El teatro venezolano avanza a pesar de los contratiempos. |
El abogado y
escritor Franz Kafka -sionista preocupado por el antisemitismo, pesimista y torturado- revivió en el actor Luigi Sciamanna, durante la
temporada teatral caraqueña del 2016; gracias, además, al talento dramatúrgico del argentino Mario Diament presente en su
inteligente y aleccionadora pieza Franz y Albert, la cual hizo una larga programación en los teatros
Trasnocho y BOD.
Ahora, aquel extraño
e incomprendido intelectual judío de Praga, cuya obra narrativa se salvó por la
rara traición de un amigo, está de nuevo en Caracas porque cinco de sus textos
literarios han sido procesados dramáticamente para un singular y experimental
montaje teatral, Hotel Kafka, atractiva
y bastante plausible producción de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) que se
exhibe en la galería del teatro Nacional.
Este tercer espectáculo de la CNT en su etapa de relanzamiento, al promediar
33 años de su fundación por el dramaturgo y gerente Isaac Chocrón Serfati, se
logra felizmente bajo la dirección general
de Marisol Martínez, con la producción general de Alfredo Caldera, correctamente
actuado por Wahari Meléndez, Ángel Pelay, Sandra Moncada, Randimar Guevara y Dayana Cadenas, contando además con un
discreto dispositivo escenográfico creado por Carolina Raga, el cual desarrolla precisamente en un espacio no teatral, como es
la galería del primer piso del coso de
la esquina de Cipreses, inaugurado en el año 1905 por el general presidente Cipriano
Castro, y con una capacidad para 50 espectadores.
LA VERDAD DE ULIVE
Esta directora, Marisol Martínez, suficientemente
reconocida por sus originales montajes de circo y unas cuantas
experimentaciones escénicas, que han destacado gracias a sus audaces propuestas
sensoriales que buscan integrar al público con sus espectáculos hasta
integrarlo o vincularlo con las obras en situaciones extremas y llevarlo
incluso a un territorio poético efervescente, algo que no es frecuente en el
restringido ámbito de la experimentación escénica caraqueña. Es, sin lugar a
dudas, una artista con perfil propio, cultivado durante los últimos 30 años, algo
que es necesario siempre, pero lamentablemente hay muy pocas como ella. El
director y pionero Ugo Ulive decía que solamente podían experimentar con el teatro
los que lo conocían o habían descubierto sus esencias, como esta dama así lo ha
demostrado.
Este Hotel Kafka, porque transcurre en un espacio o ambiente de hotel u
hospedaje, es una adaptación libre de cinco relatos de Kafka (murió a los 41
años, tras haber nacido en Praga hacia 1883), los cuales han sido transformados
en textos teatrales por la misma puestista (licenciada en Letras y egresada de
la UCV). Ella tomó relatos como Un informe para la academia, Un
artista del trapecio, Un artista del hambre, La
ley y Metamorfosis para
elaborar así el básico libreto de trabajo. Es la consecuencia lógica de una
investigación que se hizo a partir de la biografía y la obra en general de
Kafka, hasta que obtuvo un creativo texto para el montaje, de carácter
experimental y basado íntegramente en la literatura kafkiana, donde se reitera la soledad y el sufrimiento del hombre
contemporáneo y con su sufrimiento, sus obsesiones y sus maneras de reflexionar
sobre las cosas y costumbres y quizás un tanto inocentes, como lo apunta el dramaturgo
Mario Diament.
Hotel Kafka es, pues, una adaptación libérrima, basada en los argumentos de
cada uno de esos textos, con sus personajes y sus contenidos. Lo que hicieron
para la adaptación, un trabajo que no es nada fácil, fue ponerlo o ambientarlo
dentro de un espacio teatral y por eso
mismo lo titularon Hotel
Kafka, por natural analogía. Es
un espectáculo didáctico, respetuoso del espectador, itinerante y adecuado para
mostrarlo en otros espacios alternativos. Su estreno se inicia en una especie de foyer del
primer piso del teatro Nacional y el público se desplaza por todas sus áreas,
adecuadamente intervenidas por la escenógrafa Carolina Raga. El público es
atendido o recibido por su dueña, quien invita a los espectadores-huéspedes
para que visiten los cinco espacios y pondere así sus cinco escenarios y sus
respectivas atmósferas El público deambulara y podrá ver así, al final,
la Metamorfosis, que es “la pieza literaria más conocida” apunta Martínez,
quien aclara que eligió a Kafka porque lo estudió muchísimo, desde cuando estudiaba
en la UCV. “Me gustan mucho los mal llamados poetas malditos”, dijo.
De los cinco miniteatros, para así llamarlos,
los más logrados, o que “están redondos” estéticamente, son El informe de la academia, Un
artista del trapecio y La ley,
gracias al aporte histriónico de sus actores Ángel Pelay y Wahari Meléndez, quienes
logran sus personajes kafkianos, y conmueven al público por el verismo de los
mismos, particularmente al guitarrista y cantante de la balada rockera, como lo
demuestra Wahari, mientras que Pelay rescata a Darwin y el origen nada paradisíaco
de la humanidad.
CAMUS ESTÁ DE VUELTA
No es el primero ni el último trabajo teatral que se aborda desde los
textos y la biografía de Kafka, pero creemos que marcará época para la historia
de las artes escénicas criollas porque la directora Marisol Martínez (nieta
de Lily Álvarez Sierra y Gabriel Martínez, valiosa pareja de chilenos, pioneros
del teatro vernáculo) ha creado un
espectáculo que está a la altura del sufrido existencialismo del
escritor, quien sufrió una época convulsa y de futuro incierto, muy similar a
la que vivimos ahora en el mundo contemporáneo.
Ella subraya , con su trabajo y el de los actores (quienes son los
grandes ganadores del evento) los verdaderos significados del adjetivo kafkiano
que se refiere a las sociedades asfixiantes donde los seres humanos deben
superar situaciones extremas y absurdas pero que sí pueden ser superadas tras
mucho resistencia o quizás un tanto de resiliencia. Su teatro no es para los
violentos, sino todo lo contrario. Ella subraya
con la globalidad de su trabajo y el de los actores, que sí se puede superar el
absurdo de lo cotidiano. Kafka no pudo conocer a Albert Camus pero el
argelino-francés explicó al mundo lo que había que hacer para doblegar el
fracaso de la vida humana, aquello de la pasión desgarradora del hombre en
abierto desafío a la naturaleza hostil.
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