jueves, marzo 02, 2017

Cae el telón para importante evento teatral

"Tom en la granja", uno de los  mejores espectáculos.
El Tercer Festival de Jóvenes Directores Trasnocho finaliza el 12 de marzo y hay que esperar que su veredicto, centrado en los ocho espectaculos programados, no suscite un escándalo de las proporciones mediáticas como el ocurrido con los Premios Oscar 2016, el pasado 26 de febrero. Por supuesto que eso no ocurrirá jamás, porque aquí, en esta aldeana Caracas, no se aplican métodos tan tecnificados y difícilmente cometerán ese dislate a la hora de anunciar a los dos ganadores.
Desde su inicio el Festival de Jóvenes Directores Trasnocho se ha posicionado como una importante plataforma de difusión del talento escénico venezolano. En sus tres ediciones han participado más de 100 concursantes y en las dos primeras competencias fueron premiados jóvenes que están dando de qué hablar en el medio teatral, como son Fernando Azpúrua, Pedro Borgo, Leonardo van Schermbeek y Jorge Souki, hasta ahora.
Todos los montajes del festival son evaluados en vivo por un jurado de premiación, encabezado por la directora y actriz Diana Volpe; la productora y presidenta del Centro Cultural Chacao, Claudia Urdaneta; la diseñadora de producción y directora de arte Eva Ivanyi; el director y productor Armando Álvarez; y el productor, director y docente  Dairo Piñeres. El jurado anunciará los dos espectaculos triunfadores, que serán premiados con sendas temporadas de tres semanas en el Espacio Plural de Trasnocho y en la Sala La Viga del Centro Cultural Chacao.
Para este año 2017, los organizadores  dejaron por fuera o no invitaron a críticos y periodistas culturales, lo cual agradecemos (en mi caso) porque era siempre una responsabilidad muy seria y además nos quitaría la posibilidad de criticar o ponderar lo que ese ilustre quinteto haga, aunque para nadie es un secreto que en esta Tierra de Gracia más de una vez aplicaron los nefastos veredictos familiares en los premios municipales, o sea ganador@s gracias al voto de sus conyugues convertidos  en jurados.
  Aplaudimos que la directiva del Trasnocho Cultural, positiva  institución  privada sin ánimos de lucro, haya decido organizar y producir un  festival -además de premiar a los dos mejores- desde la temporada 2015, destinado a darles oportunidades a las nuevas generaciones de directores de mostrarse ante un público, un proyecto que nadie antes  se le ocurrió, salvo lo que hizo Carlos Giménez durante los años 90 del siglo pasado, con la organización y producción del grupo Rajatabla, además del respaldo del Ateneo de Caracas.
Cuando ya han realizado tres eventos se detecta que un amplio sector de las nuevas generaciones – menores de 30 años- se prepara   y se asesora para una competencia que es única en el pais y la cual puede catapultar a los que se arriesguen y participen. Además hay que aplaudir al público que ha acudido desde la inaugural temporada 2015 para conocer así a los futuros creadores del nuevo teatro criollo.
Es importante informar que las taquillas de las ocho autóctonas producciones se reparten en dos partes iguales.
TERCER AÑO
Por tercer año consecutivo el Espacio Plural de Trasnocho Cultural ha sido el escenario para disfrutar de una valiosa muestra del talento de la nueva generación de creadores teatrales del país. De las ocho espectaculos para esta edición, cuatro eran piezas de autores venezolanos, tres de las cuales eran estrenos.  Los otros cuatro montajes eran versiones de obras de reconocidos dramaturgos de Canadá, España e Inglaterra. 
 La primera obra que buscó convencer al jurado fue Casa de sangre y cenizas, original del venezolano José Gabriel Núñez, presentada, con carácter de estreno mundial entre el 13 y el 22 de enero, por Jhonny Romero. Greymar Hernández tomó el texto Adiós a todos, del español Luis García-Araus, y lo exhibió del 20 al 29 de enero. Recordando con ira, del legendario británico John Osborne, permitió la propuesta escénica de Pedro Indriago, exhibida del 27 de enero al 5 de febrero,
 De alta, estreno del venezolano Elio Palencia, mereció la audaz propuesta escénica de Juan Bautista y se mostró del 03 al 12 de febrero. Tom en la granja, pieza del canadiense Michel Bouchard, permitió la impactante propuesta escénica del director Carlos Fabián Medina, que se aplaudió del 10 al 19 de febrero.
