Un actor en buen papel y en optimo momento profesional. |
El primer actor Carlos
Alberto Cruz Castillo, el popular Carlos Cruz, es como el rayo del Catatumbo.
No cesa de trabajar para la televisión, el cine local o el mismísimo teatro,
y, por eso, ahora se exhibe, de manera mucho más que convincente, en la sala
1 del Celarg con el monólogo ¡¿Divorciarme
yo?! de Orlando Urdaneta, una correcta y bien cuidada puesta en escena
adelantada por Dairo Piñeres y la precisa y sencilla producción de Carlos
Chacón.
35 AÑOS ACTORALES
Hace algunos meses, Cruz (Caracas el 21 de
diciembre de 1960), quien ya contabiliza no menos de 35 años en las lides
actorales, nos declaró, mientras dirigía un microteatro para el Festival de
Teatro ¼ de Urban Cuplé, que su formación profesional es totalmente teatral.
Estudió en la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo y trabajó con
el Grupo Actoral 80. La televisión y el cine donde se ha destacado en las
últimas décadas no lo han desviado de su camino. “Yo sigo haciendo teatro porque
creo que es básico para el desarrollo cultural de nuestro país, de esa manera
estamos haciendo patria desde el teatro. Creo y lo reitero que el actor es
actor, haga cine, haga televisión, haga teatro. Lo importante es que no
pierda su norte y abandone su oficio, hermoso, además, porque da vida a otros
seres y transmite sus verdades o sus historias de acuerdo a los personajes
que construya”.
No ha ganado muchos
bolívares por aparecer permanentemente en tres o cuatro novelas en los
canales de televisión caraqueños, sin citar cuando esas telenovelas les
exhiben en otros países. “Lamentablemente los actores en Venezuela no ganamos
fortunas haciendo televisión. Y menos ahora que se están repitiendo muchas
telenovelas viejas y se hacen muy pocas producciones, salvo RCTV Internacional y Venevisión. Yo he estado con tres
novelas simultáneas a lo largo de una programación anual y lamentablemente no
cobro royalties por eso. Esas repeticiones no las paga nadie aquí en
Venezuela, es la dura realidad. Lo único que podemos a hacer los actores es
llevar a la Asamblea Nacional un proyecto de ley para detener ese abuso que
se comete con los artistas, además de los escritores y todo el personal que
hace posible una telenovela. En otros países, los canales que repiten una
telenovela les pagan a los artistas, pero aquí no hay nada parecido. Somos un
gremio que no hemos podido unirnos, como sí lo lograron los cineastas.
Nosotros los teatreros no hemos podido unirnos, como tampoco los actores de
televisión. Algunos actores y técnicos estamos estudiando la posibilidad de
unirnos. En nuestra profesión hacen mucho daño los egos malentendidos.
Creo que los sindicatos desaparecieron por problemas internos y no queda sino
una historia no muy transparente. Habría que crearlos de nuevo. No he hecho
tanto cine como quisiera. Solamente tengo cuatro películas y he ganado hasta
premios por mi trabajo en ellas. He participado en castings en el exterior
pero no he recibido propuestas hasta ahora. Estoy armando un espectáculo
musicoteatral sobre la vida de un gran cantante y tengo más de un año
estudiando canto, porque quiero que mi trabajo tenga calidad. Creo que para
el primer trimestre del año entrante estará listo. Se trata de un bolerista
muy famoso en los años 50, 60 y 70. Yo quiero hacer una versión escénica de
la vida Daniel Santos, y por eso ya tengo montados seis temas que él
interpretó. Y estamos ya escribiendo el texto o la pieza misma. Creo que para
el primer trimestre del 2017 se podrá mostrar al público. Yo he estado
cercano a la música y no puedo olvidar que en los años 80 pertenecí a un
grupo gaitero llamado Sonorigaita, el cual me permitió contactar al teatro”.
DRAMA MATRIMONIAL
Por ahora ha optado
por reaparecer con ¡¿Divorciarme yo?!,
un novedoso unipersonal estrenado, hacia la
temporada 1996 por su autor, Orlando Urdaneta (Maracaibo,1946), reconocido actor, animador dramaturgo, humorista, artista plástico y
político, aquí en Caracas, y exhibido en Estados Unidos de América, donde
ahora reside.
