Un espectáculo para ver y disfrutar
La Compañía
Nacional de Teatro (1984) ahora presenta el espectáculo Troyanas nuestras, basado en cuatro tragedias griegas y creado por
Costa Palamides. No es la primera vez que la CNT se atreve a escenificar un
texto griego; durante la temporada de 1996 mostró la comedia Lisistrata, de Aristófanes, dirigida
por Orlando Arocha, fantástica poetización de la primera rebelión sexual de los
mujeres contra sus maridos los guerreros atenientes y destinada a lograr sino
la paz definitiva al menos la racionalización de la guerra.
A 21 años de ese
montaje las mujeres vuelven a ser las heroínas o el pretexto para reflexionar
sobre las necesidades de un continente y se lo debemos a Costa Palamides. Ahora en ocasión
del estreno de Troyanas nuestras
debemos advertir que se trata de un
ambicioso trabajo de versión escénica adelantado a partir de las tragedias Troyanas y Hécuba de Eurípides, Agamenón
de Esquilo y Electra de Sófocles.
Valiente y estética propuesta artística y política que
reitera la defensa de las mujeres americanas enfrentadas al machismo y
marginadas por sistemas sociales de producción que discriminan por el género. Todo
un espectáculo con 20 actrices y actores del elenco estable de la CNT que
estará no menos dos meses en temporada en Caracas y después, es posible, que
vaya a las ciudades más cercanas.
VERSIÓN
Palamides (Caracas,14 de junio de 1959) advierte que su Troyanas nuestras es un contundente
cuento teatral sobre las mujeres de Troya después que perdieron la guerra
contra Grecia y fueron esclavizadas por los vencedores. “Para mí, y la gente
que me han acompañado en este proyecto, es una metáfora sobre lo que pasó en América, continente que
fue conquistado, masacrada su población originaria, invadida y además tuvo que
aceptar a otros pueblos esclavizados y traídos en barcos de vela cual si fuesen
animales. Este crisol de pueblos y sus culturas, que se ha logrado en los
últimos 500 años, ya creció y se ha rebelado contra sus antiguos amos o los
descendientes. Es, un espectáculo eminentemente de factura política, utilizando
los temas y los argumentos que nos dan los cuatro grandes maestros griegos”,
declara Palamides.
No queda duda alguna que Troyanas nuestras es la bandera de un pueblo que ha sufrido y que
ahora ha logrado tener una identidad propia y trata de diseñar y hacer su vida.
Es lo que propone Palamides con esta contundente recreación escénica de los
personajes que plasmaron Sófocles, Esquilo y Eurípides en sus obras originales.
Metáfora americana de lo que pasó con los legendarios pueblos griegos y
troyanos como los cantaron sus poetas.
Es una reflexión teatral a partir de la guerra y la
posguerra de Troya que desembocan metafóricamente en el descubrimiento, la
conquista y la colonización de un continente
desconocido, llamado después América y todos los sucesos posteriores,
como fueron los procesos de independencia política y los intentos para instalar
sistemas gubernamentales republicanos con regímenes militares o civiles. El
existencialismo acabo con las tragedias, diría Jean-Marie Domenach.
Montaje
El espectáculo es denso e intenso. Los personajes usan
atuendos de época hibridados y utilizan garrotes (no olvidar el tamunangue),
además recitan sus textos y cantan arias precisas sobre el dolor de las mujeres
esclavizadas. Son no menos de 150 minutos de bailes, danzas y movimientos
rituales en medio de atmosferas sórdidas. No es precisamente una fiesta aquello
sino todo lo contrario: es la lucha por la sobrevivencia y para no perder la
dignidad de un pueblo oprimido pero digno. Hay que agarrarse a la silla porque
es estremecedor aquello, gracias al verismo de su puesta y la calidad
histriónica ahí alcanzada. ¡La libertad viene a ser la suma del amor, el llanto
y el parto de una mujer y exige sangre, entre otras cosas! Palamides
no está solo, por supuesto, lo acompañan, además de un selecto equipo técnico y
la excelente coreógrafa Carmen Ortiz, un
grupo de intérpretes comprometidos como Aura Rivas) Francis Rueda , Ludwig Pineda
y Luis Domingo González, Livia Méndez y Maria Alejandra Tellis, Juliana Cuervos,
Marcela Lunar, Citlaly Godoy, Rosanna Marín, Edilsa Montilla, Varinia Arráiz, Zair
Mora, Jesús Hernández y Jean Manuel Pérez, Arturo Santoyo, Francisco Aguana, Keudy
López, Alejandro Restrepo y Julio García. Nuevas y veteranas generaciones
actorales. Todos ellos se lucen no solo por su plasticidad sino por la pasión
que dan a sus textos. Difícil señalar aquí a los mejores, cuya calidad está
marcada por la fuerza dramática de sus personajes. La escenografía son simples
telones que suben o bajan; además de las caracolas y los garrotes como
elementos de utilería que utilizan, además de unas abstracciones de máscaras de
diablos danzantes. Mención aparte merece la musicalización especial que hace
Pantelis Palamides para todo el espectáculo y la ambiciosa producción general
del director de la CNT, Alfredo Caldera. Este montaje nos
recuerda que la tragedia griega ha sido transformada en apología a la libertad
lograda después de un gran baño de sangre por las revoluciones y porque
definitivamente el monoteísmo desplazó a los dioses paganos, tema para otros teatros.
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