El triciclo, obra del español Fernando Arrabal, mereció la propuesta escénica de Axel Valdivieso, para mostrarse del 17 al 26 de febrero. El criollo Gustavo Ott entregó su texto Comegato para la dirección de Rafael Barazarte y fue exhibida del 24 de febrero al 05 de marzo.
Y con el estreno de Cría de canguros, de la venezolana Karin Valecillos, cierra Jesús Navas la competencia, mostrándola del 03 al 12 de marzo.  
OCTAVA PIEZA
Con la premisa de “no vale la pena irse para ser igual”, Cría de Canguros, de Karim Valecillos, el último montaje, plasma la historia de los amigos Nicolás y Luis, quienes trabajan en el restaurant de La Pelu e intentan reunir algo de dinero para emigrar desde Venezuela, junto a Cachi. Luego de la búsqueda de opciones, Australia parecerá la opción más atractiva aunque todos deberán afrontar situaciones y emociones que les harán comprender que no tiene sentido repetir los mismos errores de los que se intenta huir. Para el director Jesús Navas, la obra muestra las dilemáticas decisiones que actualmente enfrentan muchos jóvenes. “Escogí esta obra porque tiene pertinencia en el contexto actual, toca con mucha honestidad y sutileza el tema de la emigración y nos invita a reflexionar sobre lo que nos está pasando. Además,   nos brinda una fuerte dosis de esperanza para comprender que el lugar donde estamos no nos define, ya que somos quienes definimos el lugar”. La puesta en escena, ambientada en un restaurant, tendrá una buena dosis de nostalgia que llevará a recordar los 80 y los 90 a través de un hilo musical conducido por de Las Chicas del Can y otros merengueros. El elenco está integrado por cuatro jóvenes: Claudia Rojas, Aquiles Herrera, Luis Palmero y Grecia Rodríguez.   
MENTIR ANTES DE AMAR
De los siete montajes vistos nos pronunciamos por Tom en la granja, de Michel Marc Bouchard (Quebec, Canadá, 2 de febrero de 1958), cuyo director Carlos Fabián Medina (24 años) escogió ese texto contra la homofobia para darle un nuevo enfoque a esa temática y presentarla a manera de lección, contando con la excelente colaboración de los actores Gabriel Agüero, Elvis Chaveinte, Haydée Faverola y Sahara Álvarez.
Es la cruel y amarga historia de Tom, joven publicista de una capital, que viaja al pueblo de su novio para asistir al funeral y conocer a su familia política o sanguínea, perfectos extraños para él. A su llegada a la remota granja, descubre con horror el legado de engaños y mentiras que tras de sí dejó su compañero. El novio amado dejó una maraña de mentiras y falsas verdades que, de acuerdo con sus propios diarios de adolescencia, fueron esenciales para su supervivencia. Ahí conoce a la madre Ágata y al hermano Francis, sin saber que nadie sabía de su existencia ni de la homosexualidad de su difunto, porque, como lo explica el dramaturgo, los homosexuales aprenden a mentir antes de aprender a amar, ya que no pueden revelar a todo el mundo lo que hacen, porque la homofobia está ahí, cual siniestra espada de Damocles que lo despedaza todo.
Una cosa es contarlo aquí, pero otra es ver la entrega “sadomasoquista” que materializan Agüero y Chaveinte con sus personajes de Tom y Francis, seres desvalidos que deben acompañarse y bailar hasta un tango para purgar   traumas y frustraciones en medio de una sociedad que no permite esas liviandades que conspiran contra pautas sociales y normas religiosas. Es estrujante verlos, tratando de darse afectos cuando lo que quieren es devorarse cual bestias irracionales, como finaliza toda esa visita inesperada.
Medina, con su montaje, cuya duración alcanza 90 minutos intensos, logra sensibilizar al espectador a partir de la exposición de los miedos de cada personaje.  Que un venezolano de 24 años haya seleccionado este texto y   convertido en estremecedor y correcto montaje por el virtuosismo de sus intérpretes, demuestra que las nuevas generaciones están claras de lo que son y lo que les tocará vivir y soportar o combatir. Y que todo aquello que comenzó en los años 70 no se ha perdido, ha penetrado y que la homofobia está presente y la combate día a día, porque es fatal para la libertad, don preciado no solo para los venezolanos sino para la humanidad entera



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