Habría que recordar
que ¡¿Divorciarme yo?! ha
sido mostrado por Orlando en Miami, en Puerto Rico, en
República Dominicana en 2014 (protagonizado por Daniel Sarcos) y hasta la fecha
se ha paseado por Nueva York, Weston, Philadelphia, Chicago, Houston, Punta
Cana, Madrid, Cancún, México DF. En 2015 fue nombrada como obra icónica de la
ciudad de Miami y del “Teatro Trail”, presentándola en una gala mensual
durante todo ese año. Es el primer texto en español al cual se abre el Miracle
Theater, con gran éxito de taquilla y público.
El éxito de ¡¿Divorciarme
yo?! no es otro que su temática y la
estructura misma del monólogo: una verdadera prueba de fuerza física y derroche
de talento histriónico para quien lo asuma. Teatros sobre divorcios hay
muchos, pero este tiene, además de una innegable patina venezolana, esa saga
criolla sobre la idiosincrasia masculina en esta Tierra de Gracia,
especialmente en los sectores medios de su población, donde el machismo tiene
sus características muy típicas, para no decir que es muy español, por
aquello del código del código de honor castellano, etcétera, como lo cantara
Federico García Lorca. Es la historia
de Manuel, ya sobre los 50, que tiene en su haber cinco matrimonios y cuatro
divorcios, cuando, al parecer, hace un alto en el camino y decide salvar su
última relación.
¿Pero por qué Manuel
ha acumulado tantos divorcios? El autor dice que su pieza relata la historia recurrente de un varón
jovial y simpático, muy estable económicamente, representando en sí la
esencia del hombre que va desde lo vulnerable hasta lo “súper macho”. Este
personaje cuenta su historia a modo de catarsis para que todos sepan las
aterradoras implicaciones del divorcio, porque eso que logra transmitir por
la veracidad de sus palabras y la convincente actuación de Cruz, quien plasma
a un hombre en la edad madura, jovial, simpático y estable económicamente
Orlando lo define como un “tipo derecho”, sin mayores aspiraciones en
su vida. Que saca adelante a sus muchachos, se toma unos tragos cada fin de
semana y tiene donde pasar la Semana Santa. Manuel es una persona divertida y
un personaje en sí que representa la esencia del hombre que va desde lo
vulnerable hasta lo "supermacho”. De ahí que él decida contarnos su historia
a modo de catarsis para que sepamos, además, las aterradoras implicaciones
del divorcio; es como si la víctima, el hombre por supuesto, viviera acosado
a tiempo completo. Por eso Manuel decide no deshacer la maleta jamás para
partir de inmediato si fuera necesario a pesar de que acude a los matrimonios
realmente enamorado, rememorándonos la frase de García Márquez en El amor en los tiempos del cólera: “El corazón es una casa de putas, le caben todos
los amores posibles”.
Para
Cruz, quien construye su personaje de cara al público y mucha verdad, sin
flaquezas, el divorcio jamás perderá vigencia, porque, en todas las
generaciones han ocurrido, ocurren y ocurrirán. “El amor y el desamor son un
cuento de nunca acabar, y casi nadie escapa de eso”
De ahí que él decida contar su historia a
modo de catarsis para que sepa, además, las aterradoras implicaciones del
divorcio; es como si la víctima, el hombre Manuel, símbolo de millones como
él, por supuesto, viviera acosado a tiempo completo.
El espectáculo,
por encima de los 60 minutos, es placentero, no hay agotamiento ni del
espectador ni del comediante y avanza con la complicidad de la audiencia que
quiere que Manuel no se divorcie de nuevo, porque ya la edad le exige calma y le recomienda proseguir
hacia arriba la escalera de Jacobo sin
menos exigencias, porque las relaciones de pareja son por su estructura muy
complejas y no siempre tienen razones las parte involucradas, por aquello de
que los seres humanos somos egoístas por naturaleza, aunque no se asuma.
Ahora nos
toca esperar ver a Carlos Cruz asumiendo al legendario Daniel Santos, otro
personaje extraordinario de la farándula americana. Talento tiene y ha
cultivado la voz, que será muy importante en ese caso.
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