en el elenco y eso ha significado un especial trabajo, sobre todo con Jane Fonda.
Jane Fonda y Moisés Kaufman se conocieron por intermedio de una amiga común. Leyó el texto, cenaron y aceptó, convencida que su personaje había sido escrito para ella. Firmó un contrato que impedía a extraños o curiosos presenciar sus ensayos y es ahora que está ante los asombrados neoyorquinos.”Este escritor es como un tejedor de almas, que enlazas hilos, une distintas fibras y materializa a un Beethoven real, entregado a culminar sus 33 variaciones del vals de Diabelli. Y yo soy una investigadora, obsesionada por entender los por qué y los para qué del legendario músico”, ha dicho la ex esposa de Ted Turner.
Orgullo venezolano
Nunca un teatrero venezolano llegó tan lejos en Estados Unidos, pero el éxito no cambió la personalidad de Moisés Kaufman. Reconoce que su venezolanidad está muy adentro y , después de largos 20 años de ausencia, aún se considera venezolano y “eso será hasta siempre, hasta el día que me muera. Además eso me hace feliz y diferente al resto de mis colegas aquí en Estados Unidos, donde además añoro las playas de mi país, entre otras cosas”. No le gusta que se lo recuerden, pero hasta ahora es el único dramaturgo caraqueño que logra estrenar en Broadway, pero como director ya había debutado con una pieza que fue premiada (I am my own wife de Doug Wright), a la cual después mostró en el Festival de Caracas 2006.
La función inaugural fue fijada para las 6:30 PM, porque así los críticos podrán publicar, lo más seguro, al día siguiente sus comentarios, ya que el miércoles 11 arranca la temporada “con todos los hierros”, o sea con el okey baby de esos especialistas. Así es la tradición en esa urbe. Pero eso no le preocupa al caraqueño Kaufman, quien desde 1997,cuando estrenó y se consagró con Gross Indecency: The Three Trials of Oscar Wilde, recibió el total apoyo de los reseñadores estadounidenses, quienes seguramente son los mismos que el año pasado le premiaron el texto de 33 Variations, al cual mostró durante el verano de 2007 en Washington.
Este Kaufman (44 años), caraqueño descendiente de judíos salvados del Holocausto, se instaló en Nueva York desde 1987 para estudiar teatro, después de graduarse como administrador de empresas en la Universidad Metropolitana. En los últimos 22 años ha escrito y dirigido no menos de 15 obras, además de una película para HBO, basada en su pieza The Laramie Project, la versión escénica de la tortura y crucifixión del joven gay Matheus Shepard. Y ha ganado varios galardones y recibido becas para sacar adelante sus proyectos con su grupo Thectonic Theater Project, fundado en 1992. Pero es ahora que lleva, por primera vez, un texto suyo a Broadway y además cuenta con una actriz de las características y el prestigio de Jane Fonda (71 años), quien tenia más de cuatro décadas que no se mostraba en una sala neoyorkina.
33 Variations plasma a Ludwig van Beethoven entre los años 1819 y 1824, lapso que dedicó, aupado por la obsesión y la curiosidad, además de la necesidad económica, entre otras cosas, a la creación de las Variaciones Diabelli, consideradas como sus mejores partituras de piano a partir de un vals del vendedor de música Antón Diabelli.
Esta obra, que por supuesto no es una aproximación histórica como tal, sino una pieza donde la realidad se combina con la ficción, pretende mostrar al público lo que le sucede a un artista cuando se obsesiona por un tema o un proyecto de creación. En ella están: Beethoven (Viena del siglo XIX) entregado de lleno, durante tres años de su vida, a crear sus variaciones sobre la partitura de Diabelli; mientras que la investigadora musical Katherine Brandt (Nueva York del siglo XXI) -encarnada por Jane Fonda-, sin preocuparse de su salud que es delicada, también se obsesiona por esa difícil etapa del compositor.
Kaufman llamó la atención sobre lo que ocurre con la vida de un creador cuando se entrega de lleno a su acto artístico y vive así muy intensamente. Se identificó con varios de los personajes de la obra, especialmente con Beethoven y Katherine, con el creador y la investigadora. Le emocionó la historia de esa faceta de la vida del legendario músico y ha estado durante los últimos cuatro años de su vida dedicado a estudiarlo, tal como lo hace Katherine.
El texto que ahora se disfrutará en Nueva York ha variado, ha seguido creciendo y tiene nuevas escenas, porque no esta cerrado, nunca ha sido cerrado, lo revisa continuamente y para este montaje tiene tres actores nuevos en el elenco y eso ha significado un especial trabajo, sobre todo con Jane Fonda.
Jane Fonda y Moisés Kaufman se conocieron por intermedio de una amiga común. Leyó el texto, cenaron y aceptó, convencida que su personaje había sido escrito para ella. Firmó un contrato que impedía a extraños o curiosos presenciar sus ensayos y es ahora que está ante los asombrados neoyorquinos.”Este escritor es como un tejedor de almas, que enlazas hilos, une distintas fibras y materializa a un Beethoven real, entregado a culminar sus 33 variaciones del vals de Diabelli. Y yo soy una investigadora, obsesionada por entender los por qué y los para qué del legendario músico”, ha dicho la ex esposa de Ted Turner.
Orgullo venezolano
Nunca un teatrero venezolano llegó tan lejos en Estados Unidos, pero el éxito no cambió la personalidad de Moisés Kaufman. Reconoce que su venezolanidad está muy adentro y , después de largos 20 años de ausencia, aún se considera venezolano y “eso será hasta siempre, hasta el día que me muera. Además eso me hace feliz y diferente al resto de mis colegas aquí en Estados Unidos, donde además añoro las playas de mi país, entre otras cosas”. No le gusta que se lo recuerden, pero hasta ahora es el único dramaturgo caraqueño que logra estrenar en Broadway, pero como director ya había debutado con una pieza que fue premiada (I am my own wife de Doug Wright), a la cual después mostró en el Festival de Caracas 2006.
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